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Mark Mateschitz, el incierto heredero para el trono de 25.000 millones de Red Bull

El joven, de 30 años, es el discreto hijo de Didi Mateschitz, que fundó la marca en los ochenta junto a un empresario tailandés. La sucesión depende de la decisión que tome la familia asiática, cuyo primogénito está huido de la justicia por homicidio desde hace una década

Mark Mateschitz Red Bull
Mark Mateschitz, hijo de Dietrich Mateschitz, fundador de Red Bull, el 30 de junio de 2019 en la localidad austriaca de Spielberg.NOGER Manfred (Getty Images)

Cuando el pasado 23 de octubre murió Dietrich Didi Mateschitz, víctima de un cáncer de páncreas, toda Austria se conmovió ante el fallecimiento del legendario y carismático gran jefe de Red Bull. A continuación, muchos se formularon una pregunta inquietante y que aún no tiene respuesta. ¿Quién ocupará el trono del imperio de bebidas energéticas y, también, del deporte? ¿Su hijo? ¿Un rico heredero tailandés? ¿O un ejecutivo sin rostro conocido?

En Austria, todo el mundo sabe que su hijo, Mark, siempre ha sido considerado un posible sucesor, y aunque es obvio que heredará una considerable fortuna, calculada en unos 25.000 millones de euros, es poco probable que pueda seguir los pasos de su padre. La razón es que esa decisión depende de una poderosa familia tailandesa involucrada también en la compañía, y cuya fortuna se estima en más de 26.600 millones de euros, la segunda más rica del país asiático, según Forbes.

La existencia del joven de 30 años fue casi desconocida en su infancia y juventud. Creció con el apellido de su madre. Pero después de terminar su carrera de Administración de Empresas, el joven comenzó a utilizar el apellido de su padre y apareció en puestos de responsabilidad en las ramas de actividad de las empresas de Red Bull. Solo su segundo nombre, Dietrich, recordaba al destacado cofundador del imperio de bebidas, y muchos en su país natal pensaban que crecería sin ser observado. Las fotos de él son escasas y las entrevistas, todavía más. Según algunas informaciones del periódico austríaco Kurier, sus compañeros de clase lo han descrito como “brillante, con muchos intereses y deportista”.

Desde principios de 2022, Mateschitz junior forma parte del consejo de la Fundación Red Bull Wings for Life, donde la directora de la empresa es su madre, Anita Gerhardter. Desde hace casi cuatro años, también es el director general de la empresa de refrescos, aguas y cervezas Thalheimer Heilwasser GmbH; y en 2021 se convirtió en el jefe de la empresa de gestión Mark Mateschitz Beteiligungs GmbH, con sede en Salzburgo y que posee el 34% de Taurea, otra compañía que, a su vez, controla una serie de propiedades del imperio Red Bull.

Los jugadores del Leipzig guardan un minuto de silencio en homenaje a Dietrich Mateschitz en su partido de la Champions League contra el Real Madrid celebrado en Leipzig el 25 de octubre de 2022.
Los jugadores del Leipzig guardan un minuto de silencio en homenaje a Dietrich Mateschitz en su partido de la Champions League contra el Real Madrid celebrado en Leipzig el 25 de octubre de 2022.MARTIN DIVISEK (EFE)

Aunque la larga y fatal enfermedad de su padre llegó a la opinión pública tan unos meses antes de su muerte a los 78 años, nadie en la empresa había comentado quién podría ser el sucesor al frente de la compañía. Quién sería el siguiente tras el hombre que tuvo la genial idea de importar desde Tailandia una bebida mágica que probó en el bar de un hotel de Bangkok cuando era un ejecutivo de una empresa alemana.

Por el momento, Mark Mateschitz no ha dicho palabra sobre su futuro en la empresa que creó su padre por una razón que se escapa de sus manos. La decisión de si participará en el futuro de Red Bull no es suya: la tomará la familia tailandesa Yoovidhya, su propietaria mayoritaria, y, sobre todo, el jefe de clan y empresario Chalerm Yoovidhya. Cuando crearon Red Bull en los años ochenta del pasado siglo, Mateschitz se quedó con el 49% del negocio. Otro 49% fue para Chaleo Yoovidhya, inventor de aquel energizante brebaje inicial Krating Daeng que fue el germen de Red Bull. El 2% restante recayó en Chalerm, su primogénito. Tras la muerte del padre en 2012, el heredero pasó a tener el 51% de las acciones, lo que le otorga ahora el poder.

Pero Yoovidhya, que tiene 72 años, tiene un problema: su heredero, Vorayuth, es considerado desde hace 10 años como un fugitivo de la policía internacional, que lo busca por el homicidio de un agente. Era septiembre de 2012 y el joven tenía 27 años cuando, bajo los efectos del alcohol y la cocaína, atropelló con su Ferrari gris al sargento Wichien Klanprasert. El policía iba en una moto y había salido esa madrugada tras ser alertado por un robo. Vorayuth Yoovidhya le atropelló, Klanprasert se estrelló contra la luna del vehículo, fue arrastrado 100 metros por el coche y falleció en el acto. Tenía 45 años. El joven huyó y su padre indemnizó a la familia del policía con 100.000 dólares, pero desde entonces la Interpol lo busca por todas partes, un hecho que no lo convierte en un sucesor lógico del famoso Didi Mateschitz. Pero la última palabra la tendrá el clan tailandés.

Chalerm Yoovidhya en el Gran Premio de Fórmula Uno de Austria, celebrado en la localidad de Spielberg el 10 de julio de 2022.
Chalerm Yoovidhya en el Gran Premio de Fórmula Uno de Austria, celebrado en la localidad de Spielberg el 10 de julio de 2022.Bryn Lennon (Getty Images)

Una historia de éxito

Corrían los años ochenta. Tras un agotador viaje hasta Tailandia, Didi Mateschitz le pide al camarero una bebida que le ayudara a combatir el cansancio producido por el jet lag. Le sirven una copa llena de Krating Daeng, un brebaje local utilizado por los camioneros para mantenerse despiertos en sus largos viajes y que en español podría traducirse como “búfalo rojo de agua”. Tras beberse el contenido del vaso, Mateschitz quedó intrigado por el repentino bienestar que sintió en su cuerpo hasta ese momento agotado y dolorido.

La bebida, además de devolverle una repentina frescura, le abrió los ojos para comenzar a diseñar una idea que se convertiría en poco tiempo en una obsesión. “Esto podría ser algo bueno para Europa, donde hay tantos ejecutivos estresados y tantos jóvenes hambrientos de diversión”, se dijo. Después de obtener la licencia para producirla en Austria, el ejecutivo renunció, en 1984, a su cargo en Blendax —la multinacional de pasta de dientes y productos de higiene donde trabajaba—. Con los ahorros de toda su vida comenzó a dar vida a aquella idea que tuvo en Bangkok y fundó la empresa Red Bull GmbH junto a dos socios tailandeses.

Su primera experiencia fue aterradora, pero, al mismo tiempo, se convirtió en un desafío existencial. “No existe un mercado para Red Bull, pero lo crearemos”, afirmó entonces. La oportunidad llegó cuando un amigo publicista le comunicó que había creado el eslogan ideal para su bebida: “Red Bull te da alas”. En 1987 comenzaron a venderse las primeras latas y la compañía comenzó a volar, con cuotas de crecimiento que se acercaban al 200% al año. Las cifras que arrojó en 2013 hablan por sí mismas: 5.300 millones de latas vendidas en 166 países y un volumen de negocio de más de 5.000 millones de euros. En 2021, Red Bull llegó a vender 10.000 millones de latas.

Muchos analistas han intentado descifrar el secreto del increíble éxito de Red Bull y casi todos han llegado a la conclusión de que Dieter Mateschitz fue todo un genio a la hora de promocionar y comercializar su bebida mágica, que energiza los músculos, reactiva el corazón y espabila el cerebro. Pero sus efectos no son el único secreto del éxito. Gracias a su eslogan, “Red Bull te da alas”, el empresario austriaco logró transmitir a los consumidores una forma diferente de enfrentar la vida y sus desafíos. Les inculcó que Red Bull significa libertad, independencia y que un sorbo despierta los deseos de triunfar. En otras palabras, supo hacer ver al consumidor que todo aquel que lo bebe está condenado a tener éxito. Quien tome las riendas de su legado, y si también tendrá éxito, es una pregunta aún por responder.

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