Marcos Fermoselle, músico, empresario y divulgador del budismo: “Perdemos demasiado tiempo escuchando a los políticos”
El expresidente del Real Valladolid se lanza a la aventura musical con ‘Pureland’, el primer disco de su banda de rock con influencias budistas, Red Moon Yard
Marcos Fernández Fermoselle (62 años, Guantánamo, Cuba) practica el budismo desde joven y cree en la reencarnación, pero no le ha hecho falta morir para haber vivido ya varias vidas. Ha trabajado en varias multinacionales en Estados Unidos, fue presidente del Real Valladolid y triunfó como empresario de la construcción hasta que vendió la promotora Parquesol antes de la crisis de 2008. Peina canas, pero su perenne espíritu inquieto le ha empujado a lanzarse a la aventura musical como frontman de la banda Red Moon Yard. Su primer disco, Pureland (Warner Music) —a la venta el 17 de mayo—, mezcla un sonido de raíces norteamericanas que van desde Tom Petty hasta Wilco o The War on Drugs, con unas letras que promulgan los valores y enseñanzas que la filosofía budista puede ofrecer en estos tiempos.
Pregunta. ¿Cómo surge la idea de saltar a los escenarios a estas alturas de la vida?
Respuesta. La banda nace hace unos tres años y surge de una petición de mi maestro y lama. Me dijo que tenía que invertir más energía en promover el dharma —la filosofía budista— y se me ocurrió crear un proyecto musical que difundiera sus valores. Este otoño comenzaremos una gira y veremos cómo nos va, pero no lo hago con un interés económico. Todos los beneficios se donarán a la causa budista.
P. ¿Y qué mensaje pretende transmitir Red Moon Yard con Pureland?
R. Nuestra música tiene una connotación budista y espiritual, tanto a nivel lírico como sonoro. Hay algunas canciones, como Samsara, que no tienen frases, sino palabras sueltas que tratan de evocar ciertos conceptos e ideas budistas. El samsara es el mundo terrenal, que habitamos y sufrimos, mientras que el título, Pureland, hace referencia a la “tierra pura”, el lugar idílico donde quisiéramos estar y en el que se dan las condiciones idóneas para trascender espiritualmente.
P. En el disco se aprecian influencias norteamericanas. ¿De qué artistas o géneros musicales bebe Red Moon Yard?
R. Nos gustan clásicos como Pink Floyd, King Crimson, Lou Reed o Van Morrison, al que he seguido por todo el mundo como quien sigue a su equipo de fútbol. Nacimos con influencias norteamericanas, pero sobre todo me gustan las bandas que cuidan mucho el sonido y que hacen una música elaborada y compleja. Del presente, me gusta mucho Bon Iver. En la actualidad, no existe una banda con nuestro mensaje. Si se nos quiere etiquetar como rock budista, rock espiritual o filosófico, nos parece bien.
P. La música elaborada a fuego lento requiere ser escuchada con calma y atención. ¿Le falta a la gente, sobre todo a los jóvenes, tiempo para escuchar y apreciar la música como es debido?
R. Esta música es elaborada y nos dirigimos a quienes tengan ese interés intelectual. Hay gente joven con mucha inquietud musical y buen gusto. Es poco el porcentaje que escucha lo que yo entiendo por buena música, pero ese pequeño porcentaje sigue siendo mucha gente. La música elaborada exige una escucha más pausada y profunda. Es cierto que en el mundo actual, marcado por las prisas, es un poco difícil hacer este ejercicio, pero debemos intentar que eso no sea lo normal.
P. Y en este mundo frenético, ¿qué enseñanzas ofrece el budismo?
R. El budismo tiene herramientas para muchas de nuestras preguntas: qué hacemos aquí, por qué sufrimos, a dónde vamos... Los seres humanos somos criaturas erráticas y el conocimiento que aporta el budismo sería muy provechoso para nuestras sociedades. Empleamos muy poco tiempo cultivando el diálogo interior o la meditación, y perdemos demasiado con cosas como la televisión o escuchando a los políticos a todas horas. En otros países, los políticos son meros gestores de lo común, sin tanta presencia pública; pero aquí, les prestamos excesiva atención y alimentamos demasiado su ego.
P. En su carrera, hay dos etapas, una como empresario y otra como presidente del Real Valladolid, que a priori, no casan tanto con la espiritualidad que hoy defiende...
R. El karma me ha ido guiando y yo simplemente me dejo llevar. Hoy estoy aquí, y en el futuro me traerá otros proyectos. Empecé trabajando en multinacionales estadounidenses, luego fui presidente de la promotora vallisoletana Parquesol. La vendimos en 2007, justo antes de la crisis. En 1998 llegué al Real Valladolid tras el fallecimiento de mi padre, que era presidente hasta entonces; Valladolid es nuestro hogar emocional, así que estaba muy vinculado al equipo. Me dio pena salir del club, pero en el budismo aprender a trabajar el desapego es fundamental.
P. ¿A qué cree que estamos demasiado apegados?
R. A nosotros mismos. Nos apegamos a cosas, como el tiempo, o el “yo”, que no funcionan como creemos que funcionan. Si te apegas a ti mismo, surge el ego, la dependencia y el sufrimiento.
P. ¿Qué le parece el fútbol actual a una persona con su filosofía?
R. El fútbol ha cambiado mucho. Fuimos el primer club en convertirse en S.A.D. y, pese a las dificultades, llegamos a disputar la Copa de la UEFA. En aquella época, las decisiones en el fútbol eran impulsivas y emocionales. Nosotros empezamos a aplicar conceptos empresariales en el fútbol, que hoy están muy presentes porque es un sector mucho más mercantilizado. El fútbol tiene un componente emocional muy especial y es clave en la construcción de la identidad de la gente. Como juego, es muy entretenido, pero he dejado de seguirlo.
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