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Ana Fernández: “La terapia ya no es tabú y es bueno. Debemos fomentar el pedir ayuda”

La actriz, que viene de saborear las mieles del éxito internacional, está volcada en el regreso de ‘Los Protegidos’, la serie que la vio nacer

Ana Fernandez
La actriz Ana Fernandez, en un momento de la entrevista concedida el 2 de diciembre en el Yatai Market de Madrid.JUAN BARBOSA
Eva Armas Gil

Tras casi dos años sin entrevistas en persona, en el encuentro con Ana Fernández (Madrid, 32 años) la actriz se muestra accesible. En estos últimos años, confiesa, le han pasado “cosas muy buenas y también terriblemente malas”. “Pero todas se han acumulado en mí y me han hecho madurar”, reflexiona. Fernández se encuentra en un momento idílico de su carrera y lo está disfrutando porque sabe bien lo que es no poder hacerlo. “Viví un parón como todos porque hubo una crisis enorme en la industria, pero ahora estamos en el mejor momento de la ficción española: hay trabajo y una oferta maravillosa, estamos más o menos tranquilos. Agradezco esa pausa porque te hace valorar el trabajo y es un aprendizaje”.

Ana Fernández ya no es aquella niña que debutó en Cuestión de sexo, la que fue su primera escuela en televisión, ni tampoco la adolescente que conoció la fama con la primera entrega de Los Protegidos, la exitosa serie de Antena 3 que se emitió entre enero de 2010 y el verano de 2012. Ahora dice ser una mujer feliz y con las cosas claras, y sin perder una pizca de entusiasmo, reconoce un sentimiento de nostalgia absoluto y muy propio de la era actual, que promete saciarse en esta nueva etapa que comenzó en diciembre y termina esta semana. “Los Protes”, como dice cariñosamente, “acabaron muy arriba hace 10 años y fue una pena no seguir. Así que ha surgido la vuelta y ha sido emocionante: entre todo el equipo y la nueva productora, hemos hecho algo muy compacto que mezcla toda la nostalgia del pasado con todo lo bueno del presente”.

El reencuentro, dice, ha sido “mágico”: “Seguimos teniendo las mismas bromas entre nosotros y parece que no ha pasado el tiempo”. Sin embargo, tiene claro que, como ella, Sandra (su personaje) regresa con una mochila llena de vivencias y sentimientos nuevos que la han hecho crecer y relacionarse de forma diferente. Pero a Fernández le gusta separar la persona del personaje y se sirve de ello para disfrutar de la fama, y no al contrario: “Yo soy actriz cuando hay una cámara delante o estoy en un escenario. Si no, soy Ana y tengo mi humor y mi forma de expresarme. La exposición tiende a ser negativa, pero se puede gestionar para quedarte con lo bueno, que es muchísimo más”.

Cuenta la intérprete que vive en el campo con su chico y sus cinco perros y que eso le ha ayudado a conseguirlo. Y también recuerda que es importante ganarse el respeto de aquellos con los que tienes que trabajar: “Me pasó algo horrible y la prensa se hizo eco y estuvo ahí, pero me trataron con mucho respeto. Creo que el respeto te lo tienes que ganar, siempre he sido una tía muy natural con los medios y no he ocultado nada. Al final, pierdes el morbo y no te persiguen”. Lo dice en referencia a la trágica muerte de su anterior pareja, el cámara de televisión Santi Trancho, en un accidente de tráfico en marzo de 2015.

A conocerse tan bien a sí misma ha aprendido en años de terapia, como expresa varias veces en la conversación. También a aceptar lo que la vida le ha ido dando. Tras la muerte de Trancho, después de pasar por las correspondientes fases del duelo y creer que lo había superado “gracias al animal que todos llevamos dentro”, hace dos años vivió su primer brote de ansiedad. “No lo entendía, pensé que era por estrés. En pocos años me han pasado cosas trascendentales que he ido sorteando, pero que, al final, tienes que sopesar y colocar. Y eso te lo da el tiempo. Así que volví a terapia y di la bienvenida a mi vida a la ansiedad. A veces viene y a veces no, pero he aprendido que puede que se mantenga conmigo siempre, así que ahora es mi amiga”, cuenta con aplastante firmeza.

Haciendo de la necesidad virtud, se apoya en las redes sociales: “Prácticamente se nos ha obligado a utilizarlas; aunque reniegues, participas sí o sí. Yo me dedico al entretenimiento y eso es lo que comparto. Intento encontrar mi lugar y elijo lo que quiero que vean de mí, mis dramas me los como con mi familia, mi pareja o mi psicóloga”.

No solo quiere visibilizar la terapia, sino lanzar un mensaje que considera fundamental para las nuevas generaciones. “Ya no es tabú y es algo bueno. Debemos fomentar el pedir ayuda e ir al médico de la cabecita. Tendríamos que hacerlo cuanto antes. A esos adolescentes que se protegen de sus complejos atacando a los demás les diría que inviertan los 50 euros que se gastan en botellón o en unas zapatillas en ir a terapia. Así no habría tanto bullying ni tanta falta de autoestima”. Ella fue, como tantos, de las que lo sufrieron en sus años de instituto: “Estaba entrenada, pero también lo pasé mal. Tenías un día débil y te planteabas incluso creértelo”, explica. “Pero gracias a un toque que me dio mi madre, cambié. Pasé de odiar ser pequeñita a parecerme la leche. Cogí ese complejo y lo abracé. Me dije: ‘Eres bajita y te quiero’. Cuando lo abrazas deja de ser un complejo y ya no te duele”, recuerda emocionada.

Además de su trabajo como actriz, a Ana Fernández le llena sentirse libre cuando el calendario de rodajes lo permite y defender causas en favor del medioambiente y los animales. También la música, a la que se ha acercado de la mano de su pareja, el cantante Adrián Roma. Dentro de poco, y si todo va según lo planeado, también lo hará ser madre: “Me veo siendo madre en un par de años. Soy hermana mayor y me apetece, pero vamos a esperar porque queremos hacer las cosas bien, con cariño y muy cuidaditas”.


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Sobre la firma

Eva Armas Gil
Graduada en Comunicación Audiovisual y Máster en Comunicación Editorial por la Universidad Carlos III de Madrid, ha dedicado su carrera a medios digitales especializados en belleza, moda y estilo de vida. Ha escrito en las ediciones españolas de AD, Glamour, Grazia y Harper’s Bazaar y, ahora, hace lo propio en EL PAÍS y S Moda.

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