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Hombre grande y perro pequeño: las verdades tras el tándem que triunfa en las redes

Chihuahuas, pequineses o pomeranias han sido siempre perros asociados a lo femenino, pero desde hace un tiempo hombres famosos, forzudos y deseados presumen de sus canes pequeños y crean una nueva brecha en lo que se consideraba la masculinidad hegemónica

El actor Glen Powell y su perro Brisket en el estreno de 'Twisters' este mes en Los Ángeles.
El actor Glen Powell y su perro Brisket en el estreno de 'Twisters' este mes en Los Ángeles.VALERIE MACON (AFP via Getty Images)

Cuando Paris Hilton convirtió a su Chihuahua Tinkerbell en una criatura que adornaba un bolso comenzó la era en la que celebridades y personalidades adineradas llevaban con orgullo a sus mascotas pequeñitas siempre consigo como si fueran otro charm más de sus bolsos de alta gama. Por aquel entonces, era imprescindible que las mascotas tuvieran pedigrí, aunque en la actualidad, las celebridades tienden a apostar por perros igualmente diminutos, pero en muchos casos, adoptados.

La responsable de recoger el relevo de Paris Hilton es Demi Moore, que hizo de su perra Pilaf, que sufre de lengua colgante (las razas bonitas y pequeñas que se ponen de moda suelen tener muchos problemas de salud) la estrella del Festival de Cannes. La edición americana de la revista Vogue escribió que “el mejor accesorio” de la actriz era su perra (si es conveniente considerar a un animal un accesorio es otro asunto). Harper’s Bazaar señalaba que Demi Moore “había accesorizado su conjunto de Carolina Herrera con su perra Pilaf”.

Las publicaciones convertían así a las mascotas en una suerte de complemento de moda, pero mucho antes, en los perfiles de las aplicaciones de citas, muchos hombres ya se habían dado cuenta de que posar con sus perros los convertía en unos hombres de imagen más dulce y, por lo tanto, más deseables y deseados.

El 29 % de los miembros de Tinder admite haber añadido una foto con un perro en su perfil para aumentar sus posibilidades de encontrar pareja. Como revelan los datos de la aplicación, quienes lo hacen consiguen un 5% más de matches que otros usuarios. Sin embargo, ya no hace falta recurrir a estas apliciones para que los hombres posen con orgullo con sus perros, pues ahora los famosos llevan a los animales con los que comparten su vida tanto en la alfombra roja como en sus entrevistas y viajes, y por descontado, posan con ellas en sus redes sociales, desatando instantáneamente una oleada de suspiros.

Pero si antes figuras como Jake Gyllenhaal presumían de sus grandes canes (él tiene un Pastor Alemán llamado Atticus), los actores más deseados tienen ahora perros de tamaño reducido, algo que fascina a muchas mujeres. Como indica un estudio de la Universidad de Jaén publicado en Journal of Veterinary Behavior, cuando un hombre pasea a un perro pequeño, las mujeres le consideran menos intimidante y amenazador que cuando está solo. Quizás, si en la encuesta virtual de TikTok que preguntaba a las mujeres si preferirían quedarse solas con un oso o con un hombre desconocido, se hubiera sumado a ese hombre la compañía de un perrito, la respuesta mayoritaria no habría sido “el oso”...

La extraña pareja

Glen Powell no se despegó en la grabación de Twisters de Brisket, un perro al que adoptó durante el rodaje y con el que ha posado en el estreno del largometraje. “¿Puede Glen Powell adoptarnos a nosotras también?”, se pregunta la edición australiana de Elle. Por su parte, Sofia Vergara permitió que Joe Manganiello se quedase con su perra Bubbles tras el divorcio, pues el actor era incapaz de separarse de ella, con la que posa siempre en sus redes sociales. Hace una semana dedicó en Instagram un emotivo mensaje a Bubbles (no confundir con el mono de Michael Jackson) acompañado de diversas imágenes en las que posa con ella. ¿El comienzo de su carta de amor canino? “A veces, un perro no es sólo un perro…”.

Joe Manganiello y su perrito Bubbles el pasado marzo.
Joe Manganiello y su perrito Bubbles el pasado marzo.Araya Doheny (Getty Images)

Lo llamativo es que antaño los hombres musculados siempre apostaban por perros de apariencia agresiva y tamaño titánico, mientras que ahora, muchos eligen perros delicados y minúsculos. Raúl González Macías, sexólogo, educador y divulgador, explica que hasta hace poco, y según lo que mostraban los estereotipos, primaba la idea de tener como compañero a un animal que reforzara los valores hegemónicos asociados a la masculinidad. “Entre estos valores íntimamente relacionados con lo masculino y los perros, podemos encontrar la fortaleza, el tamaño, la lealtad y la presencia agresiva que infunde miedo y respeto. La diferenciación en base a los roles de género, no sólo ha permeado en las propias vivencias que los sujetos tienen de sí mismos, sino en cómo esas identidades se complementan también con los animales que nos acompañan. Los hombres buscan ese refuerzo identitario a través de los perros y se diferencian así de lo femenino, más asociado a la compañía de gatos”, explica. “Esta tendencia de hombres musculosos con perros pequeños puede venir acompañada de una pequeña vuelta a la idea de lo masculino, donde quizás esto puede servir y ser útil como algo que ciertas mujeres puedan erotizar en dichos hombres. Es una forma de acercarse a la deseabilidad de las mujeres a través de perros pequeños que generalmente, tanto han llamado la atención en el ideario de lo que hemos entendido socialmente como femenino”, comenta.

Por una parte Erick Pescador Albiach, sociólogo, sexólogo y especialista en desarrollo de la cultura del cuidado, explica que un hombre de aspecto rudo que presume de su mascota pequeña podría indicar tres aspectos. “Puede intentar demostrar al mundo que a pesar de su fortaleza y aspecto duro, en realidad tiene un gran corazón, que disfruta protegiendo a los demás”, asegura. Otra opción es, señala, que se trate simplemente de... una nueva forma de ligar. “La otra posibilidad es que su debilidad, pequeñez e inseguridad interna le obligue a mantener el tipo poderoso dentro, pero que para expresar sus otras emociones, lo haga desde fuera, con un alter ego pequeño y aparentemente desvalido”, explica.

Hafthor Bjornsson, el actor de más de dos metros de altura que daba vida a La Montaña en ‘Juego de Tronos’, no sólo posa siempre con su perro pomerania, sino que entrena con él, como demostró en un vídeo en Instagram, en el que aseguró que su entrenamiento con Asterix, que es como se llama su perro, fue “el training de cardio más intenso” que había hecho en mucho tiempo.

“Cuando veo a un hombre con un perro minúsculo, pienso inmediatamente que está cuidando de la mascota de su novia”, dice un hombre que es preguntado por la calle acerca de esta tendencia en el documental Big Men, Small Dogs, que escribe, produce y dirige Cat Mills. Decidió poner en marcha el proyecto al darse cuenta en Toronto de que había gran cantidad de hombres de gran tamaño que paseaban a unos perros tan pequeños que pensó que eran gatos. “Inmediatamente llamó mi atención, y lo percibí como algo divertido, pero luego comencé a pensar en ello y a preguntarme por qué pensaba que era tan divertido. Sentí que el hecho de que los hombres se sintieran seguros de tener perros pequeños y femeninos realmente mostraba un cambio en nuestras normas de género, lo cual fue realmente interesante. También pensé que sería una forma muy divertida y desenfadada de analizar las expectativas de género”, explica la directora. Su perspectiva no es extraña: por lo general, la ficción ha recurrido a enfrentar a hombres y perritos pequeños para hacer comedia. En Solo los tontos se enamoran, Matthew Perry intenta convencer a Salma Hayek que cambien a su chihuahua por un doberman. En la saga Una rubia muy legal, el chihuahua de la protagonista sirve para remarcar su condición de pija, repipi y cursi. Cuando el perro lo llevaba un hombre, este era indudablemente homosexual.

Mills asegura que con su documental quiere retratar las suposiciones que la gente hace acerca de los hombres que tienen perros pequeños. Por un lado ciertas mujeres los encuentran dulces y cariñosos, por otro, tanto esas mismas mujeres como otros hombres piensan, en un primer momento, que el perro debe de pertenecer a una novia. “Encuentro la masculinidad muy interesante en este momento. Se está produciendo un cambio entre los hombres en el que están empezando a cuestionar su identidad y lo que significa ser un hombre”, comenta.

Raúl González Macías se muestra excéptico con el hecho de que acciones concretas conlleven cambios en las expectativas de género. Según opina, lo que se puede entender como una ruptura de los valores asociados a lo masculino puede no ser otra cosa que una resignificación de lo masculino adaptado al presente. “Los cambios en la superficie tienen que ir acompañados de transformaciones en las conductas y las acciones para que estas puedan tener un valor colectivo de cambio. De nada sirve tener un perro pequeño o pintarte las uñas si tu forma de estar en el mundo va a seguir construyéndose y reforzándose en base a la idea de que por ser un hombre tienes que ser el proveedor del hogar o proteger a tu pareja de otros hombres. De nada sirve tener un perro pequeño, por muy cuqui que parezca, si sigues creyendo que la libertad sexual devalúa a las mujeres, o que por naturaleza tienden a mentir y exagerar o las vas a invalidar cuando denuncian las agresiones que sufren”. Como dicen los carteles: cuidado con el perro. Es un buen comienzo, pero valórese quién va detrás.

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