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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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Europa: todo lo que sea necesario, de nuevo

El problema de Alemania con el gas ruso es un problema común al que puede hacerse frente con los recursos de la Unión

Ideas 10-04-22
Patricia Bolinches
Soledad Gallego-Díaz

“El Banco Central Europeo hará lo que sea necesario (whatever it takes) para mantener el euro”, la frase pronunciada en julio de 2012 por el entonces presidente del BCE, Mario Draghi, ha pasado a la historia como la demostración de que una firme determinación, claramente expresada en el momento oportuno, es capaz de poner coto a una formidable tormenta financiera y a todos los cálculos de los mercados y los especuladores. “La Unión Europea hará lo que sea necesario para garantizar las fronteras a Ucrania y su derecho a elegir libremente a sus gobernantes y su futuro”, sería hoy quizás la fórmula imprescindible del Consejo Europeo para dejar claro que no se abandonará a Ucrania bajo ninguna circunstancia.

Lo que sea necesario significa lo que significa: no habrá vacilación, no disminuirá la presión sobre Rusia, se llegará hasta donde sea preciso para mantener el derecho de Ucrania. No esperen los mercados, dijo el BCE, que vayamos a aceptar la salida del euro de Grecia, de España o de Italia, porque jamás lo consentiremos, iremos contra ustedes, los especuladores, con todas nuestras fuerzas, resistiremos hasta arruinarlos y ganaremos esta guerra…, y los mercados lo creyeron. No espere el Gobierno ruso que la Unión Europea busque una salida para Putin a costa de la voluntad de los gobernantes democráticos de Ucrania, porque no es la UE la que tiene que encontrar una salida para el régimen de Putin, sino el autócrata quien debe esforzarse en encontrar la manera de acabar esta guerra totalmente injustificada. Europa resistirá, resistió en 2012 para proteger su moneda y resistirá en 2022 para proteger las libertades y todo lo que representa en el concierto mundial. Pensar otra cosa sería certificar la muerte de la Unión.

La mayoría de los expertos afirma que la presión sobre Putin no será suficiente hasta que se logre terminar con las ventas de gas y petróleo ruso en Europa, es decir, fundamentalmente en Alemania, y es cierto que hay que tener muy presente la angustia alemana por un eventual desabastecimiento de energía que ponga en peligro su industria y su crecimiento económico. Pero ese es precisamente el sentido último de la Unión Europea, la base sobre la que fue construida: poder hacer frente a necesidades diferentes convirtiéndolas en necesidades europeas. El problema de Alemania con el gas ruso es un problema común al que puede hacerse frente con todos los recursos de la Unión y de sus aliados, de manera que el sacrificio germano sea menor, tal y como ha defendido Luis Garicano en el Parlamento Europeo. Pero si es necesario, toda Europa hará lo que tenga que hacer y Putin no debe tener la menor duda de que acabará arruinado.

La escritora Margaret Atwood escribió hace poco: “A veces me preguntan cuál considero que es el problema más importante al que nos enfrentamos hoy. La crisis climática encabeza la lista, porque lo que le está haciendo al planeta determinará mucho de lo que es materialmente posible para la especie humana en los próximos 50 años. Pero, más inmediatamente, hay otra pregunta importante que nos hacen los tiempos que vivimos. Esa pregunta es: ¿qué tipo de sistema político deberíamos elegir? Si se trata de democracia abierta, tenemos mucho trabajo por delante. Debemos arremangarnos, fortalecer nuestra determinación, resistir las serpientes de los falsos argumentos… Tiempos desesperados requieren remedios desesperados, y nuestros tiempos son desesperados. Propondré algo simple. No se asuste. Piense cuidadosamente. Escriba claramente. Actuar de buena fe. Repetir”.

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En el fondo, la propuesta de Atwood debería formar parte del frontispicio de un nuevo proyecto de Constitución europea. La que se elaboró en 2004 y nunca llegó a ser ratificada, pese a que la firmaron los jefes de Estado y Gobierno de los entonces 25 países de la Unión (Polonia, Hungría y los tres bálticos acababan de ingresar), fijaba como objetivo “ofrecer a sus ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia”. No nos asustemos, Europa no se desmoronará salvo que perdamos de vista esa Constitución, escrita o no, que se sustenta sobre el respeto de la dignidad, la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de derecho. Pensemos con cuidado, escribamos con claridad, actuemos de buena fe y dejemos perfectamente claro que haremos “todo lo que sea necesario” para proteger nuestros valores.

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