¿Vestía mejor Julio César que Alejandro Magno?
El romano una túnica hasta la rodilla y el macedonio llevaba siempre una gran pluma
A la pregunta ¿vestía mejor Julio César que Alejandro Magno? Habrá quien responda: y a mí qué me importa. Error craso (y valga la palabra, que alude al triunviro fallón Publio Licinio Craso): las humanidades son importantes y la conjunción mundo clásico-moda abre una importante vía de contacto para potenciarlas. Tendamos un puente entre el Salón Pitti Uomo y Gaugamela, la New York Fashion Week y los idus de marzo (temporada de primavera).
Alejandro, del que Plutarco afirma que llevaba siempre una gran pluma, entraría más en la moda juvenil, no en balde comandaba ya la caballería de su padre en Queronea a los 17 años y murió a los 32, sin tiempo para vestir una prenda adulta como el loden, en el caso de que en la Macedonia del siglo IV antes de Cristo se hubiera inventado dicha prenda, lo que no hubiera dejado de desconcertar a los persas, y mira que vestían raro los persas (aunque lo de que Jerjes se taladraba los pezones, como muestra 300, no está acreditado arqueológicamente). Alejandro vestía faldellín corto, lo que cuando se encabritaba Bucéfalo permitía verle hasta la sarisa (lanza larga de los macedonios). Mientras que César portaría una túnica hasta la rodilla sobre la que se colocaría en campaña la coraza musculada que llevaría con una sobriedad militar acorde con la conquista de las Galias. Por no hablar de cuando en el Senado y en las grandes ocasiones (los idus la última) luciría la majestuosa toga de magistrado. No voy a perder la oportunidad de ponerme estupendo y citar a Virgilio en ICON: Romanos, rerum dominos, gentemque togatam.
El Magno podía vestir con más alegría e incluso deportivo (siempre Nike), no solo porque era joven y macedonio, sino porque tenía abundante cabello. De hecho, marcó tendencia con su famoso peinado anastole, raya en el medio, como prueba el que todos sus sucesores trataron de peinarse igual. César sufría alopecia y es sabido que eso decanta a la sobriedad en el vestuario (i.e. Guardiola), aunque algún epígono moderno de Julio ha sabido combinar calvicie y ropa vistosa (i.e. Mussolini). Quizá también marcara César tendencia y algunos vistieran como él, lo que daría nuevo sentido a la frase “¿tú también hijo mío?”. Ni Alejandro ni César usaron pantalones, prenda de bárbaros afeminados; es posible que César brevemente llevara pantalones cortos de escolar en la corte de Nicomedes, rey de Bitinia, pero habría sido una fase pasajera. Alejandro nunca vistió con pantalones pata de elefante, lo que hubiera desconcertado a Aristóteles y ni te digo al rey Poro, que creía tener el monopolio de los paquidermos cuando se enfrentaron en el Hidaspes.
En cuanto a los complementos, sabemos por Aristóxeno, historiador y no un laxante, que el macedonio olía bien. Del olor de César no dice nada, así que puede que no se duchara mucho. Puede que cruzar el Rubicón tuviera un sentido higiénico y lo que estuviera echado no fuera la suerte sino jabón. Desgraciadamente, no le podemos preguntar a Cleopatra, que como macedonia de ascendencia y amante de César tendría mucho que decir sobre la cuestión que suscita estas históricas líneas.
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