Cuidado con lo que desea

ICON cumple diez años y, por una vez, no encontrará en nuestras páginas secciones históricas como el Humano del Mes, que cada mes ilustra María Picassó, o las columnas de la redacción. Con su permiso, en su lugar hay una fiesta: hemos reunido a casi un centenar de amigos, muchos de ellos familia, para celebrar que, con solo una década de vida, podemos decir que sabemos quiénes somos. Obviamente no nos hemos convertido en nadie en concreto: por nuestras páginas han desfilado actores, diseñadores, cineastas, arquitectos, escritores, políticos, modelos, artistas, fotógrafos, músicos, diplomáticos, filósofos, influencers, bailarines o directores de orquesta, y por supuesto no solo hombres. ICON nació como una cierta idea de la elegancia y hoy quiere representar una cierta idea de la libertad.

Hemos aprendido mucho. No sabríamos en qué consiste realmente la revolución Netflix si los protagonistas del bombazo Élite no nos hubieran hablado del vértigo de la fama estratosférica que conocieron, siendo muy jóvenes, de un día para otro. Y no tendríamos ni idea sobre la vida real de un actor, esa mayoría que no se encuentra de repente con diez millones de seguidores, si muchos de ellos no nos hubieran contado lo que ocurre durante ese tiempo (en ocasiones mucho más largo de lo que desearían) en que no están rodando. Tampoco habríamos sido tan conscientes de los grandes cambios de ciclo –esos que convierten 2023 en un planeta muy lejano de 2013– de no haber hablado con sus protagonistas. Me refiero al feminismo, a lo queer, al Brexit, a las redes sociales, a la vuelta de la artesanía o a la revolución de la moda masculina (Elizabeth Duval, Jacobo Bergareche, Manuel Segade y Tomás Alía, entre otros, lo desarrollan).

Hemos sobrevivido a la revolución digital gracias a una web que ya tiene una identidad propia y nos hemos aprovechado de algunos movimientos tectónicos: los implantes capilares, que han cambiado el horizonte craneal de la población masculina... nos trajeron una portada con Cristiano Ronaldo, que estaba promocionando su clínica. En ocasiones hemos vivido estos conflictivos fenómenos muy de cerca: todavía recuerdo el verano en que nos invitaron a irnos del restaurante de un conocido hotel de París por los cortísimos shorts que llevaba Nono Vázquez, nuestro director de moda. Es lo que tiene ser un adelantado. Llega a pasar el junio siguiente y nos habrían invitado a comer.

La moda siempre ha sido un valor refugio para ICON, una forma de rechazar sin violencia ciertos estereotipos de lo que se supone que es un hombre. “Cuidado con lo que desea”, advertía Eugenia de la Torriente en su columna del segundo número: el estilo masculino estaba a punto de cambiar, lo único es que no sabíamos cuánto (al final fue para bien). Visto con perspectiva, la redacción era un buen barómetro para detectar qué tendencias merecían adhesión y qué otras indiferencia. Al principio Lucas Arraut, fundador de la revista y director de la misma los seis primeros años, aprovechaba cualquier momentito que tuviéramos libre durante los desfiles en Milán para comprarse una chaqueta vaquera (o alguna bota de Prada si tenía un buen descuento). Y durante una temporada Tom C. Avendaño, hoy subdirector, venía a la oficina en su bicicleta de carreras, eso sí, con unas botas Timberland sobre los diminutos pedales: un heroico pero peligroso fashion statement digno de Jacinto Antón.

Aquí siempre hemos admirado el estilo propio. Josie, estilista de muchas grandes historias de los inicios, quiso poner de moda las galochas. Paloma Lorenzo, nuestra directora de arte fundacional, llevara lo que llevara en nuestras fiestas siempre parecía que iba envuelta en Dries Van Noten. Y hablando de Dries: cómo olvidar que Nono se volvió a ganar una reprimenda de algún directivo por plantarse –de nuevo– en shorts en una de nuestras fiestas de ICON Design. La verdad es que iba muy guapo: los pantaloncitos tenían un estampado psicodélico a juego con su camisa.

Sería imposible citar aquí a todas las personas que han pasado por la revista, que han colaborado de la forma que sea y gracias a las que hoy somos lo que somos. “Lo más importante que se hizo en los ochenta, a nivel artístico, fue el cancionero de esa época”, me dijo Pedro Almodóvar en un momento de la conversación que mantuvimos para el tema de portada de este número. Para él, el rastro de la década está en todos esos grupos que, de manera espontánea y sin buscar la trascendencia, plasmaron la sensibilidad de ese tiempo. Quiero pensar que ICON es un poco el registro de lo mejor de estos años. Gracias a todos los que, apoyando, leyendo o trabajando, lo habéis hecho posible. Es mucho más de lo que deseábamos.

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