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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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“Enmerdar” fue la palabra del año 2024. Y lo resume perfectamente

El debate político se está “enmerdando” de forma deliberada y con objetivos muy concretos

IDEAS 1/12/2024 ILUSTRACION ILUSTRACIÓN
Nicolás Aznárez
Soledad Gallego-Díaz

Hace más de una década que algunos de los diccionarios más famosos del mundo eligen lo que llaman “la palabra del año”. En España es la Fundación del Español Urgente-­Real Academia la que hace la elección. A veces la palabra del año es casi la misma en muchos países. Sucedió, por ejemplo, en 2020 cuando por todos lados aparecieron dos palabras similares: confinamiento o cuarentena. La epidemia de la covid arrasaba y cientos de millones de personas hablaban de lo mismo. Otras veces, son muy distintas entre sí, porque la situación en cada país también lo es. En 2023 la palabra en España fue “polarización”, mientras que en el Reino Unido fue “alucinar”. Otras veces se solapan: “populismo” fue elegida en España en 2016 y la misma palabra, un año después, 2017, por el Cambridge Dictionary.

Este año 2024 el diccionario Macquarie, el más antiguo de Australia, considerado como la referencia nacional, ha elegido una palabra que no es nueva, pero que refleja muy bien la conversación en medio mundo: enshittification”, traducido libremente por “enmerdar”. Nacida para explicar el deterioro de las redes y plataformas, se aplica ahora para describir un patrón de calidad decreciente. Se enmierdan, se están enmerdando los servicios que se prestan a los ciudadanos y no es nada inevitable, sino producto de la búsqueda exacerbada de beneficios. Este año la expresión más popular es “nos están enmerdando”. Parece perfectamente válida para España, Europa y sus circunstancias.

La dichosa palabra enshittification la acuñó en 2022 un periodista, escritor de ciencia ficción y activista tecnológico canadiense llamado Cory Doctorow (Toronto, 1971) y el diccionario Macquarie la define así: “El deterioro gradual de un servicio o producto producido por una reducción en la calidad del servicio prestado, especialmente de una plataforma en línea, y como consecuencia de la búsqueda de beneficios”.

Su “inventor”, si se le puede llamar así, dio a principios de este año en Berlín la llamada Conferencia Marshall McLuhan (en recuerdo del famosísimo sociólogo de la comunicación, también canadiense) y se expresó con mucha crudeza: “Todos estamos viviendo el enshitoceno, una gran ‘ensuciación’ (palabra que no existe en castellano), en la que los servicios que nos importan, de los que dependemos, se están convirtiendo en gigantescas pilas de mierda”.

Para Doctorow, especialista en redes y furioso con eso en lo que se han convertido, “la degradación de internet transformó la salvaje y confusa red en cinco sitios web gigantes llenos de copias de texto de los otros cuatro. Esto no era inevitable: era el resultado previsible de decisiones políticas tomadas en nuestro tiempo por individuos con nombre y apellido”.

Aunque el término enshittification nació aplicado a las grandes plataformas tecnológicas, se puede usar, y se usa, en relación con la degradación de servicios o de situaciones políticas, en general. Doctorow explica que ayuda a sacar del reino misterioso de las “grandes fuerzas de la historia” decisiones que están dentro del mundo material, decisiones específicas tomadas por personas concretas. “Decisiones que podemos revertir y personas cuyas direcciones y tamaños de horcas podemos conocer”, ilustra, con su habitual lenguaje agresivo.

El debate político se está “enmerdando” en muchas partes del mundo, y desde luego en España, de forma deliberada y con objetivos muy concretos. Se ha enmerdado la defensa de los derechos humanos, con la idea de que los inmigrantes pueden ser desposeídos de ellos en determinadas circunstancias; se enmierda la denuncia de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, desposeyendo prácticamente de la condición de ser humano a pueblos enteros, como los palestinos, si se dan determinadas circunstancias. Se enmierda el debate sobre cómo impedir que se fuerce a niñas a contraer matrimonio o que se pretenda callar a las mujeres hasta en conversaciones en la calle, alegando costumbres y culturas.

Se enmierda el debate político en países democráticos negando la legitimidad a gobiernos que la han obtenido de forma legal y reglamentaria. Se enmierda reduciéndolo a la opción “ellos o nosotros”, en lugar de “esto o esto otro”. Se produce enshittification en el deterioro de la Universidad o sanidad pública; cuando se veta en el Parlamento Europeo a la persona más cualificada y competente para trabajar en la Comisión. Ocurre hasta en medio de catástrofes como lo ocurrido en Valencia, con las redes hirviendo con bulos y con políticos como el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, creyendo que es posible olvidar su ausencia y mantenerse en el cargo, si consigue ensuciar lo suficiente el escenario.

¿Cuál será la palabra de 2025? Quizás pudiera ser NO.


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