“Es urgente un plan de choque que devuelva vigor a la atención primaria”
Beatriz González López-Valcárcel, una de las voces más respetadas de España en el ámbito de la economía de la salud, avisa de que las listas de espera aflorarán con fuerza
Beatriz González López-Valcárcel (Vigo, 62 años) es catedrática por la Universidad de Las Palmas y una de las voces más respetadas de España en el ámbito de la economía de la salud.
Especial: El nuevo contrato social
Pregunta. ¿Ha revelado el coronavirus algún vicio oculto en el sistema sanitario?
Respuesta. Han aflorado tensiones, como la necesidad de profesionalismo y liderazgo clínico. También la burocratización de los centros públicos, con profesionales sanitarios sometidos a gerentes designados más por lealtad política que por capacidad demostrada. La gobernanza del sistema sanitario tiene una arquitectura institucional poco apta para decisiones rápidas y ágiles. En España hay cierta tradición de usar la sanidad como arma arrojadiza con fines políticos, lo que resta eficacia al Consejo Interterritorial del Servicio Nacional de Salud (SNS). Otro gran problema es la debilidad del Ministerio de Sanidad.
P. ¿La descentralización ha contribuido a ello?
R. La descentralización es a la vez un punto fuerte y una limitación. Permite tomar decisiones adaptadas a cada comunidad y la competencia por comparación. Pero estas grandes ventajas quedan limitadas por la fragmentación del sistema de información, que impide la inteligencia en red.
P. Son nuevos problemas que se suman a los ya conocidos.
R. Faltan recursos, sobre todo en atención primaria y en salud pública. Es necesaria una agencia de salud pública del SNS, que puede hacerse de modo casi virtual, aunando y coordinando capacidades de las comunidades autónomas sin edificar pirámides burocráticas ni competir ahora por las competencias y luego por las responsabilidades. La atención primaria exige una dinamización del anquilosado modelo e ir hacia otro con consultas más necesarias o resolutivas. Muchos problemas graves, pero no urgentes, han quedado aparcados. Las listas de espera aflorarán con fuerza y exigirán soluciones audaces. También es previsible la presión de la industria para lograr financiación pública de cualquier innovación, sin tener en cuenta su coste-efectividad.
P. ¿Ha servido la Comisión para la Reconstrucción para hacer un buen diagnóstico?
R. Los problemas quedaron bien diagnosticados. En la dinámica de la negociación se fueron cayendo algunas de las propuestas mas valientes y rompedoras. El resultado final es un dictamen voluntarioso, con destellos de cambio pero muchas propuestas poco definidas y otras que sirven para que nadie se quede fuera. Podemos inferir qué propuestas han sido rompedoras por el ruído que provocaron, como la prohibición de financiación de la formación continuada de los profesionales por la industria. Otras, como acabar con MUFACE, desaparecieron del texto. Me ha decepcionado la fórmula elegida para flexibilizar la captación, retención y estabilización de profesionales sanitarios. En la práctica es similar al de la universidad, que ha exacerbado la endogamia y hecho desaparecer la competencia.
P. ¿Qué soluciones es necesario aplicar ya con urgencia?
R. Habría que tener preparados planes de contingencia para crisis de este tipo y poner en marcha la agencia estatal de salud pública para aplicar decisiones coordinadas y fundamentadas científicamente. Y es urgente un plan de choque para la atención primaria que le devuelva el vigor, prestigio, capacidad resolutiva y la dimensión de acción comunitaria.
P. ¿Y a medio y largo plazo?
R. La sanidad debe diferenciarse más de la Administración General del Estado, porque un hospital no es un centro administrativo, y los profesionales sanitarios necesitan incentivos, motivación, reconocimiento profesional y perspectivas en un momento en el que hay un sector privado pujante.
P. ¿Se está convirtiendo la división política en un lastre para el SNS?
R. Sí, es un lastre para consensuar soluciones y también para ponerlas en práctica.
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