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Un asunto marginal
Columna
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Historias de unas calles

Cada rincón de cada ciudad acumula historias y fracasos. A una esquina de donde nació Mendès-France, modelo de ética y responsabilidad, murió congelado el miércoles el fotógrafo René Robert

Un indigente en la catedral de Notre Dame en julio de 2011, en París (Francia).
Un indigente en la catedral de Notre Dame en julio de 2011, en París (Francia).Sylvain Leser (Zuma Press / ContactoPhoto)
Enric González

Marie-Charlotte Hippolyte de Campet de Saujon (Ruán, 1725) tenía 37 años cuando creó un salón en el recinto del Templo de París, así llamado por el acuartelamiento fundado siglos atrás por la Orden de los Templarios. La calle donde se encontraba recibe hoy el nombre de Notre Dame de Nazareth. El salón de Marie-Charlotte, condesa de Boufflers, se convirtió rápidamente en el centro de reunión de los anglófilos franceses. Allí se encontraban para debatir personajes como Jean-Jacques Rousseau, Edward Gibbon, David Hume, Diderot y Beaumarchais, y una chica jovencísima y muy inteligente, Anne-Louise Germaine Necker, hija del ministro de Finanzas de Luis XVI, Jacques Necker.

Marie-Charlotte se encargó de buscar un marido apropiado para la joven hija de Necker. Lo encontró en el embajador de Suecia Erik Magnus de Staël-Holstein, apropiadamente culto y apropiadamente anglófilo. Los anglófilos de la época deseaban para Francia una monarquía constitucional y una cierta moderación política (una moderación que generalmente no aplicaban a sus vidas privadas). Convertida en Madame de Staël, la joven, difusora del romanticismo alemán, europeísta, feminista y analista política de extrema brillantez, creó su propio salón en la Rue du Bac.

No duraron ni el salón de la condesa de Boufflers ni el de su apadrinada, Madame de Staël. La condesa fue encarcelada por Robespierre y liberada tras su caída. Madame de Staël fue exiliada a Suiza, el país donde nació su padre, por el emperador Napoleón. Los anglófilos, como grupo, no volvieron a levantar cabeza, pese a la restauración monárquica.

A pocos metros del lugar donde estuvo el salón de la condesa de Boufflers, en lo que hoy es la esquina entre la Rue de Turbigo y la Rue de Verbois, nació en 1907 Pierre Mendès-France, a su manera un anglófilo. No sólo por su huida de la Francia ocupada por los nazis y su alistamiento en la fuerza aérea británica, donde alcanzó el grado de capitán por méritos de guerra, sino por su profunda amistad con John Maynard Keynes, al que conoció en la Conferencia de Bretton Woods (1944). Keynes era el delegado del rey Jorge VI y Mendès-France lo era del general De Gaulle. Ambos coincidían en su visión de la economía.

Mendès-France fue un brevísimo presidente del Consejo de Ministros de Francia: dirigió el gobierno tan sólo siete meses, entre 1954 y 1955. Sin embargo, quedó en la conciencia política francesa como un modelo de ética y responsabilidad. Tras su dimisión, a causa de la crisis argelina, uno de sus amigos, Albert Camus, el más digno escritor de Francia, lanzó una campaña (infructuosa) para que Mendès-France volviera a dirigir el país. Camus conocía bien el barrio donde se estableció la condesa de Boufflers y donde nació Mendès-France. Durante la ocupación había dirigido el diario clandestino Combat desde el número 100 de la Rue Réaumur, justo al lado de la redacción donde se editaba el Pariser Zeitung, el diario de las tropas ocupantes. No había lugar más seguro.

A una esquina de donde nació Mendès-France, durante la noche del pasado miércoles, el fotógrafo René Robert, de 84 años, falleció congelado en una acera. Cayó desvanecido y nadie se interesó por él. Le dejaron morir.

Cada rincón de cada ciudad acumula historias y fracasos.

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