_
_
_
_
_
PERFIL
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Vivian Silver, la pacifista israelí secuestrada por Hamás

La veterana activista, que lleva décadas tendiendo puentes con los palestinos, es uno de los más de 200 rehenes

Luis de Vega
Guerra Israel Gaza
Luis Grañena

¿Qué criterio eligieron los milicianos de Hamás para matar a unos y llevarse a otros en el brutal ataque en territorio israelí del 7 de octubre? Nadie lo sabe. Puede que solo una inexplicable lotería hiciera que Vivian Silver (74 años) fuera de los que se llevaron con vida a la Franja de Gaza, según apuntan casi todos los indicios. Llegada a Israel hace medio siglo desde Canadá, su país de nacimiento, esta judía no ha dejado de militar en favor de la paz, de los derechos de las mujeres y de la igualdad entre comunidades en medio de un polvorín donde el odio sigue impregnando hasta el tuétano. Esa es la paradoja que aflora de los testimonios de los que la conocen y han trabajado con ella en las muchas iniciativas en las que participa sin descanso. Sus compañeros todavía observan incrédulos la imagen en la que aparece manifestándose por la paz en las calles de Jerusalén el 4 de octubre, solo tres días antes de ser capturada, junto a sus compañeras de Women Wage Peace (mujeres que hacen la paz).

En tiempos en los que la persecución de las autoridades israelíes se cierne sobre todo aquel que no siga a pies juntillas la doctrina ultra del Gobierno que lidera Benjamin Netanyahu, el valor como bisagra en el conflicto de personajes como Silver adquiere más quilates todavía. Ella narró en directo el infierno vivido el 7 de octubre a uno de sus hijos a través de mensajes de la aplicación WhatsApp. Varias decenas de yihadistas asaltaron el kibutz Beeri, donde residía desde 1990, matando sin piedad a los vecinos. Un centenar del millar de habitantes de esta comunidad levantada en las proximidades de Gaza fue asesinado. En total, aquel día, 1.400 israelíes, la inmensa mayoría civiles de todas las edades. Otros 200 fueron hechos rehenes y entre 100 y 200 permanecen oficialmente como desaparecidos, según el Estado hebreo.

Cuando en la macabra búsqueda de víctimas en Beeri llegó el turno de la casa de la activista, esta se hallaba escondida en un armario. Entre los disparos y los gritos en árabe cada vez más próximos, todavía tuvo tiempo de mandar unos últimos mensajes a uno de sus dos hijos, Yonatan Zeigen. Eran las 10.54 de ese infausto sábado. “Los hombres armados están en casa”, escribió. Como final, unas palabras mutuas de cariño con sabor a amarga despedida instantes antes de que dieran con ella, según relata él mismo en un vídeo publicado en el perfil de la red social Facebook creado para reclamar la liberación.

Si quieres apoyar la elaboración de periodismo de calidad, suscríbete.
Suscríbete

Zeigen describe a su madre como “una mujer poderosa, aunque parezca frágil y sea pequeña”. Alguien que “dedicó su vida a promover causas en torno a la paz y la justicia”. Siguiendo los pasos de su madre y huyendo del camino de la venganza pese a la enorme incertidumbre bajo la que vive la familia, insiste en que la seguridad entre las partes es la única manera de vivir en paz. “Vivian educó a sus hijos de acuerdo a su forma de pensar y repartía ahora su militancia con el disfrute de sus nietos”, defiende Arial Daloumi, director del Centro Árabe-Judío para el Empoderamiento, la Igualdad y la Cooperación (conocido por sus siglas Ajeec-Nisped), que Silver fundó en 2000 y encabezó durante una década. Los cimientos de esta organización son grupos de trabajo conjuntos formados por árabes y judíos, iniciativas que siempre ha impulsado Silver tratando de ignorar los muros que los separan, tanto físicos y sentimentales como legales. “Esencialmente, Vivian es una gran persona que cree en la bondad del ser humano y en el servicio a los demás”, resume Kher Elbás, un activista beduino que dirigió conjuntamente con Silver Ajeec-Nisped.

Parte de la militancia de Silver consiste en luchar para que los habitantes de ese territorio-cárcel que es Gaza puedan tener libertad de movimientos, de trabajo y disfrutar de unos derechos humanos que, casi de forma sistemática, Israel les niega. En los últimos tiempos, una vez que las autoridades de Israel decidieron echar el candado a Gaza, la activista ha impulsado el traslado de enfermos vecinos de la Franja para ser atendidos en centros médicos israelíes. Ahora es ella la que, a la fuerza, ha sido trasladada al interior de la misma Gaza que, mientras las Fuerzas de Seguridad de su país lo permitieron, visitaba como activista.

La casa de la activista secuestrada Vivian Silver en el Kibutz Beeri (Israel), tras el ataque de Hamás del 7 de octubre.
La casa de la activista secuestrada Vivian Silver en el Kibutz Beeri (Israel), tras el ataque de Hamás del 7 de octubre. LUIS DE VEGA


Quienes, como Elbás, esperan su puesta en libertad, no quieren ni imaginar por lo que está pasando. Sí tienen claro, sin embargo, que sus secuestradores no van a ser capaces de cambiar su manera de pensar. Alguno trata incluso de que se le puedan hacer llegar sus gafas, que se quedaron atrás y ella necesita para su devenir cotidiano. “Si pudiera entrar en su mente, seguro que es capaz de separar a los que le han hecho esta atrocidad a ella y a su comunidad de Beeri, así como a otras comunidades, de la gente ordinaria de Gaza. Vivian está de rehén, al igual que los habitantes de Gaza, rehenes de métodos que no podemos llamar más que crímenes de guerra y contra la humanidad”, describe Ariel Daloumi.

La casa 507, la de Vivian Silver, está hoy arrasada y quemada tras una brutal batalla de unas 12 horas en el kibutz Beeri, que este enviado especial pudo visitar en medio del olor a muerte una semana después. “La única solución para nuestra región es la solución de la paz. Seguro que ella todavía apoya a los palestinos y piensa que los métodos empleados aquel sábado no sirven para nada”, concluye Daloumi.

Apúntate aquí a la newsletter semanal de Ideas.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_