Monica Barbaro, la debutante sorpresa en los Oscar que pasó de bailarina a ser aupada por Tom Cruise
La intérprete californiana, cuya carrera ha florecido en los últimos cinco años, se ha colado entre las nominadas a mejor secundaria por su papel de Joan Baez en ‘A Complete Unknown’, el ‘biopic’ sobre Bob Dylan


Cuando Monica Barbaro (San Francisco, 34 años) decidió dejar atrás las puntas de ballet y entrar en el mundo de la interpretación, imaginaba abanicos y desmayos. La californiana, formada en danza en Nueva York, entró en esa nueva disciplina para abrirse los ojos ante otros universos y meterse en otras pieles, pero reconoce que en su cabeza, tras una infancia viendo dramas de la BBC, siempre se vio como una damisela clásica de adaptaciones de novelas británicas. Si le dicen a esta discreta joven que su carrera iba a despegar pasados los 30, pilotando aviones de la mano de Tom Cruise, como hija en pantalla de Arnold Schwarzenegger y, de remate, interpretando a la cantautora de todas las cantautoras, lo que le valdría una nominación al Oscar, probablemente no se lo hubiera creído. De hecho, todavía apenas se lo cree.
Barbaro se ha convertido en un rostro, aunque todavía discreto, cada vez más reconocible de las alfombras rojas de esta temporada, pero le ha costado algunos meses. Al principio, nadie tenía claro quién era esa muchacha delgada y castaña que sonreía entre Timothée Chalamet y Elle Fanning. Fue de cara a Navidad, con la llegada a las salas A Complete Unknown, cuando su presencia se hizo tan fuerte o más que la de sus compañeros. Barbaro es una de las protagonistas del biopic sobre los primeros años de Bob Dylan, donde interpreta a nada menos que Joan Baez. El papel, ya de por sí difícil, esconde una trampa mayor: que la actriz canta durante buena parte del metraje y, además, también toca la guitarra. No sabía hacer ninguna de las dos cosas.
Según ha reconocido, ese fue su mayor miedo, el de no lograr estar a la altura de la cantante, sobre todo en el tono de voz, en el vibrato, pero no solo en lo técnico, sino en la capacidad de transmitir de Baez. Los instrumentos tampoco eran lo suyo. “Empecé piano cinco veces, e intenté aprender sola guitarra y algo de ukelele”, reconocía a la revista Variety. “Siempre quise tocar el cello, pero cuando lo dije en la escuela una amiga se rio, y ella tocaba el violín, así que como la niña asustada que era, escogí violín. Pero lo odiaba”, reía.
El reto no fue menor; el resultado, tampoco. Su cristalina voz y su papel lleno de fuerza a la vez que de calma la han colocado en una posición privilegiada: ha sido nominada al Oscar como mejor actriz de reparto, en una temporada en la que las intérpretes femeninas han brillado de manera particular. Además de con Zoe Saldaña, que parte como gran favorita por Emilia Pérez, este domingo competirá contra Isabella Rossellini, en su primera nominación por Cónclave; Ariana Grande, como Glinda en Wicked; y Felicity Jones, por The Brutalist. Barbaro ha conseguido dejar fuera de la carrera a nombres como Jamie Lee Curtis en The Last Showgirl o Margaret Qualley por La sustancia, así como a otras favoritas como Danielle Deadwyler por The Piano Lesson o Aunjanue Ellis-Taylor por Nickel Boys.

Sin embargo, esta no será la primera vez que Monica Barbaro pise la alfombra roja de los Oscar. Con una carrera que ha crecido como la espuma en los últimos cinco años —aunque lleva haciendo cortos y papeles menores desde 2012 y capítulos de series desde 2016; la película La catedral, en 2021, le dio su primer auténtico protagonista—, ella sigue viéndose casi como una debutante. Fue hace dos años cuando acudió por primera vez a los premios, como parte del elenco de Top Gun: Maverick, la película que la colocó en el punto de mira. “Recuerdo mirar alrededor y decir: ‘Puede que nunca más vuelva a estar aquí, así que vamos a saborearlo”, contaba en una entrevista, en la que reconocía que todo esto de la prensa, la exposición mediática y la fama le parece casi extracorpóreo. “Soy supernueva en esto. En las ruedas de prensa no paro de preguntarle a mi publicista: ‘¿Lo estoy haciendo bien?’. No es que no sea yo misma, es que no sé si encajo en este espacio y en estas charlas largas, pero simplemente estoy contenta de estar aquí”.
Fue gracias a Top Gun: Maverick cuando le llegó esa oportunidad, la que todos buscan. Puede que tuviera su dosis de suerte, pero no le faltó talento y esfuerzo para interpretar a la piloto Phoenix. La antes excelsa bailarina de la Tisch School se metió tanto en el papel que voló sus propios aviones, sin simuladores, e hizo muchas de las escenas destinadas a los dobles de acción. “Tuve suerte de no vomitar”, reía en una charla con la revista Elle. De hecho, se convirtió en toda una friki del asunto: ha confesado que sigue mandándose vídeos de aeronaves y acrobacias con sus compañeros de reparto, y hace un par de años confesó que estaba sacándose el título de piloto poco a poco. Todo ello le permitió trabajar con su primera gran estrella, Tom Cruise, al que ve como “un mentor”. “Le escribo con preguntas y siempre me responde”, reconocía en Variety. “Él se puso en contacto con James Mangold [director de A Complete Unknown] y empujó por mí. Ese tipo de apoyo lo significa todo para mí”.

Barbaro es un producto 100% californiano: criada en una zona al norte de San Francisco, instruida en las artes y con una enorme mezcla de raíces (padre de ascendencia italiana y abuelos mezcla de alemanes, galeses, ingleses y, por parte de su abuela materna, mexicanos, lo que afirma que la acercó mucho a la figura de Baez). Ella empezó el casting para interpretar a la cantautora en 2020, pero la pandemia y los tortuosos caminos de Hollywood hicieron que el proyecto tardara más de cuatro años en completarse. Eso le dio tiempo a estudiar la figura de la cantante (aunque sin llegar a hablar nunca con ella, eso solo sucedió con la película ya estrenada), e incluso a obsesionarse con ella, ha confesado. Ahora ha llegado hasta a escribir algunas canciones, pero sin ánimo de lanzarse al mundo de la música, reconoce.
Cuando empezó el proyecto sentía tanta presión propia por poder estar a la altura de sus coprotagonistas y, sobre todo, de la cantautora, que se aisló del mundo e incluso eliminó sus redes sociales del teléfono. “Timmy [Chalamet] y la película estaban en boca de todos, había gente que se colaba en el plató y grababa vídeos, grupos en la calle y veías sus teléfonos. Y todo eso era irrelevante en el momento que estábamos retratando”, reflexiona. Después, con la película estrenada, volvió a borrarlas. “Porque estaba sobrecogida por los comentarios positivos. Volveré, pero primero tengo que responder a todos los que me han mandado mensajes cariños”, reconocía en Harper’s Bazaar.
Esa absoluta discreción personal ya empieza a resquebrajarse. Aunque afirma que todavía no la paran por la calle, Barbaro es reconocida y reconocible en eventos y alfombras rojas, donde ha destacado esta temporada entre las más elegantes. Además, aunque hasta ahora no se le conocía pareja, la prensa especializada ya le acaba de sacar su primera relación: afirman que sale con el actor Andrew Garfield, también tremendamente discreto en su vida privada, sobre todo tras el muy mediático romance que vivió con Emma Stone. El rayo de la fama ha golpeado ya a Barbaro y no pretende cesar. Y ella empieza a dejar atrás a la bailarina de San Francisco para pilotar con ambas manos su propio destino.
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