Baldosas Huguet, la empresa mallorquina que decora los suelos de todo el mundo
La firma familiar acude al London Design Festival con una colección de objetos y baldosas creados junto a siete socios de los prestigiosos estudios de diseño Pentagram de Londres y Nueva York
En la enorme sede de Nike en Berlín, parte del mobiliario es de terrazo negro con colores flúor. Los acabados son suaves al tacto y los tonos fosforitos salpican la superficie como si hubiera caído en forma de sirimiri. Una paleta de verdes, azules y amarillos en consonancia con el diseño de sus zapatillas y colecciones de ropa de deporte. El mobiliario está confeccionado con su propio producto y el terrazo ha sido elaborado con cientos de suelas de zapatillas excedentes de la firma deportiva. Es el oficio al servicio de la arquitectura contemporánea, el resultado de años de experimentación y evolución en Baldosas Huguet, una de las escasas empresas de España que perviven enfocadas en la fabricación tradicional de baldosas hidráulicas.
Fundada en 1933 en Campos, en el interior de Mallorca, Huguet ha reinventado en los últimos 25 años lo que hasta entonces era el diseño tradicional de las baldosas, con patrones clásicos que poblaban los suelos de las casas mallorquinas, para convertirlas en pequeñas obras de arte con el sello de arquitectos tan prestigiosos como Elías Torres, Carme Pinós o el estudio Barozzi Veiga. Han seguido la forma de hacer tradicional y con trabajadores de la isla. Esto ha sido estrategia de Biel Huget, nieto del fundador y gerente de la empresa, quien insiste en elevar las baldosas hasta la cúspide del diseño contemporáneo desde una pequeña manufactura que mantienen en Campos.
Baldosas Huguet nació en los años frenéticos de descubrimiento del cemento, cuando se empezaban a conocer todas las aplicaciones que tenía en la construcción. “Todo lo que se hacía en Mallorca en ese momento era con cemento. Sólo en Campos había cuatro o cinco fábricas, que se replicaban en el resto de pueblos” cuenta Huguet.
En 1963, su padre asumió la empresa y, gracias al bum turístico, cambió la estructura de una sociedad que hacía siglos que se había mantenido congelada. “La arquitectura tradicional desaparece y el crecimiento de la construcción es brutal, con procesos mucho más rápidos y baratos. La creación lenta y con artesanos se esfuma”, resume Huguet. Las inspiraciones modernistas fueron perdiendo fuelle y se sustituyeron por cerámicos producidos en masa que comenzaron a decorar suelos y paredes de hoteles de toda la isla.
Con la muerte de su padre en 1996, Biel Huguet asumió la dirección de la empresa, que en los últimos años se había centrado en la producción de estructuras de cemento como vigas y bloques para obra. Recién llegado de estudiar Arquitectura Técnica en Londres, Huguet hijo tenía la idea de reintroducir en el mercado la arquitectura tradicional pero se encontró con una vuelta hacia lo contemporáneo. “Pensaba en hacer un producto tradicional para el mercado local y terminé haciendo algo contemporáneo para el extranjero”, cuenta.
Dentro de una Mallorca turistificada y desindustrializada, Baldosas Huguet es el último vestigio de un oficio centenario. Es por eso que resulta curiosa la mezcla de un objeto tan artesano en su fabricación con las ideas de los arquitectos más vanguardistas del momento. En la fábrica de Campos se puede observar la elaboración de cada pieza, hecha a medida y a gusto del cliente. El agua, el cemento y un árido –antiguamente en Campos se usaba la arena de la playa virgen de Es Trenc– se forman en capas en un molde de hierro, en el que se incluyen las distintas tinturas hasta que una máquina manual prensa toda la mezcla. Cada unidad se desmolda con cuidado y se dispone en línea junto al resto de piezas para que termine de secar. La fábrica no sólo despacha baldosas, sino que tiene una amplia oferta de mobiliario como mesas, encimeras, lavabos, bañeras e incluso escaleras. En su colección figuran originales lavabos de terrazo colorido, sólidas mesas, curiosas barras para restaurantes o escaleras principales para viviendas.
El camino de la mano de los arquitectos más prestigiosos comenzó con Sybilla, en una colaboración de la que el año que viene se cumplirán veinte años. “Me dijo que le gustaban las baldosas, pero que quería hacer una colección contemporánea, no algo como lo que tienes en la casa de la abuela. No interesa replicar la casa de la abuela permanentemente”. Desde entonces no han parado de unir su nombre al de importantes arquitectos como los Premios Nacionales de Arquitectura Elías Torres y Carme Pinós o internacionales con colecciones firmadas junto a Herzog & de Meuron, Barozzi Veiga o David Chipperfield. Sus diseños se pueden encontrar en las principales tiendas de Louis Vuitton, Stella McCartney, Gucci o Loewe repartidas por el mundo, en el Fórum de Barcelona o en la Filarmónica de Szczecin. La incursión en el mercado internacional es una de las ramas en las que están volcados y la colección que presentarán en el London Design Festival que se celebra estos días en la capital de Reino Unido es una de sus grandes apuestas, que han tardado años en conseguir. Siete socios del estudio de arquitectura Pentagram, con sedes en Londres y Nueva York, han participado en el diseño de baldosas y objetos tan curiosos como unos azulejos que brillan suavemente en la oscuridad hasta una mesa de café que admite diferentes combinaciones.
La investigación de los materiales les ha llevado a probar con posidonia, fragmentos de ropa e incluso restos de materiales electrónicos, con peticiones tan estrambóticas como la de crear un terrazo que incluya fragmentos de meteorito. Las innovaciones en su producto han avanzado en paralelo a la mejora de la sostenibilidad medioambiental de la empresa, una parte fundamental para Huguet. Sus productos tienen una durabilidad superior a los cien años, no emiten CO2 en su fabricación porque no pasan por ningún proceso de cocinado y las materias primas son recicladas yde proximidad, con empresas que transportan el producto comprometidas con el medio ambiente para compensar sus emisiones. El futuro de la empresa pasa por abrir una nueva fábrica en Nador, Marruecos, para aumentar la producción de baldosas con mano de obra que han ido formando con el paso de los años. “Hace 25 años no me habría imaginado hacer lo que hacemos. Ahora me pregunto qué pasará en los próximos 25 y me preocupa, porque ya hemos hecho casi de todo. Pero hay una cosa que sé que es segura, que la arquitectura y la sociedad seguirán evolucionando”.
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