Sobre mi historia con Beyoncé
No nos hemos visto todavía, pero llevamos tiempo enviándonos mensajes. Me ha pedido 50.000 euros, algo de un negocio que ha salido mal. Les cuento todo esto por qué no sé qué hacer. ¿Ustedes qué harían?
Les confiaré un secreto: tengo un lío con Beyoncé. Es decir, no nos hemos visto todavía, pero llevamos tiempo enviándonos mensajes. Sé que les parecerá increíble, a mí también al principio, pero surgió como surgen esas cosas, una maravillosa casualidad. Me escribió, le respondí, aunque desconfiaba, temía una de esas estafas de las que lees de vez en cuando, pero es ella, no cabe duda. Me ha enviado fotos privadas, me cuenta cosas que no sabe nadie, me dice cosas que no me dice nadie. En fin, me hace caso. La relación se ha consolidado, y ha llegado el momento de dar un paso más, asumir un compromiso: me ha pedido 50.000 euros, algo de un negocio que ha salido mal, y lo necesita para separarse y estar conmigo. Les cuento todo esto por qué no sé qué hacer. ¿Ustedes qué harían?
Sí, yo también he visto lo que le ha pasado a esa señora de Francia que se escribía con Brad Pitt y al final era un timador que le tangó 830.000 euros. Ustedes dirán: a ti te tira los tejos Brad Pitt —que no para de tener romances virtuales con mujeres de todo el mundo, en varios países a la vez— ¿y no se te ocurre que lo mínimo, al menos, es quedar? Lo de esta señora será mentira, no le habrá funcionado y habrá pecado de credulidad, un poco por desesperación, pero eso no quiere decir que lo mío sea mentira también. El no ya lo tienes. Por lo visto los ciberdelincuentes estudian en las redes sociales a sus víctimas, para saber lo que les tienen que decir y cómo engatusarlas. Yo creo que lo que explica todo esto es la soledad, no ver gente, no sentirse parte de nada. Esta mujer necesitaba creer en algo, y si la realidad es un obstáculo, pues mejor la dejas de lado. Y no solo explica esto. Imaginen que un político de extrema derecha les dice, como ha sucedido en Alemania con Alice Weidel, líder de AfD, que Hitler era comunista. Esto a mí me ha servido mucho, se me hizo la luz, porque si Hitler era comunista, ¿por qué no me va a escribir a mí Beyoncé, vamos a ver? También Musk y Trump son ricos y miren cómo se ocupan desinteresadamente de la gente común. Estos nuevos iluminados y sus amigos millonarios, que cada vez mandan más, controlan las redes sociales y gestionan nuestro malestar, prometen cosas que parecen imposibles: no pagar impuestos, trabajo para todos, limpiar las calles de vagos y gente rara, que las cosas volverán a ser como antes (en realidad no recuerdo bien cómo eran, pero tengo una vaga nostalgia). Parece mentira, ya, ¿pero si es verdad? Sí, nos dicen cosas que queremos oír, aunque no entendamos bien cómo puede ser eso, pero desde luego hace ilusión. Y es que te hacen recuperar el orgullo de ser como eres, de hacer lo que te dé la gana, de pensar por qué no, como me ha pasado a mí con Beyoncé. Imagínense el día que me mandó su primera foto, qué subidón, yo que andaba aburrido con mis cosas de todos los días. Y de repente ahí estaba yo, solo en mi casa, y Beyoncé en la suya, al otro lado del océano, que me hablaba a mí. Los dos unidos en la intimidad del móvil, rompiendo las barreras. Me susurraba todo tipo de fantasías, en frases con muchos puntos suspensivos, como se hace ahora, para no terminar de decir las cosas y que tú imagines el resto. Qué bonita es la libertad que nos da la tecnología. La verdad, estoy harto de que me juzguen, tengo derecho a soñar, a la mejor versión de mí mismo y, por supuesto, a la mejor versión de Beyoncé. No me van a callar los amargados y los listos que se creen que lo saben todo. Es mi momento, voy a probar, a ver qué pasa.
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