“Que nos vean jugar y luego juzguen”: la liga que ha devuelto la ilusión por el fútbol a los barrios gitanos de Barcelona
Alrededor de 200 jóvenes se implican cada semana en una liga de fútbol 7 antirracista que ha creado comunidad en distritos como La Mina, San Roque y Zona Franca
Suena el himno de la Champions en un campo de fútbol de Vall d’Hebron. Es de noche a las ocho de la tarde en Barcelona, los jugadores calientan antes del partido más importante de la jornada: Hinojos, del barrio de La Mina, contra Balichós, de Zona Franca. Alguien sube las expectativas de lo que está a punto de suceder: “Estáis ante el mayor espectáculo del mundo”. No se sabe si del mundo entero, pero sí del que engloba a los 200 jugadores de la Gipsy League y de sus centenares de aficionados, que desde hace un mes se reúnen cada sábado para ver los partidos de la jornada y que ha vuelto a unir al deporte a decenas de jóvenes de los barrios gitanos de la ciudad.
El partido de hoy es su Barça-Madrid. En mitad de la banda, Fifa, el mote de Manuel Montero, uno de los presidentes, comenta los partidos desde las 15.00 de la tarde armado con tres micrófonos: uno para la retransmisión en Twitch, otro para el altavoz del campo, y un pinganillo para hablar con los otros tres presidentes de la liga presentes en la cancha. Comenta las jugadas polémicas del partido anterior con el árbitro, que lleva en el pecho una GoPro que retransmite en directo las imágenes en el canal de Twitch de la liga.
Es fútbol 7 en partidos de 40 minutos, pero hay tantas normas diferentes (algunas heredadas de la Kings League de Gerard Piqué, otras propias), que casi habría que ponerle otro nombre. Antes del partido, por ejemplo, cada equipo coge un “arma secreta” de una caja, que solo conocen los miembros y pueden utilizar en cualquier momento del partido: un penalti de un presidente, penalti de medio campo, penalti normal, penalti de un aficionado, robo de carta, sanción a un rival durante dos minutos o que los goles valgan doble durante dos minutos.
“Es un super clásico”, asegura otro de los presidentes, Francisco Vargas. “De La Mina y de Zona Franca siempre han salido los mejores equipos y estos fueron los primeros que se crearon, entonces existe una rivalidad histórica. Sana, claro, en la Gipsy somos como una gran familia”, comenta Vargas. Antes del sábado, ambos clubes se han lanzado pullas en el lugar en el que sucede una parte de la vida: Instagram. Los Hinojos postearon, por ejemplo, un vídeo de un camarero cortando y sirviendo cochinillo (Balichós significa cerdo en caló), o una foto de un cerdo con una frase: “Mañana cerditos enjaulados en cárceles de Hinojos”.
Casi todos los equipos tienen en su nombre referencias a la cultura gitana: Flamenquitos, Unión KLo, Inter Caló, Chachipén (que significa bueno, auténtico) o los propios Hinojos (especia típica de la cocina gitana). El foco antirracista de esta liga es claro desde su biografía en TikTok (más de 9.000 seguidores): “Juega y no me juzgues”. Ese lema, explica Amadeo Montero ‘Lele’, otro presidente, resume el objetivo que persiguen. “A la comunidad gitana siempre se la prejuzga. Queríamos un slogan que dijera que primero tienen que ver la liga y luego juzguen, y no al revés”.
Los comentarios racistas, aseguran, llegaron desde el principio: “A los gitanos nos siguen estigmatizando”, explica Fifa. “Hace poco nos hicieron un reportaje y el 90% de los comentarios en Instagram eran negativos, del tipo: ‘Esperamos que el balón tenga GPS’. Pero esta liga también es importante porque muchos jóvenes habían abandonado totalmente el deporte y ahora se cuidan, entrenan o han dejado de fumar”. Aclaran, igualmente, que no todos son gitanos: “Luchamos por la integración, entonces no queríamos parecer una cosa hermética y también juega gente no gitana”.
El cambio en la vida de los jugadores es impulsado por la asociación Perfeccionamiento Global, que aporta su visión en Nutrición, Psicología y Educación Física a varios equipos de La Mina. Uno de sus miembros, David Jurado Fernández, es un habitual en el campo los sábados, por el que pasan, calcula la organización, unas mil personas cada jornada. “Hablando con los jugadores descubro que han afrontado en silencio graves problemas, que les han llevado a depresiones, drogas o ansiedades”, explica. “Muchos no han llegado a niveles más altos de fútbol no por una falta de disciplina en sí, sino por la falta de apoyo para aprender esa disciplina. La GL les ha devuelto la oportunidad de enfocarse en una ilusión y recuperar un camino física, mental y socialmente saludable”, comenta.
Todos los miércoles, desde un plató de Zona Franca, los presidentes conducen un programa de Twitch al que invitan a los protagonistas de la jornada anterior. También anuncian las sanciones por comportamientos inadecuados durante los partidos, comentan la creación de nuevos equipos o se hacen sus bromas internas: “Dicen que los Flamenquitos no jugaron tan bien porque habían estado de fiesta el viernes, hay un vídeo de uno de los jugadores cantando un fandango, si alguien tiene el vídeo que nos lo pase, que lo ponemos”, bromea Vargas en un programa. Pero el programa va más allá y busca reforzar a las estrellas de cada semana para inspirar a los jugadores que vendrán: “A lo mejor los niños de La Mina, si ven que hay un jugador de los Hinojos que marca tres goles, que está cambiando sus hábitos, pueden empatizar y estamos creando referentes positivos en nuestra comunidad”.
Uno de los iconos de la jornada de este sábado es Diego Fernández Asensio, de los Hinojos, que marca el primer gol nada más salir al campo. “Cuando uno sale confiado al campo, se nota”, comenta Fifa. El clásico avanza con dominio del equipo de La Mina, y con las normas especiales de la Gipsy: en el minuto 18 de la primera parte se para el reloj, se tira un dado gigante con número del 1 al 4 y sale el 3, lo que implica que los últimos dos minutos de la primera parte solo juegan 3 contra 3. Marca Balichós: 3 - 1.
En el descanso se sortean gorras y camisetas entre el público, la gran familia que en un mes de liga se ha consolidado. Es sucesora de la Kings League Gitana, pero un poco más organizada: tienen un reglamento escrito, un campo todos los sábados (que les cede la Escola Marcet) y árbitros fijos en cada partido. Esta profesionalización surgió de parte de Vargas y Agustín Sánchez, otro de los presidentes. Hace unos meses comentaron uno de los partidos de la Kings League Gitana, porque faltaba gente, después crearon el programa semanal “Dos locos por el fútbol”, y el éxito de audiencia fue tal que decidieron hacerse cargo. Ahora invierten mucho tiempo personal en esto, sin ninguna remuneración.
La segunda parte del clásico empieza con un saque que se han inventado. En el centro del campo, dos jugadores tienen que coger la pelota con la mano y pasarla a un compañero antes de que les toque un jugador rival. A pesar de los piques, el sentido familiar de la liga a veces se vuelve literal: hoy se enfrentan un padre y un hijo. Fifa, desde su asiento, advierte entre risas cuando el hijo da un balonazo a su padre: “Al papa no, Guillermo, al papa no”, dice en el directo de Twitch.
A pesar del 4 - 1 a favor de Hinojos, las reglas de la Gipsy tensionan el final del enfrentamiento. Los dos últimos minutos del partido se cambia el balón por uno amarillo, que implica que cada gol vale por dos. No marca nadie y gana el equipo de La Mina. Fifa, después de unas seis horas retransmitiendo, por fin se levanta. “Me voy a hacer un kitkat”, dice, refiriéndose a un descanso. Le piden una canción para el altavoz del campo y suena Marina Heredia. Diego, la estrella del encuentro, se va a la ducha contento de haber ganado a su histórico rival: “Dijimos que quien perdiera invitaba a una cena, espero que lo cumplan. Esta noche arde el Instagram y el TikTok. Cerdo a punta pala, ya verás”.
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