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Zelenski, el actor que temía improvisar en el teatro de operaciones

El presidente ucranio ha sido un célebre intérprete en Ucrania y Rusia. No hay nada en sus intervenciones públicas que no esté planificado al detalle

Soldados ucranios se hacen una foto con el presidente Vladimir Zelensky durante su visita en la región de Jersón.Foto: Presidencia ucrania | Vídeo: EPV
Cristian Segura

Plaza de la Libertad de Jersón, 14 de noviembre. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, visita por sorpresa la ciudad tres días después de ser liberada de la ocupación rusa. La presencia del presidente es un golpe de efecto no exento de coraje —las tropas enemigas están a tan solo dos kilómetros—. Zelenski afirma que está allí porque quiere rendir homenaje a sus soldados, “los verdaderos héroes” de lo que él mismo definió en su reciente entrevista con EL PAÍS como “la guerra de independencia” de Ucrania. El mensaje es breve, claro y conciso, como en todos sus discursos: repetición de conceptos, que cambian según las prioridades políticas y militares de cada momento, palabras duras y cargadas de épica, pero expresadas de forma seca, sin excesos melodramáticos.

Zelenski ha sido un actor célebre en Ucrania y también en Rusia, además de un productor audiovisual de éxito. No hay nada en sus intervenciones públicas que esté improvisado. Su informalidad, tanto estética como en su lenguaje coloquial, está pensada al detalle, como si todavía estuviera ideando un programa de televisión. En su equipo y en su partido, Servidor del Pueblo, cuenta con colaboradores estrechos de su productora, Kvartal 95.

Zelenski ha tenido que aprender a lidiar con la prensa. Durante sus años previos a la guerra, destacó por rehuir las entrevistas y las ruedas de prensa: Zelenski no tenía preparación política ni se le conocía ideología, como explican los periodistas Régis Genté y Stéphane Siohan en su libro Volodímir Zelenski, en la mente de un héroe. El presidente se sentía a gusto controlando todo el proceso de comunicación de su acción, siempre barnizado de un populismo suave. Durante la guerra ha exprimido esta estrategia, acaparando la atención mundial cada noche con mensajes grabados con el móvil y difundidos en sus redes sociales.

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Una cosa es improvisar en un escenario y otra estando al frente de un país en guerra. A Zelenski se le ve incómodo cuando se sale del guion, poco natural, sobre todo ante las cámaras, también cuando se trata de cuestiones más frívolas. En una reciente entrevista en la CNN, intentó bromear con que echaba de menos que su esposa, Olena Zelenska, le preparara el desayuno cada mañana. Ella lo miró extrañada mientras él reaccionaba con una sonrisa forzada. Expresarse en inglés, idioma en el que ha empezado a manejarse durante la guerra, también le hace sentirse menos cómodo.

Zelenski habla eminentemente en ucranio, aunque tampoco es su idioma materno; este es el ruso, lengua que ha relegado a intervenciones puntuales y en la que, según han advertido varios analistas, ya habla peor que el ucranio. En ucranio concedió la entrevista a este diario. Sin cámaras de televisión se mostró más próximo, incluso sorprendiendo a su portavoz cuando sacó su móvil del bolsillo para cotejar unos datos en ­Google. Admitió a los periodistas que tenía dificultad para ver de cerca. Luis de Vega le ofreció sus gafas, que aceptó para usar a modo de lupa. Su portavoz, alarmado, advirtió de que aquello no se sabía y que debería analizar si podía hacerse público. Su portavoz también quiso subrayar lo que él consideraba noticioso, unas ideas sobre las condiciones del diálogo con Rusia que Zelenski había manifestado.

A partir de aquel día, las repetiría en sus discursos durante una semana.

Hay pocos momentos distendidos en el personaje público que es Zelenski. Siempre está en guardia, y no duda en mostrarse como alguien desafiante cuando en sus intervenciones aborda situaciones que considera injustas, no solo las causadas por la violencia rusa. Zelenski se presenta ante el mundo como alguien orgulloso porque entiende que su país está luchando por la democracia y la seguridad de Europa. “Todos ustedes han visto la contribución de Ucrania a la protección de la comunidad [europea]”, afirmó el lunes durante la asamblea de la OTAN, “por eso les urjo a que den apoyo al acceso de Ucrania a la UE y a la OTAN”. “Les urjo a ser muy precisos en su ayuda, y en asistirnos en la protección de nuestras ciudades y comunidades contra el terror”, dijo el martes ante un congreso de alcaldes franceses.

Urgir más que pedir es lo que hace hoy Zelenski, porque considera que el mundo se lo debe. Pero él no es más que el portavoz de la ciudadanía ucrania y de su sentir: que son ellos los que están dando la vida por todos nosotros.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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