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Michel Franco y la respuesta mexicana a ‘Parásitos’: “Mucha gente quiere cerrar los ojos y pensar que vivimos en Disneylandia”

El director mexicano está a gusto con la polémica. Su última película, ‘Nuevo Orden’, ha levantado polémica en México y ha recibido comparaciones tan afortunadas (como ser el Bong Joon-Ho de allá) como escabrosas (la han comparado también con la racista ‘El nacimiento de una nación’)

Michel Franco posa para ICON en el pasado Festival de San Sebastián, con gesto de resbalarle las controversias.
Michel Franco posa para ICON en el pasado Festival de San Sebastián, con gesto de resbalarle las controversias.Antonio Macarro

Michel Franco (Ciudad de México, 1979), hombre tranquilo, caballero imperturbable. Así era, al menos, en septiembre del año pasado, en el Festival de San Sebastián, donde fue miembro del jurado y presentó además su nueva película, Nuevo orden, que llegaba aún con la resaca de aplausos y del León de Plata de la Mostra de Venecia. Allí, la prensa internacional la había comparado con Parásitos, del coreano Bong Joon-Ho, por su crítica contra la tensa polarización social. Su sexto filme es un drama distópico de acción adrenalínica que imagina una revolución violenta que deriva en una militarización corrupta. Sigue siendo cine social, el género en el que siempre se mueve, pero es un paso fuera de su alabada comodidad. Nada de retrato íntimo de personajes: muchos puntos de vista, planos secuencia, cientos de extras.

Una película ambiciosa, y también polémica y provocadora hasta para Franco, a gusto con un cine que siempre provoca debate por sus temas, desde el bullying en Después de Lucía (2012) a la eutanasia en Chronic (2015), y, sobre todo, por sus finales abruptos, moralmente en la cuerda floja, que, sin embargo, son parte de su éxito. “Con Después de Lucía, la gente me decía que quién la iba a ver con ese final horroroso. Y justo funcionó porque dijeron que el acoso escolar hay que hablarlo de frente. Ojalá suceda lo mismo en una escala mayor con Nuevo orden”, decía en San Sebastián. Pero unas semanas después, el estreno del tráiler de Nuevo orden ya enfadó al público mexicano.

Cuando la película, en plena pandemia, llegó a más de 2.000 salas de su país, las críticas arreciaron, llegando a compararla con el hito cinematográfico del Ku Klux Klan, El nacimiento de una nación. Franco se mantuvo tranquilo, convencido como estaba en septiembre de que su película es “un llamamiento incómodo”. Por eso provoca. “Mucha gente quiere cerrar los ojos y pensar que vivimos en Disneylandia”, responde.

Empezó a escribir Nuevo orden hace seis años inspirado por el ascenso de la ultraderecha. Después, la revuelta de los Chalecos Amarillos en Francia le reafirmó en su planteamiento. “Es un movimiento donde no hay líderes, ni izquierdas o derechas... La única constante es la insatisfacción de la gente”, continúa. La pandemia y la polarización en el mundo, como mostró el Black Lives Matter, le decidieron a seguir adelante con el estreno urgente del filme. “El ejemplo más claro durante la pandemia es este mensaje en México: ‘Lávate las manos constantemente con agua y jabón’. La cantidad de gente que no tiene agua corriente en casa es enorme, son 60 millones de pobres. Hay una falta de empatía tremenda, y sin empatía no hay esperanza”, dice para, inmediatamente, declararse optimista. “Hacer una película así es un acto optimista, hablar abiertamente de lo mal que estamos viviendo. Lo que no vemos y no hablamos es lo que nos acaba matando”.

Y salta a justificar la violencia en su filme, verbal en las clases privilegiadas y física en las más desfavorecidas. “Cuando te hablan de la Revolución Francesa en la escuela te cuentan solo lo bonito, la libertad, la igualdad... pero fue sanguinaria. Mejor asumamos hacia dónde estamos yendo con esto. El sentido de esta película, presentar toda esta violencia, es que no lleguemos a eso”.

El director admite que está escrita desde su posición privilegiada, pero también porque ve en esa burbuja la opción del cambio. “Si dejáramos de lado la avaricia, si miráramos al otro...”, reflexiona. “De niño, a los cinco o seis años ya estás preguntando por qué las cosas son así en el país, porque conduces por la ciudad y en diez minutos pasas de una zona tipo favelas a una rica. Cualquier niño se da cuenta de que eso está mal, luego creces y te acostumbras y dejas de cuestionarlo, pero es una bomba de tiempo”.

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