Las revelaciones de Victoria Beckham en su docuserie: su trastorno alimentario, los problemas de su marca y la esperada ausencia de su primogénito, Brooklyn
La diseñadora estrena en Netflix tres episodios en los que hace un repaso a su carrera, de sus inicios como la ‘Spice pija’ a lo duro que fue hacer frente a las críticas y su estancia en España. “A lo largo de mi vida he utilizado la ropa para convertirme en otra persona”, dice


En octubre de 2023, David Beckham estrenaba en Netflix un documental sobre su vida, y una de las anécdotas más virales la protagonizaba su mujer, cuando describía su origen como de clase trabajadora pero su esposo le insistía varias veces para que finalmente reconociera que su padre la llevaba al colegio en un Rolls-Royce. Quizá por eso, ahora es ella quien ha decidido contar la historia de su vida, y lo hace en una docuserie que se estrena este jueves, 9 de octubre, en la misma plataforma. Tres episodios en los que la diseñadora repasa su vida, desde que pasó a formar parte de las Spice Girls hasta fundar su propia marca de moda y caer casi en bancarrota. No hay tiempo —ni intención— de hablar de las polémicas a las que se ha enfrentado un matrimonio que lleva tres décadas generando titulares: los rumores de infidelidad durante su estancia en Madrid o la nula relación que actualmente mantienen con Brooklyn, su primogénito, que no aparece en el documental.
El hilo narrativo de Victoria Beckham es el desfile de la marca en la semana de la moda de París de septiembre de 2024. Los preparativos para la gran cita se van intercalando con los capítulos de su vida que le han convertido en la persona que es ahora. “Se piensa que va a ser su momento, pero no es sobre él. Es sobre mí”, afirma Victoria sobre su marido.
Todo el mundo la conoce como la Spice pija, pero detrás hay una historia no tan conocida: “Cuando la gente dice: ‘Las Spice Girls me cambiaron la vida y me hicieron aceptar quién soy’, fue igual para mí. Yo era esa niña cohibida y que no molaba”, asegura. Es entonces cuando comienza a hablar de su infancia y de cómo acompañaba a su padre en su trabajo: “Construíamos cosas eléctricas. Íbamos en la parte de atrás de una furgoneta, en pijama, e iba repartiendo las cosas que habíamos construido”.
Supo desde pronto cuál era su sueño: “Ir a una de esas escuelas de teatro estadounidenses, pero iba a clases en un centro municipal de Hertfordshire. Era una marginada en el colegio, me hicieron bullying, no era sociable y no encajaba. No quería ser yo, no me gustaba, pero quería agradar desesperadamente”. Gracias al anuncio en un periódico llegaría la oportunidad que cambiaría su vida: “Nunca había pensado en estar en un grupo pop y, de repente, hubo una audición para una banda femenina”.
Así pasó a formar parte de uno de los grupos británicos más importantes de la historia, algo que cambió su forma de ser y cómo se mostraba ante los demás: “Soy más excéntrica de lo que creía. Eso o estoy loca de remate. Me hicieron más alegre, más divertida, fue la primera vez que sentí que estaba integrada y que era popular. Mi vida sería muy diferente si no hubiera conocido a esas cuatro chicas”, recuerda.
En 1997, tres años después de que se formase el grupo que entonces estaba en su mejor momento, conocería a su marido y padre de sus cuatro hijos, quien también habla en la docuserie. “No veía en ella ni una sola cosa que no me gustara. Ahora puedo encontrar unas cuantas. En aquella época era todo un fenómeno y yo solo era un futbolista en Mánchester. Me enamoré perdidamente de ella”, afirma el empresario. Un relato que explican mientras se preparan para cenar con el rey Carlos III —no aparecen imágenes del encuentro, pero sí que lo mencionan— y, en un momento dado, él le ofrece una chocolatina: “Llevo sin comer chocolate desde los noventa, no voy a empezar ahora”, le responde ella entre risas.
Spice Girls era el grupo de momento, pero en 1998 todo cambió: Geri Halliwell abandonó la formación. “Pasé de estar arriba, irme de gira… éramos como un tornado y de repente se detuvo. Estaba difundiendo el mensaje del poder femenino y al día siguiente era una esposa en un piso de Mánchester, que no tenía muchas amigas y que vivía lejos de su familia”, reconoce. Y continúa explicando: “La gente se preguntaba qué estaba haciendo. Mentiría si dijera que era la mejor cantante o bailarina, pero la gente es mala, oyes y ves cosas que te hacen sentir siempre que eres poca cosa. Eso duele. Pensaban que era una arpía deprimida que nunca sonreía, y no se equivocaban”. Continuaron como cuarteto hasta el año 2000, a la vez que Victoria lo compaginaba con la maternidad: “Tenía que salir corriendo del escenario para vomitar y el body que llevaba tenía que ensancharse a diario. Le dije al director de la gira que no podía seguir”.

Uno de los capítulos más complicados de su matrimonio fue cuando la familia se trasladó a España en 2003 tras el fichaje de David Beckham por el Real Madrid y comenzaron los rumores de su infidelidad con Rebecca Loos, su asistente. Su estancia de cuatro años en la capital la resume la diseñadora en apenas un par de comentarios: es donde conoció a Eva Longoria, hoy una de sus amigas más cercanas. “Me sentía incompleta, triste, congelada en el tiempo”, asegura también. En 2007, los Beckham se trasladarían a Los Ángeles, donde comenzarían de “cero”: “Fue como si hubiéramos escapado”. En la ciudad californiana ella descubriría cuál iba a ser su siguiente camino profesional: la moda. “Nadie me tomaba en serio en este sector. Sabía que quería ser diseñadora, pero necesitaba que creyesen en mí”.
Es entonces cuando apareció en su vida el diseñador francés Roland Mouret. “Le dije: ‘Tienes que tener ego y ser humilde para aceptar la realidad. Al equipo que te rodea hay que respetarle, sin ellos no eres nadie. Tendrás que aprender y recoger alfileres del suelo’. Tenía que ser auténtica. Para hacer su sueño realidad, teníamos que acabar con la WAG [acrónimo inglés de Wives and Girlfriends, que se traduce como esposas y novias]”, explica el modista. Antes de que empezasen a trabajar mano a mano, sus excompañeras de las Spice Girls le propusieron volver a los escenarios. “Nunca he olvidado que es el motivo por el que estoy sentada aquí ahora. Ya no encajaba en un escenario, fueron ellas las que me dijeron que no me reprimiese. Era el momento de hacer algo diferente”.
Así nacía una nueva persona: “Sabía que para iniciar este capítulo de mi vida tenía que cambiar, quitarme las otras personalidades: enterré esas tetas y me convertí en una versión más sencilla y elegante”. Otras voces del sector como Tom Ford, Anna Wintour y Donatella Versace apoyan en el documental la historia de la empresaria desde un punto sincero y crítico. “Cuando me enteré de que Victoria iba a comenzar su propia línea de ropa quise llamarla pare decirle: ‘¿Por qué?’. Mucha gente no se la tomaba en serio”, explica el diseñador. Donatella relata una anécdota en la que la cantante pidió que arreglasen uno de sus diseños: “No debió de hacer eso. Me sorprendió. ¡Cómo se atreve! Luego me di cuenta de que le quedaba mejor a su manera”.

En 2008 nació la marca Victoria Beckham. “Sabía lo que la gente pensaba: era una pop star y estaba casada con un futbolista. Aún me juzgan a todos los niveles por venir de donde vengo”, explica la protagonista de la docuserie. Y continúa: “A lo largo de mi vida he utilizado la ropa para convertirme en otra persona, para ser aquella que siempre he querido ser y no era de modo natural. Recuerdo que mi madre me decía: ‘Si te vistes bien para subirte al avión, y hay alguna posibilidad de que te den un asiento mejor, siempre se fijarán en quién va mejor vestido’. Lo cierto es que no hay primera clase en aerolíneas de bajo coste y mi madre no vestía ropa de marca”.
Pese al éxito de su primer desfile en Nueva York, las críticas no cesaron e incluso hubo quienes cuestionaron que fuera ella quien diseñara esa colección. Un constante señalamiento público que afectaría directamente a su salud: “Empecé a dudar de mí misma y a no gustarme. No sabía lo que veía al mirarme al espejo. He sido desde la pija rechoncha hasta la pija flaca. No tenía control sobre lo que se escribía sobre mí, pero podía controlarlo con la ropa y podía controlar mi peso, pero de una forma sumamente poco saludable. Cuando tienes un trastorno alimentario, te conviertes en una experta de la mentira: nunca fui sincera con mis padres y no hablé de eso en público”.
Silenció todos los rumores y exhibió el potencial que tenía la marca —“Nos demostró que nos equivocábamos. Estaba claro que había una visión”, afirma Wintour—. Pero todo empezó a descontrolarse: “Pasamos de pequeñas presentaciones a desfiles más grandes, lo hacíamos de una forma más extravagante y el negocio no estaba creciendo al mismo ritmo. Las pérdidas eran muy grandes”, reconoce ahora. Que las cosas iban mal en su firma no eran rumores, era la realidad: “Era de dominio público, sentí vergüenza. Tenía que aguantar el golpe porque estaba metida en un buen lío”. En 2016 todo estalló. “Nos sentamos y echamos un vistazo a lo que había invertido. Fue duro para los dos, yo no tenía el dinero para seguir haciéndolo y al final le dije que no podía continuar”, recuerda el exfutbolista.

Entonces apareció David Belhassen, quien aceptaría ser inversor de la firma. “Era un desastre, el peor negocio que existía: muchas pérdidas y sin beneficios”, explica el empresario. Y desvela: “Durante años ha tenido gente diciéndole lo que quería oír. Uno de los gastos era en plantas para la oficina y costaban 70.000 dólares al año y había alguien que iba a regar las plantas por 15.000 dólares. Ese era solo el principio”. Ahora Victoria reconoce todos estos errores: “Permití que pasara. A la gente le daba miedo decirme que no. Asumo mi culpa”.
No solo cambiaron las cosas en la empresa, también cambió la forma en la que ella se mostraba al mundo a través de redes sociales con tutoriales y una cercanía hasta entonces anómala en ella: “En cuanto veo una cámara cambio, se levanta la barrera y me pongo la armadura. Es cuando soy la arpía deprimida que no sonríe, ahí es cuando sale y soy consciente de ello”.
El desfile que organizó en septiembre de 2024 en la semana de la moda de París fue el más grande hasta la fecha, aunque no fue fácil por los problemas inesperados que aparecieron. “Me he esforzado mucho para ganarme este lugar en el sector”, asegura. En su gran día le acompañó toda su familia, pero en la docuserie no hay ni rastro de Brooklyn ni de su esposa, Nicola Peltz. Aquellos momentos en los que la cámara gira hacia donde están ellos, se produce un corte y cambian de plano. De sus cuatro hijos, la protagonista indiscutible es Harper, de 14 años, a quien ya están empezando a introducir en la vida pública.

La docuserie termina con el matrimonio en su casa de Cotswolds, donde reflexionan sobre cómo ha cambiado todo: “Me he pasado tantos años luchando que ahora siento que tengo una oportunidad y no puedo dejarla escapar. Me siento fatal por toda esa época en la que tuve que pedirte que me ayudaras. En el último desfile pude ver lo orgullosos que estabais de mí”, confiesa la diseñadora. “¿Qué es lo siguiente?”, le pregunta su marido, y antes de que conteste, responde él mismo entre risas: “Otro bebé”. Lo último en su vida ha sido una escapada en familia a Mallorca tras la presentación de su nueva colección en un desfile en la semana de la moda de París, el pasado 3 de octubre. Ni en la isla balear ni en la capital francesa estuvo Brooklyn.
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