Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, actores secundarios de una misa del Jubileo marcada por la ausencia de Isabel II
El príncipe Carlos y su hijo, el duque de Cambridge, asumen el papel de autoridades en el segundo día de los festejos por los 70 años en el trono de la reina
Si alguien dudaba de la importancia de la figura de Isabel II en el Reino Unido, que estos días le rinde homenaje con motivo del 70º aniversario de su ascenso al trono, no ha habido más que esperar a que desaparezca durante unas horas para que su ausencia se haya convertido en el tema central de conversación. La monarca, de 96 años, tuvo bastante con salir al balcón del palacio de Buckingham el jueves para pasar revista a las tropas y después saludar, y con encender una antorcha en el castillo de Windsor. Desde palacio se anunció poco después que estaba indispuesta y que no podría acudir el viernes a la misa de acción de gracias en la catedral de San Pablo, en Londres. Una circunstancia que ha hecho que el acto quede descafeinado.
Lo que buscaba el pueblo no ha llegado, o se ha quedado en un medio gas algo decepcionante. Con permiso de la reina, y más aún estando ausente, la imagen del día ha sido la de Enrique de Inglaterra y su esposa, la actriz estadounidense Meghan Markle. Y la foto ha llegado, pero ahí se ha quedado. Los duques de Sussex han regresado al Reino Unido y al seno de los Windsor tras dos años de ausencia voluntaria. Punto final. Más allá de las sonrisas y de los saludos en la puerta de la catedral, no ha habido reencuentro familiar, ni amagos de reunión, ni nada parecido. Enrique y Meghan, por un lado, y los herederos al trono, por el suyo.
La pareja, vestida de gala —él con chaqué oscuro y la solapa cuajada de condecoraciones; ella con un vestido tipo gabardina en color crudo de alta costura de Dior, tocado y guantes a juego—, ha llegado al templo a las 12.05 de la mañana, justo antes de que lo hicieran los miembros más respetados de la familia real. No han estado con ellos sus hijos, Archie y Lilibet. Su entrada ha tenido lugar después de la de otros nietos de la reina, pero antes que la de Guillermo y el príncipe Carlos, hermano y padre de Enrique, respectivamente, y máximas figuras de autoridad en ausencia de Isabel II.
Tras los duques de Sussex, pero 10 minutos después, han entrado a la catedral Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton —vestida de amarillo pastel de la neozelandesa Emilia Wickstead, una de sus modistas de cabecera— y, apenas un par de minutos después, el heredero al trono, el príncipe Carlos, y su esposa, Camila de Cornualles —de inmaculado blanco—, los miembros más importantes de la comitiva y que han cerrado el cortejo. Los cuatro han avanzado juntos por el pasillo de la catedral, en unas imágenes que han captado los fotógrafos, pero que la retransmisión del vídeo en directo ya no ha emitido al tratarse de un solemne servicio religioso. Isabel II, además de reina de su país y cabeza de la Commonwealth, es también la jefa suprema de la Iglesia Anglicana.
La ubicación dentro de la iglesia de las tres parejas protagonistas de este distanciamiento público y notorio ha hecho que la imagen de ellos juntos tampoco se produjera. Los duques de Sussex han ocupado un lugar menos importante en la catedral que el príncipe Carlos, Camila de Cornualles y los duques de Cambridge: el príncipe Guillermo y Kate Middleton. Mientras que los primeros estaban en la zona izquierda del templo, en segunda fila y junto a sus primas Eugenia y Beatriz de York, el heredero y su hijo se han sentado en el sitio de honor, en la primera fila de la izquierda, evitando así una foto juntos.
A la salida, el protocolo ha logrado que los hermanos también se hayan esquivado . El orden de la llegada se ha invertido: Carlos y Camila han sido los primeros en abandonar el templo, seguidos poco después de Guillermo y Kate. Tras ellos han salido la princesa Ana (segunda hija de la reina Isabel) y su esposo y el príncipe Eduardo (cuarto hijo de la reina) con su esposa e hijos, seguidos de los duques de Gloucester. Tras ellos, de nuevo, Eugenia y Beatriz de York con sus maridos. Después ya se ha podido ver a Zara Tindall y Peter Phillips, hijos de la princesa Ana pero no considerados príncipes, que han salido junto a Enrique y Meghan.
A la misa también han acudido destacadas figuras políticas, como el primer ministro británico, Boris Johnson, y su esposa, Carrie Symonds; la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon; el líder de los laboristas, Keir Starmer; el jefe de gobierno de la Cámara de los Comunes, Mark Spencer; o antiguos primeros ministros como Theresa May, David Cameron, Tony Blair y Gordon Brown. Sin embargo, entre las personalidades reunidas en la catedral anglicana de San Pablo, faltaba otro de los protagonistas más polémicos y esperados de la jornada, el tercer hijo de la reina, el príncipe Andrés. El jueves, sus portavoces anunciaron que había dado positivo en coronavirus. Esta iba a ser su única aparición en los festejos, al estar apartado de la familia real por su amistad con el pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein. Se le pudo ver del brazo de su madre en la misa funeral conmemorativa por Felipe de Edimburgo, su padre, celebrada el pasado abril. Ha sido su único momento de restauración pública tras dos años y medio apartado de la vida pública.
Los duques de Sussex dejaron de aparecer en actos de la familia real británica hace dos años, cuando decidieron marcharse del Reino Unido. La relación del hijo pequeño de Diana de Gales con su familia no pasa por su mejor momento. Desde que se marcharon del país rumbo a California, únicamente ha regresado a Londres en tres ocasiones. Las dos primeras fueron en abril de 2021, un año después de marcharse, y con motivo de la muerte de su abuelo, Felipe de Edimburgo, a cuyo funeral asistió; la segunda, tres meses después, para descubrir una estatua de Diana junto a su hermano, Guillermo. Además, hace apenas dos meses, él y Meghan Markle visitaron de forma privada a la reina Isabel durante su viaje a Países Bajos con motivo de los Juegos Invictus. En ese caso no hubo imágenes del encuentro.
Esta segunda jornada de los festejos de cuatro días por el Jubileo de Platino de Isabel II llega tras el multitudinario desfile militar del jueves, el llamado Trooping the Colours, por las calles de Londres, que dejó como estampa final el saludo de la familia real británica en el balcón del palacio de Buckingham. Allí no se dejaron ver Enrique y Meghan, puesto que solo sus miembros en activo salieron a saludar. Sin embargo, se les pudo ver de forma discreta en otras estancias de palacio gracias a algunas imágenes captadas a través de las ventanas. Hoy han querido y logrado romper esa discreción, pero sin ofrecer la foto que tantos deseaban.
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