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Columna
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Sueños para vencer la pandemia

La hecatombe política de Brasil demanda respuestas. ¿Cómo imaginar un futuro escuchando a líderes del pasado?

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante una protesta el pasado 17 de mayo.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante una protesta el pasado 17 de mayo.Adriano Machado (REUTERS)
Carol Pires

La política es un ejercicio de futuro. Antes de construirlo, lo dibujamos en nuestra imaginación: es el primer paso rumbo al cambio. ¿Pero cómo soñar con un futuro distinto si la imaginación está hecha de fragmentos de un pasado malogrado?

La crisis mundial de las democracias liberales ya nos avisaba de la urgencia de recuperar la imaginación política. ¿Cómo superar a nacionalistas de ultraderecha como Jair Bolsonaro en Brasil? ¿Cómo mantener la libertad en redes sociales sin dejar que acaben distorsionando valores importantes como la verdad y la justicia?

Mientras observamos cómo la naturaleza se recupera por la desaceleración del planeta, Brasil experimenta un aumento de la deforestación de la Amazonia. Mientras los diarios de todo el mundo informan sobre planes para combatir el virus o reactivar la economía, aquí vemos a la Policía Federal llevar a cabo operaciones en contra de simpatizantes del Gobierno que han creado una poderosa red de noticias falsas.

La hecatombe política de Brasil demanda respuestas urgentes. ¿Cómo podemos imaginar un futuro político fructífero si seguimos escuchando a los mismos líderes del pasado, los mismos que nos han llevado hasta aquí? La pandemia del coronavirus advierte a los nostálgicos de que ya no hay vuelta atrás.

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Quienes han ofrecido las mejores soluciones para esto que vivimos son, precisamente, quienes se encontraban hasta hace poco fuera del tablero político. De los países que mejor han combatido la pandemia, siete están gobernados por mujeres. Y en Brasil, la ONG Central Única de las Favelas ha logrado crear un programa de ayuda financiera de emergencia a las madres de las periferias antes de que lo haga el Gobierno federal, posiblemente porque ya saben —hace mucho— que la mayoría pobre y negra no está entre sus prioridades.

El neurocientífico brasileño Sidarta Ribeiro, que desentrañó la ciencia de los sueños en el libro O Oráculo da Noite, recomienda una solución lúdica: soñar. No soñar en el sentido publicitario que ha acuñado la ecuación “sueño es igual a deseo que es igual a dinero”. Sino soñar como lo hacían nuestros ancestros, como ejercicio para entender nuestros miedos, para solucionar problemas y encontrar pistas para el futuro. “Será necesaria una gran expansión de consciencia”, dice Ribeiro, “para escapar de esta trampa de símbolos que nos hemos inventado, esta mezcla peligrosa de alta tecnología y bajos instintos”.

La respuesta para nuestra crisis no vendrá de financieros ni de políticos, sino de líderes como Ailton Krenak. Cuando al pensador brasileño le preguntaron cómo sobrevivirán a Bolsonaro los pueblos indígenas, contestó: “Hace quinientos años que los indígenas resistimos. Estoy más preocupado por los blancos, por cómo escaparán de esto”.

Para el pueblo krenak, como para muchas culturas andinas, las montañas y los ríos tienen sentidos y personalidad. Nosotros, como lo negamos, permitimos que esos lugares se vuelvan depósitos de nuestros residuos: prácticamente un atajo hacia el abismo. Para Ailton Krenak, quienes invaden y explotan los territorios indígenas lo hacen porque no aceptan que existan otras formas de existencia tan alegres y creativas. Por eso cantan y bailan como ejercicio de resiliencia: “Cuando uno siente que el cielo está bajando mucho, hay que empujarlo y respirar”.

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