¿Seguir viviendo con tu ex tras la ruptura? Entre el miedo a la soledad y la necesidad económica
Hombres como el exalcalde de Nueva York o Kevin Costner conviven con sus exesposas y cada vez más parejas hacen de la convivencia el siguiente (e insospechado) paso del divorcio
En la actual temporada alta de separaciones sorpresa de celebridades, una de las cuestiones más llamativas es la cantidad de casos en los que los matrimonios, tras el divorcio, deciden seguir viviendo bajo el mismo techo durante una temporada. Es el caso de Kevin Costner, que asegura que su exmujer, Christine Baumgartner, cuyo divorcio comenzó hace dos meses, está incumpliendo su acuerdo prenupcial al negarse a abandonar la casa que ambos compartían. Los amantes de la telerrealidad y de la cultura pop menos refinada estarán también al tanto de la mediática separación de una de las parejas del reality Vanderpump rules (que en España se puede ver a través de la plataforma HayU), quienes, al mismo tiempo que airean su odio mutuo en los medios, comparten hogar por motivos económicos. “Pago una barbaridad de hipoteca, y no me voy a quedar en la ruina por culpa de los errores de otra persona”, ha dicho Ariana Madix, una de las protagonistas de este culebrón televisado, al respecto.
Incluso el mundo de la política está ya al tanto de esta tendencia: el exalcalde de Nueva York entre 2014 y 2022, Bill de Blasio, sigue convive con su exmujer, Chirlane McCray. ¿Por qué es cada vez más habitual que, durante el proceso de divorcio, las parejas sigan conviviendo?
La psicóloga Marisol Ramoneda Batlló alega tres posibles causas. “Primero está el deseo de estar con los hijos, pues marcharse del hogar reduciría el tiempo con ellos. Segundo, el hecho de que la vivienda tenga un peso relevante a lo largo de todo el proceso de separación o divorcio: puede darse el caso de que hayan adquirido la vivienda al 50% y ambos quieran seguir residiendo en la misma, por lo que lo mejor es no marcharse antes de llegar a acuerdos o que exista una resolución judicial. Tercero, por un tema económico. Una cosa es dividir los gastos entre dos y otra tener que hacer frente a los mismos de forma unilateral. También hemos de tener en cuenta que el precio de la vivienda y de los alquileres se ha encarecido”, explica.
Rocío López de la Chica, terapeuta y coautora, junto a Miguel Ángel Corrales, del libro Separada (Planeta), diferencia los casos protagonizados por matrimonios con hijos de los que no tienen. “Cuando se tiene hijos lo recomendable es mantener un tiempo prudencial la convivencia para que ellos integren los cambios que se van a afrontar en sus vidas. Los hijos necesitan sentir que no tienen que elegir entre sus padres, sino que siguen siendo familia. En la medida en la que no haya negligencias ni casos de violencia, es recomendable que se mantenga la convivencia para dar paso a la siguiente fase del cambio. Hay que cuidar el cierre. Cuidamos mucho los inicios, muy poco los durantes y nada los finales, y si se puede cuidar el final, haremos un duelo más sencillo y más corto. No somos una sociedad preparada para cierres respetuosos”.
¿Fantasía o realidad?
Tal vez resulte complicado empatizar con la situación de Costner y su exmujer. Con seguridad no se trata, precisamente, de una necesaria convivencia mantenida en un piso de 50 metros cuadrados. Tal vez resulta más fácil mentalizarse recurriendo a la ficción y al caso de Miranda y Steve en And Just Like That, quienes comparten vivienda para poder estar cerca de su hijo sin que la situación sea extremadamente insoportable.
Pero, ¿hay esperanza fuera de la pequeña pantalla? “Vemos casos de parejas con hijos en los que se apuesta por el silencio, que no suele ser aconsejable a no ser que la beligerancia sea alta. Establecer ese clima de silencio acaba soterrando emociones y energías”, explica Miguel Ángel Corrales, coautor de Separada. “Se ha popularizado aquello de hacer casa nido incluso tras la separación y somos partidarios en pocos casos, únicamente cuando la relación es muy cordial y, sobre todo, guardando cuestiones logísticas de manera responsable. Es triste ver familias en las que no había grandes problemas y que terminan mal por no haber cumplido los acuerdos de convivencia”, añade.
Lo bueno (y lo malo) de la convivencia después del amor
La importancia del duelo para superar la ruptura es esencial y hay profesionales que aseguran que lo idóneo es el contacto cero, romper la relación y bloquear el perfil de la expareja en las redes sociales. Para ellos, convivir es algo poco recomendable que puede tener grandes consecuencias psicológicas. “Desde mi punto de vista hay que ser muy maduro para poder llevarlo a cabo. Convivir con tu expareja si las emociones siguen a flor de piel te va a hacer recordar momento pasados, pasar del dolor al enfado, y puede hacer mucho más difícil y lento el proceso de superación y el cierre de etapa. Se mezclan sentimientos. En algún momento podemos odiarlo, pero en otros acercarnos de forma romántica o sexual y engañarnos a nosotros mismos”, explica Batlló.
Algo similar comenta a ICON la maquilladora Marisol (46 años). “Cuando mi expareja y yo nos separamos, decidimos seguir compartiendo casa aprovechando que viajamos mucho por motivos laborales. Ahora somos compañeros de piso, de alguna forma, pero creo que hemos conseguido hacernos amigos e incluso en alguna ocasión, ante la buena relación que tenemos, nos hemos planteado la posibilidad de volver”. ¿No es extraño compartir casa a la vez que existe la posibilidad de que ambos tengan citas con otras personas? “Desde el comienzo tuvimos claro que no íbamos a hablar de si quedábamos con alguien o no. Lo importante es trabajar nuestra convivencia y quizás, al prestar atención a nuestras dinámicas, lograr retomar la relación”, explica.
Batlló alega que, pese a todo, mantener la convivencia puede ser una opción cuando la ruptura se ha asimilado, aunque en tal caso es vital establecer normas y límites en los que se contemple qué espacio y tiempo necesita cada uno, así como gestionar el hecho de conocer a otra persona. “Se trata de fijar las normas de respeto, al igual que se tendrían esas normas si compartes piso con tus amigos o alquilas una habitación en un piso en el que ya viven otras personas”, analiza.
¿Hay algún lado bueno? Nieves Aparicio, directora y fundadora de Válory, una asesoría especializada en divorcios para mujeres, es tajante en su respuesta. “Nada más allá del ahorro”, zanja. Miguel Ángel Corrales, sin embargo, cree que si se guarda cordialidad puede ser una forma de cerrar bien el proceso y dar una oportunidad de agradecer lo vivido. “Seguir conviviendo durante un tiempo cuando hemos dado por finalizada la naturaleza de la relación nos da la oportunidad de convertirla en una amistad o en una relación más familiar”, asegura. Rocío López de la Chica cree que puede aportar beneficios si la convivencia tiene fecha de caducidad, pero si no sabemos cuándo va a cesar, se puede convertir en una agonía.
¿Es posible que, ante el miedo a estar solos terminemos, en ocasiones, viviendo con una pareja en casa, teniendo vidas paralelas sin apenas interactuar y convirtiéndonos en meros compañeros de piso? “Lo que más une a las relaciones no es el amor, sino el miedo a la separación”. No es, precisamente, un final feliz. Pero cabe la posibilidad de que ni tan siquiera sea un final.
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