Jose y Nicolás Coronado nos desvelan el secreto para convertir una sobremesa en el momento más especial de estas fiestas
Padre e hijo nos recuerdan junto al icónico whisky de malta Cardhu la importancia de las relaciones sinceras y duraderas y de hacer que cada momento cuente
Si algo nos ha enseñado la pandemia es que no conviene dar nada por sentado: ni siquiera la posibilidad de compartir tiempo con aquellas personas con las que disfrutamos de una relación sincera. Aquí no hay poderes súper heroicos que valgan: nada que nos haga regresar al pasado o detener el tiempo para poder repetir y alargar esas ocasiones especiales tanto como queramos. Cada momento cuenta.
Cardhu, el icónico whisky de malta, ha sentado a la mesa a la gran estrella del cine español Jose Coronado junto a su gran apoyo, confidente y amigo: su hijo Nicolás. Juntos por primera vez ante las cámaras, ambos han brindado por los buenos momentos compartidos y también por aquellos que están por venir. Compatir una copa de buen whisky de malta es solo la excusa para “sentarse a charlar tranquilamente en una sobremesa”, dice Jose. “Uno de los momentos que más disfruto es estar con los míos”, reconoce el actor de películas como No habrá paz para los malvados o La vida de otros.
La complicidad entre los Coronado es total. “Tenemos que hacer algún plan más los dos”, propone José. “¿Tipo Thelma y Louise?”, pregunta Nicolás. “Tipo padre e hijo. Tipo AMIGOS”, replica Jose. Este diálogo resume una relación sincera y duradera que va más allá de la paterno-filial, una de esas que crea recuerdos que perduran para siempre en la memoria. Como dice Nicolás: “Nosotros siempre hemos sido muy cómplices y hemos compartido muchos momentos en la vida en los que hemos podido hablar desde el corazón. Cuando hemos pasado mucho tiempo sin vernos decimos ‘¡oye, tenemos que recuperar eso!”.
Entre sorbo y sorbo de Cardhu, ambos van desgranando recuerdos vividos, siempre con buen humor. “Últimamente me estoy acordando mucho del primer rodaje al que me llevaste”, le comenta Nicolás a su padre. “Pero, ¿tú cuántos años tenías?”, replica Jose. “Yo creo que tenía 12”, responde Nicolás. José abre los brazos y exclama: “¿Y te llevé a ver un rodaje en vez de llevarte al fútbol?”. En otro momento echan la vista atrás para rememorar un viaje conjunto a Ecuador. “¿Qué fue lo que comimos?”, pregunta Jose. “¡Cuys! ¡Que eran como unas cobayas!”, responde Nicolás, provocando que su padre estalle en una risotada.
Las notas a miel dorada y el carácter delicado y afrutado de Cardhu 12, envejecido durante 12 años para lograr ese toque dulce y suave, envuelven la conversación de los Coronado, favoreciendo las confidencias entre ambos, llenas de respeto y de cariño mutuo. José confiesa a su hijo que de él ha aprendido lo que es la generosidad, mientras que Nicolás contesta que su padre le ha enseñado lo que es la honestidad. “Honestidad, bonita palabra”, sentencia Jose. Porque no solo nos sentamos a la mesa para comer y beber sino, sobre todo, para celebrar el placer de estar juntos y crear recuerdos imborrables.
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