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Alba Melendo, estilista: “Empecé con las celebridades por una razón económica, las revistas ya no dan dinero”

Karol G, Aitana y Bad Gyal son algunas de las estrellas del pop que confían en ella y su equipo de nueve asistentes para sus estilismos. “Qué bonito compartir un momento de mi vida con esas mujeres. La excusa es el vestido, pero surgen conversaciones interesantes, nuevas amistades...”, dice sobre su trabajo

Alba Melendo
Javier A. Fernández

La vida de Alba Melendo transcurre en París, Milán y Madrid entre telas y estrellas del pop a un ritmo más acelerado que el del traqueteo de las máquinas de coser con que se ajustan las prendas de alta costura a los cuerpos de sus clientas. Esta madrileña de 39 años, nacida en Teruel, pero criada en Puerta de Toledo (Madrid), está en boca de las mayores estrellas de la música actual y todas quieren trabajar con ella. Karol G, Aitana y Bad Gyal confían en ella y su equipo de nueve asistentes para vestirlas a ellas y a sus bailarines. También grandes figuras del deporte, como Alexia Putellas. Además, diseñadores como Palomo Spain se encomiendan a Melendo en sus desfiles para que nada falle. Y entre medias graba Fashion Sucks, junto a la periodista Raquel Fernández Sobrín, un podcast sobre moda que da a conocer los entresijos del sector, rompe tópicos y presenta a profesionales españoles que triunfan en el mundo. El 21 pasado de octubre estrenaron segunda temporada con nombres aún más potentes y un consultorio para que los oyentes les pregunten lo que quieran.

Pregunta. ¿Qué hace un estilista?

Respuesta. En España es alguien que peina y maquilla, pero fuera el término hace referencia a quienes construimos la imagen de una persona a través de su vestimenta, ya sea una sesión de fotos, un concierto, un videoclip, una aparición pública...

P. Suena divertido y vocacional.

R. Lo es. No soportaría un trabajo de oficina. Lo que más me gusta es vestir a una superestrella del pop y a continuación a una tiktoker con 40 millones de seguidores y de ahí a una gimnasta olímpica ganadora de un oro. Qué bonito compartir un momento de mi vida con esas mujeres. La excusa es el vestido, pero surgen conversaciones interesantes, nuevas amistades...

P. ¿Cómo se llega hasta ahí?

R. Yo estudié Periodismo, por mis padres, pero siempre quise dedicarme a la moda. La carrera me dio una visión del mundo amplia y entré a la moda por ahí, como reportera en Milán de Fashion TV, un canal internacional que ya no existe. Después monté la revista ODDA y aprendí sola a gestionar todo, de las fotos a la publicidad.

P. ¿Hay que superar muchos obstáculos?

R. Esto es un trabajo de fondo. Esta profesión era como para gente con pasta, pero ya no. Para mí ha sido clave vivir fuera, meterme en el centro de la moda en París y Milán. En España, por ejemplo, es normal que maquillaje y peluquería lo haga la misma persona. Eso fuera es impensable.

P. ¿Es difícil satisfacer a una superestrella?

R. Todo depende del feeling. Tengo que creer en su proyecto. Yo empecé con las celebridades por una razón económica, porque las revistas ya no dan dinero. Pero es uno de mis trabajos favoritos. Aprendo sobre la marcha. Hasta que empecé con Karol G no había hecho una gira, ni había vestido a 300 bailarines para los Grammy Latinos o para la NFL [la liga de fútbol americana] en Brasil. Me encanta trabajar con Aitana, que vive un gran momento y con la que puedo montar looks icónicos al nivel de Britney Spears. Aunque tiene alguna pega: vestir a celebridades te resta credibilidad en el mundo de la moda. Las firmas más exclusivas dejan de verte como alguien perteneciente a la élite.

P. ¿Cómo le afecta a usted?

R. Intento estar presente en todas partes y no dejar de lado nada, ni las pasarelas ni las revistas.

P. ¿Cómo la integran en sus proyectos?

R. Puedo llevar la voz cantante o trabajar mano a mano con el director creativo de la artista, como con Karol G, que me coordino con el suyo, Pablo Artola.

P. Le gusta vestirlas no solo con lo nuevo, sino también con piezas históricas de diseñadores.

R. El lujo ya no está en llevar lo último, si no, precisamente, en vestir prendas icónicas de grandes diseñadores del pasado. Me gusta bucear en tiendas y archivos para dar con los vestidos que veía de pequeña en las revistas y tengo fijados en la memoria. Aunque te digo que también compro en Cobo Calleja [el mayor recinto de mercancías chinas de Madrid], porque tienen complementos sin marca que sirven para crear looks, sobre todo para publicidad.

P. En el mundo de la moda no se ha hablado mucho de Gaza...

R. La moda es un negocio con personas con muchos intereses cruzados y de diversos mundos, pero falta conciencia social. Además, en un país como Francia, que ha vivido episodios de antisemitismo en el pasado, todo el mundo va con pies de plomo.

P. Empezó en los años dos mil, ¿qué ha cambiado en la moda en este tiempo?

R. Muchas cosas, buenas y malas. Malas: algo tan potente como el body positive [movimiento para aceptar los cuerpos tal como son] no ha calado. Todos se jactan de respetar todos los cuerpos y luego no encuentras tallas para personas más grandes. En las pasarelas todo sigue igual que antes, solo Jean Paul Gaultier ha mantenido esa filosofía. Con los medicamentos para adelgazar, los referentes del body positive están desapareciendo porque están adelgazando.

P. ¿Y las buenas?

R. Ahora se respeta más al trabajador y, sobre todo, a los becarios. Aunque las nuevas generaciones a veces se pasan de frenada. Si se les pide algo extra, como que traigan un café, reaccionan con rechazo: “Yo no he estudiado una carrera para traer un café”. Conviene ser multitarea. No me refiero a que obedezcas a un jefe que sea un villano, que todas las mañanas te diga que saques a su perro a pasear, pero en ciertas situaciones has de ser una persona resolutiva. No me parece que traer un café sea humillante.

P. En el podcast entrevistan a españoles desconocidos en España, pero reconocidos en la industria. ¿Qué pasa aquí con la moda?

R. Los españoles somos muy currantes, tenemos muchas ganas y sabemos que hay que salir de aquí para ser alguien en este mundo.

P. En los episodios se cuentan anécdotas surrealistas sobre el mundo de la moda, como las botas de segunda mano que os quería arrebatar Kanye West...

R. En este viaje a Madrid también ha habido. Palomo nos regaló una camiseta con su nombre mientras trabajamos para su desfile y de allí mi equipo y yo fuimos a trabajar con Carolina Herrera. No podíamos presentarnos de esa manera. Así que entramos en una tienda de recuerdos del centro y nos compramos unas camisetas en las que ponía en grande “¡Madrid!“.

P. Se ha criado al lado del Rastro. ¿Eso marca?

R. Lo he mamado desde pequeñita. Puerta de Toledo es una de las zonas con más contrastes de Madrid. A finales de los ochenta había mucha droga, el Pasillo Verde era un polígono. Quizá por eso mis padres me llevaron a colegios pijos del centro donde yo era “la del sur”. Me compraba con mis amigas, a pachas, ropa de la línea de Dior para niños porque era más barata y nos quedaba ceñida.

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