Esta promoción es un desastre: cuando egos, romances e insultos arruinan la presentación de películas
El caso de ‘Don’t Worry Darling’ es el último de una larga lista de películas que vieron como ganaban titulares en la prensa de todo el mundo, pero no por los motivos que sus creadores hubiesen deseado
La proyección de la película Don’t Worry Darling en el Festival de Cine de Venecia ha despertado expectación, pero no tanta como el culebrón protagonizado por los miembros de su equipo a la hora de promocionar su trabajo. Florence Pugh, la actriz principal, directamente no ha colaborado en la promoción de la película; Harry Styles, que solo llegó al turbulento rodaje después de que el protagonista inicial, Shia LaBeouf, dejara la película a medias, pareció escupir sobre su compañero Chris Pine antes de comenzar la proyección (su representante lo niega); Olivia Wilde, la directora, que durante la filmación terminó su relación de nueve años con Jason Sudeikis (Ted Lasso) para iniciar una nueva con Styles ―su pareja actual―, se mostraba incapaz de contener la tensión entre su equipo. Todo esto ha sido pasto de especulaciones y memes en internet, que ha encontrado en este sainete un entretenimiento perfecto.
Más de un productor desearía que sucesos como este fueran una excepción en Hollywood, pero en muchas ocasiones las tensiones traspasan los rodajes y se materializan en promociones caóticas. Como estas.
El increíble ego de Edward Norton
Edward Norton: gran actor pero también un gran experto en generar conflicto. Es conocido por películas veneradas ―El Club de la Lucha (1999) o American History X (1998), con la que obtuvo una de sus tres nominaciones al Oscar― casi tanto como por enervar a sus compañeros de rodaje (Nick Nolte directamente se negó a seguir trabajando con él en cuanto se juntaron para leer ante el equipo el guion de Cuestión de Honor en 2008).
Pero luego está Marvel. Norton fichó para ser Hulk en la película de 2008 y cualquier secuela de la saga Vengadores. Pero su mala relación con la franquicia lo llevó a negarse a promocionar la película, ser despedido, y reemplazado por Mark Ruffalo en las películas posteriores. Los problemas llegaron antes de que se encendieran los focos. Desde que lo probó por primera vez en American History X, a Norton le gusta meter mano en los guiones de las películas en las que solo actuaba y cuando firmó por Hulk, el guion de Zack Penn todavía no estaba finalizado. Los productores le aseguraron que tendrían en cuenta todas sus propuestas. Así que el actor mandó sus sugerencias al guion: quería crear un Hulk parecido a los Batman de Christopher Nolan (2005-2012).
Marvel aceptó estas propuestas, pero el resultado, en un pase inicial, les pareció demasiado lento e intelectual. Mandaron grabar más escenas de acción. El actor estaba obligado a rodar estas nuevas escenas, pero en el momento de promocionar la película decidió viajar a África para colaborar en labores humanitarias.
La sangre no salpica a Jim Carrey
Jim Carrey tampoco promocionó Kick Ass 2: Con un par en 2013, donde ejercía del villano llamado Coronel Stars and Stripes. El motivo: el actor se había arrepentido de haber participado en la producción al ver su nivel de violencia. En Twitter, el actor confesaba que, después de la matanza acontecida en la escuela primaria de Sandy Hook un mes después de terminar el rodaje, había cambiado de opinión y se disculpaba con los demás involucrados en la película y explicaba que su conciencia no le permitía “apoyar este tipo de violencia”.
Thimotée, entre el Oscar y el escándalo
A Thimotée Chalamet el haber trabajado con Woody Allen le entorpecía su carrera por el Oscar. En 2017 el joven actor se había incorporado al rodaje de Un día de lluvia en Nueva York, dirigida por Allen, y coprotagonizada por dos de las actrices más populares de su generación: Selena Gómez y Elle Fanning. Fue el mismo año en que el caso Weinstein dio inicio al movimiento Me Too. Un año después, Dylan Farrow resucitó en una entrevista la vieja acusación de abusos sexuales contra Woody Allen, cuando este era la pareja de su madre. Bajo la nueva sensibilidad, actores y actrices que habían trabajado con Allen expresaron su arrepentimiento y su negativa a volver a colaborar nunca con él.
Mientras todo esto sucedía, A Rainy Day in New York había entrado en fase de posproducción y Thimotée Chalamet estaba nominado al Oscar a mejor actor por Call me by your name. El actor echó sus cuentas de cuánto le podía perjudicar la colaboración con Allen al Oscar y decidió mostrarse contrito por haber participado en la película. Además anunció que iba a donar su salario íntegro a organizaciones benéficas. “Estoy aprendiendo que un buen papel no es el único criterio para aceptar un trabajo”, dijo Chalamet. Al final, el Oscar se lo llevó Gary Oldman y la película se quedó sin estrenar hasta 2019.
Lars von Trier, aquí no vengas
Lars von Trier se ha ganado a pulso la fama de provocador, pero el mayor escándalo de su carrera no lo protagonizó desde detrás de las cámaras, sino delante del micrófono. El director de Dogville dejó atónito a un grupo de 300 periodistas al mostrar simpatía por Adolf Hitler durante la rueda de prensa de la 64ª edición del Festival de Cannes, celebrado en 2011.
El realizador había declarado a una revista su admiración por la estética nazi. Preguntado por esa afirmación, Von Trier añadió que no se podía decir que Hitler fuese “un tipo estupendo” pero que a él, personalmente, “le caía simpático”. A partir de aquí comenzó a desvariar y empeoró más si cabía la situación: “No estoy a favor de la II Guerra Mundial y sí a favor de los judíos. No, no demasiado porque Israel es un incordio”.
El director, que había ido a Cannes a presentar Melancholia, tuvo que disculparse inmediatamente a través de un comunicado: “Si he herido a alguien con las palabras que dije esta mañana en la conferencia de prensa, me disculpo sinceramente. No soy antisemita ni tengo prejuicios raciales de ninguna clase, no soy un nazi”.
Las disculpas no fueron suficientes. Ese mismo día la dirección del certamen empezó a plantearse seriamente la expulsión del danés. Finalmente decidió mantener la película en concurso y declarar al director persona non grata. Cannes rompió con uno de sus hijos predilectos, que ya se había hecho con la Palma de Oro en el año 2000 por Bailar en la oscuridad.
Shia LaBeouf, adicto a la polémica
Uno de los involucrados (indirectamente) en el inmenso jaleo de Don’t Worry Darling se ha visto metido en más de un follón promocionando sus películas. Su carrera prometía mucho cuando Michael Bay le dio el papel protagonista de Transformers en 2007. En 2011, por ejemplo, le dio por renegar de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008), donde hacía del hijo del famoso arqueólogo. Spielberg le llamó al orden, LaBeouf lo denunció públicamente y hasta la fecha nunca ha vuelto a trabajar para ninguna producción directa o indirectamente relacionada con el director de La lista de Schindler.
Pero una de sus actuaciones más excéntricas ocurrió en 2014, cuando LaBeouf salió a desfilar con una bolsa de papel en la cabeza en la alfombra roja del Festival de Cine de Berlín. El envoltorio tenía un mensaje: “Ya no soy famoso”. Tenía entonces 27 años y venía a presentar Nymphomaniac, de... Lars von Trier. Había historia detrás de la performance de la bolsa en la cabeza. Más o menos. Meses antes, el actor había presentado un corto titulado Howard Cantour, en el Festival de Cannes. Muchos espectadores se dieron cuenta de que la obra de LaBeouf tenía muchas similitudes con una novela gráfica escrita por Daniel Clowes. Este reclamó ser citado en la obra y el protagonista de Transformers admitió haberse apoyado en la publicación de Clowes para su “proceso de inspiración creativa”. Tras este incidente, el actor anunció que se retiraba de la vida pública hasta nuevo aviso a través de su cuenta de Twitter.
Con esta idea de abandonar la vida de famoso se presentó en la Berlinale con una bolsa en la cabeza e incluso creó una performance titulada I’m sorry. En ella, el intérprete vivió encerrado durante cinco días en una sala, sentado en una mesa, sin hablar, ni moverse, ni hacer absolutamente nada. Los espectadores tenían la oportunidad de pasar 10 minutos a solas con él. En una entrevista posterior, LaBeouf aseguró haber sido violado por una mujer que presuntamente lo sometió a todo tipo de vejaciones durante el tiempo que duraba la exposición. No presentó ninguna denuncia y no hay constancia de que estas acusaciones sean ciertas. Otro capítulo más en la vida de un actor adicto a la polémica.
Jonah Hill no quiere más ansiedad
Hace unas semanas, Jonah Hill anunció que dejará de promocionar sus películas para proteger su salud mental. No acudirá a ningún evento, ni hablará con ningún medio porque estas situaciones “exacerban” sus “ataques de ansiedad”. En el comunicado, Hill descartaba hacer publicidad de Slutz, el documental que dirige y protagoniza, y en el que conversa con su terapeuta sobre los ataques de pánico con los que lleva lidiando 20 años. El intérprete lo describe como “un viaje de autodescubrimiento” que espera “sirva de terapia y aporte herramientas a una audiencia amplia”. No promocionará ni este ni ningún otro proyecto en el que participe, al menos mientras siga padeciendo problemas de ansiedad.
Hablar de la ansiedad todavía es un tabú para muchas personas con exposición pública. Cada vez son más las figuras relevantes del mundo del deporte o del cine que se atreven a hablar abiertamente de estos problemas. Uno de los últimos en reconocer que sufre problemas de salud mental fue Ryan Reynolds, que el año pasado habló de su ansiedad, a la que definió como “una eterna compañera”.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.