Otra batalla de hermanos en la familia real británica: el príncipe Carlos no quiere que Eduardo sea duque de Edimburgo
El heredero al trono pretende evitar que su hermano pequeño herede el título que ostentó su padre durante más de 70 años y que pidió en vida que le fuera legado
El 19 de junio de 1999, Eduardo de Inglaterra —cuarto hijo de Isabel II y el menor— se casaba con su prometida y novia durante seis años, Sophie Rhys-Jones. La pareja recibía como regalo de boda por parte de la reina un título, como es costumbre de la soberana cuando sus hijos se casan, pero en este caso uno algo menor. Los hijos de la monarca suelen adquirir el estatus de duque, mientras que Eduardo y Sofía se convertían solo en condes de Wessex, earls, por su denominación en inglés, una escala por debajo de los duques. Pero ese título iba acompañado de una promesa: cuando su padre, Felipe, muriera, el título de duque de Edimburgo pasaría a Eduardo. Una promesa que ahora será incumplida. Carlos, su hermano mayor y heredero al trono de Inglaterra, ha decidido que no será así porque el título de duque de Edimburgo lo quiere para sí mismo.
La pelea por el que ha sido el más conocido de los apelativos de la familia real parece estar en plena ejecución. Primero fueron los tabloides británicos los que dejaron ver que Carlos, de 72 años, pretendía quedarse con él. Pero ahora las informaciones saltan al mucho más fiable periódico The Times, que cita a dos fuentes muy cercanas al heredero. “El príncipe [Carlos] es hoy por hoy duque de Edimburgo, y de él depende lo que suceda con el título. No irá a parar a Eduardo”, afirma una, mientras que otra asegura: “[El ducado de] Edimburgo no será para los Wessex en lo que al príncipe respecta”. La decisión no tiene que tomarse ahora, sino que llegará cuando el título vuelva definitivamente a la Corona, cuando Carlos sea rey.
Resulta sorprendente ese cambio de tercio con respecto al título. Cuando Felipe de Edimburgo falleció en abril, muchos dieron por hecho que Eduardo, su hijo pequeño, sería el heredero de ese nombre, que el esposo de la reina llevó durante más de 70 años, desde que se casó con Isabel. Eduardo llevaba años ocupándose de asuntos y de asociaciones que manejó el duque de Edimburgo y de hecho es el rostro y el encargado de otorgar los premios que fundó en 1956 con su nombre y que reconoce a jóvenes talentos de distintas disciplinas.
Que el título de duque de Edimburgo pase a Eduardo no es un capricho ni un invento suyo. Es una realidad que hicieron pública no solo Isabel II, sino el propio duque y hasta Carlos en 1999, con la boda de Eduardo. “La reina, el duque de Edimburgo y el príncipe de Gales han acordado que al príncipe Eduardo se le otorgará el ducado de Edimburgo cuando el presente título que ahora ostenta el príncipe Felipe finalmente regrese a la Corona”, decía un comunicado hecho público cuando se casaron. Es decir, el cambio llegaría cuando Felipe muriera y la reina Isabel también, por tanto, cuando Carlos fuera rey. En una reciente entrevista con el diario The Daily Telegraph, Sofía de Wessex recordaba aquel momento de hace más de 20 años. “Nos quedamos ligeramente sorprendidos”, decía Sofía. “Él [Felipe de Edimburgo] vino directo a nosotros y nos dijo que le gustaría mucho que lo consideráramos”. En esa misma entrevista, Eduardo explicaba que aceptarlo era “agridulce”: “Porque el único modo en el que el título podría llegar a mí sería que mis padres murieran”.
En un primer momento, era Andrés (el tercer hijo de la reina) quien iba a optar a ese honor, pero al final en su boda fue investido duque de York, un título que suelen llevar los segundos hijos varones de los soberanos. “Mi padre tenía mucho interés en que el título continuara, pero no se movió rápido con Andrés, así que pensó en nosotros. Fue una idea preciosa”, reconocía Eduardo sobre un título creado en 1726 por Jorge I, que solo volvió a usar la reina Victoria a mediados del XIX para su segundo hijo y que Jorge VI, padre de la actual soberana, recuperó en 1947 para el marido de su hija mayor.
La cadena BBC también le preguntó a Eduardo en junio sobre si iba a aceptar el reto que supondría llevar el título de duque de Edimburgo, y él trató de ser comedido en sus comentarios. “Era buena idea en teoría hace años, cuando era una especia de sueño de mi padre... y por supuesto dependerá de si el príncipe de Gales, cuando se convierta en rey, quiere hacerlo. Así que habrá que esperar y verlo. Pero sí, sería todo un reto recibirlo”. Por el momento, sin embargo, no parece que Carlos tenga ninguna intención de soltar ese título, aunque ni sus portavoces ni los de Buckingham han decidido comunicar nada al respecto.
Los Wessex se han convertido en un valor importante en los dos últimos años en la familia real británica. Ana de Inglaterra (segunda hija de la reina), de 70 años, asume muchos compromisos, pero la mayoría recaen sobre Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton. Por eso, con la caída en desgracia del príncipe Andrés y la salida de Enrique y Meghan Markle (además de por la batalla entre hermanos que mantienen Guillermo y Enrique) Eduardo y Sofía son un activo al alza. Discretos, educados y sin escándalos, en los últimos dos años se han movilizado por la familia, con el añadido de que Sofía es una de las personas favoritas de la reina Isabel II. Los Wessex y sus hijos han compartido muchos momentos con la reina y su marido; la fotografía póstuma de Felipe —que era su favorita— que compartió la casa real era un retrato realizado por la propia Sofía. La cuestión es que, más allá de la reina y de Felipe, al final la decisión del título la tomará el príncipe Carlos. Y habrá que esperar a la decisión hasta que él sea rey.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.