Sira, la hija amazona de Luis Enrique, recuerda a su hermana fallecida
“Lo que he vivido con mi hermana me ha hecho ver la vida de otra manera. Hay que disfrutar de cada momento”, reflexiona a sus 20 años la campeona de España de saltos en la categoría de jóvenes jinetes
Hace un año y medio la tragedia golpeó a Luis Enrique. La hija pequeña del actual entrenador de la selección española de fútbol, Xana, perdió la vida con solo nueve años a causa de un cáncer de huesos contra el que se enfrentó durante cinco meses. Aquello fue un gran mazazo que sacudió a toda la familia del que fue jugador y entrenador del Barça. El técnico dejó su puesto como seleccionador y se centró en su esposa, la economista Elena Cullel y miembro de la burguesía catalana, y sus otros dos hijos, Pacho y Sira. “Nuestra hija Xana ha fallecido esta tarde a la edad de nueve años después de luchar durante cinco intensos meses contra un osteosarcoma. Damos las gracias por todas las muestras de cariño recibidas durante estos meses y agradecemos la discreción y comprensión”, publicó en agosto de 2019 en Twitter Luis Enrique, que había renunciado en junio de ese año al cargo de seleccionador por cuestiones personales que entonces no se dieron a conocer.
Unos meses después, en noviembre de 2019, Luis Enrique volvía a tomar las riendas de su vida profesional y se ponía de nuevo al frente de La Roja. “Tenía ganas de volver a recuperar la vida y volver a hacer lo que más me gusta, relacionarme con el fútbol, y demostrar a mi familia que la vida continúa”, dijo a su regreso, en el que recibió el apoyo de los suyos. Ahora ha sido su hija Sira la que ha vuelto a recordar a la pequeña fallecida en una entrevista con la revista Vanity Fair. “Lo que he vivido con mi hermana me ha hecho ver la vida de otra manera. Antes me agobiaba ante el mínimo problema. Ahora me paro a pensar que hay que vivir y disfrutar de cada momento”, reflexiona la joven de 20 años que desde el pasado domingo se ha convertido en la campeona de España de saltos en la categoría de jóvenes jinetes.
Además de su pasión por los caballos (desde los siete años hace monta en el Open Sports Club de Barcelona, un centro de alto rendimiento ecuestre en las afueras de la Ciudad Condal), Sira habla en la entrevista de lo que ha aprendido en este tiempo desde que falleció su hermana. “No se sabe cuándo va a ser nuestro final. Intento sobrellevarlo bien y sacarle el lado positivo a todo”, añade la hija del seleccionador nacional, que, explica, ha aprendido a apreciar más el día a día: “Voy a vivir la vida por mí y por mi hermana”.
La joven vive en Bélgica, cuna de la hípica, donde se dedica a montar, aunque se mueve por toda Europa de competición en competición. Y siempre que puede viaja a España para reunirse con su familia, lo que más echa de menos de su vida lejos. Hacia su madre solo tiene palabras de cariño —”es una madraza”— y de su padre confirma lo que él mismo demuestra desde el banquillo. “Tiene carácter, pero es muy familiar. Le encanta reunirnos a todos delante de la chimenea y jugar a las cartas, por ejemplo. Y viajar. En Navidad siempre nos vamos fuera”, cuenta.
Con solo un año y medio Sira acompañó a Luis Enrique al Camp Nou y desde entonces lleva el fútbol en la sangre. Antes de apasionarle los equinos probó con el balón. “Practicaba de pequeña, pero se me daba fatal”. Asegura que en casa no hablan mucho de fútbol, pero sí recibe consejos de su padre en cuanto a sus competiciones de hípica: “Mi padre es competitivo y sabe qué actitud hay que tener en el deporte. Yo soy como él: si hay algo que quiero, voy a por ello”. No es la única que ha heredado de su padre la pasión por el deporte. Pacho su hermano mayor, que trabaja en una auditoría en la capital catalana, también jugaba al fútbol de pequeño y ahora practica boxeo.
Sira compagina su sueño con el tercer curso de Administración y Dirección de Empresas, que estudia a distancia en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Me organizo bien. De mayor me veo en mi finca, compitiendo y criando caballos”, comenta esta amazona políglota que domina el inglés y solo habla en catalán con su abuela materna. Cuando no salta ni estudia le encanta “leer novelas románticas” y pasar tiempo con su novio, el jinete Paco Goyoaga, nieto de uno de los deportistas hípicos españoles más ilustres.
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