Max Harwood: “Me gusta interpretar un papel gay, pero quiero que los actores ‘queer’ podamos hacer cualquier personaje”
Este actor británico es tan desconocido hoy como el día en que se postuló para el papel del musical ‘Everybody’s Talking About Jamie’, pero tras su estreno, solo dentro de unos días, todo podría cambiar para él
Una pandemia no se le hace corta a nadie, pero la espera en la que Max Harwood ha pasado el último año y pico de su vida es digna de mención: este estudiante de interpretación había conseguido, sin la ayuda de agentes, representantes ni nadie, únicamente con un vídeo y una serie de audiciones, no solo su primer trabajo, sino el papel protagonista de una película de razonable presupuesto; y no cualquier papel protagonista, sino Jamie New, el transformista que da nombre a Everybody’s Talking About Jamie, el musical inglés más aclamado y querido de las últimas décadas.
Filmar tan esperada película le había proporcionado el debut más sonado en la memoria reciente y, durante un tiempo, el actor pensó, qué cosas, que 2020 –fecha original del estreno– sería un gran año. “Desde entonces, todo ha sido un ejercicio en paciencia”, se lamenta, y desde el ángulo Zoom se ve cómo entierra un poco la cabeza entre los hombros al recordarlo. “Más que nada es la anticipación, supongo, de saber que todo esto está en camino. Pero solo tener la oportunidad ya fue privilegio y bueno, ya tenemos fecha y nos van a ver en más de 200 países”. El 17 de septiembre, cinco días después del 24 cumpleaños de Harwood, Everybody’s Talking About Jamie se estrenará en Amazon Prime Video. La espera está a punto de llegar a su fin.
También acabará la historia de un casting imposible: si ya es raro protagonizar una película sin experiencia alguna, hacerlo sin ayuda es directamente una lotería. “Era un casting abierto”, se explica él. “Yo estaba en segundo de interpretación, en la Urdang Academy de Londres, donde se supone que no puedes presentarte a papeles mientras estudias. Prefieren guardarte hasta que estés listo para salir a la calle. Pero bueno, yo mandé un vídeo, que gustó, y luego me llamaron para otras siete reuniones. Me travistieron: era la primera vez que me lo hacía. Me lo pasé bien porque me quité toda la presión desde el principio. ‘Es imposible que lo consiga, es demasiado mi sueño protagonizar una película musical’. Solo me di cuenta de que todo era de verdad cuando me ofrecieron el papel. ‘Anda, quieren trabajar conmigo. Supongo que les he caído bien de verdad, no estaban haciéndose los simpáticos”.
Harwood asume uno de los roles más agradecidos del teatro musical reciente: el de un chaval de las afueras de Sheffield, una ciudad industrial de South Yorkshire, que decide que irá al baile de fin de curso vestidio de drag. Mientras aprende de esta cultura, y el significado de la visibilidad LGTBI, lidia con los consabidos obstáculos de estas tramas —un padre que al principio no le entiende, los abusones de clase— y estrecha amistad con un veterano del asunto, el dependiente de una tienda de segunda mano con legendario pasado como la drag Loco Chanelle.
En la película, a este último lo interpreta el nominado al Oscar Richard E. Grant (Gosford Park). “Mi primer día de rodaje fue con él, un actor de leyenda. Y debo decir que rompió muy rápidamente mis ideas sobre cómo es la gente con ese grado de prestigio: es la persona más humilde del mundo, exactamente lo que quiero ser yo en 20 o 30 años”, recuerda Harwood. En general, oírle hablar del rodaje es como preguntarle a un niño por la fábrica de Willy Wonka: “El equipo fue de lo más amable conmigo. Especialmente los cámaras, que siempre me explicaban el tamaño del plano, dónde estaba yo dentro del eje, dónde tenía que mirar... Fue un máster de cine de 12 semanas”.
En Jamie se han proyectado incontables chavales LGTBI desde el estreno de la obra original en 2011, algo que a Harwood no preocupa especialmente (“toda película es más grande que una única persona”, alega). Él no practica nada de drag, más allá de ver Drag Race religiosamente, pero llega al personaje de otra manera. En lo profesional, es un amante del teatro musical (“me crié metiendo el VHS de Oliver (1968) y Annie (1981) en la tele de mi cuarto”). En lo biográfico, él también tuvo que aguantar a abusones en el colegio, aunque le pidieron perdón cuando salió del armario a los 18 años. “Me gusta interpretar un papel queer y quiero hacerlo más. Y también quiero papeles que no estén solo definidos por su sexualidad, y que los actores queer podamos hacer cualquier personaje”, anuncia.
Él es el primer creativo de su familia (“lo cual está genial porque no tengo que compararme con nadie”), pero está cumpliendo con creces el sueño de todo niño actor. “Bueno, sobre mi sueño te diré... A ver, esto suena a historia falsa e inventada pero te juro, juro, juro que es verdad: a los 16 trabajaba en un cine, me tocaba hacer cosas como servir palomitas, barrer la pantalla, romper las entradas de los espectadores... Y veía las películas. Recuerdo ver a Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre. Y recuerdo pensar, ‘¿No sería un sueño genial e improbable ser literalmente Jennifer Lawrence?’. Creo que eso fue un pequeño comienzo. Me hizo estudiar interpretación en la universidad, para teatro. De cine no estaba seguro. Bueno...”.
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