La exmujer de Boris Johnson salda cuentas con su pasado familiar
Marina Wheeler supera un cáncer y escribe un libro sobre la vida de su madre en el Punjab indio en el que ha encontrado la calma tras meses de tormenta
Marina Wheeler (Antiguo Berlín Occidental, 56 años) es barrister QC. barrister, el término inglés con que se define a los abogados que argumentan en sala y cuyo dominio del derecho, en un sistema basado en los precedentes judiciales, está demostrado. QC, Queens Counsil (Consejero de la Reina), es el título que prenden a su cargo aquellos juristas cuyos compañeros de profesión han reconocido un especial mérito y talento. La distinción que les permite vestir toga de seda. Marina Wheeler también es, entre otras muchas cosas, la exmujer de Boris Johnson, del que se divorció a principios de 2020 después de casi 25 años de matrimonio y cuatro hijos.
Si algunos hijos construyen su vida bajo la vigilancia y comparación constante con el padre, las hijas, podría argumentarse, se explican a través de las madres. La madre de Marina se llamaba Dip Singh, una india sij de una familia acomodada que vivía feliz en el Punjab occidental hasta que la partición convirtió ese territorio en parte de Pakistán y los Singh huyeron con lo puesto a Nueva Delhi. El padre de Marina era Charles Wheeler, corresponsal de la BBC que recorrió medio mundo, consolidó su prestigio en Washington y culminó su trayectoria en Bruselas cuando ser corresponsal de la institución pública británica era lo más parecido a pertenecer a una casta superior.
Marina recuerda, en una conversación con The Times, la cena con sus padres y su hermana en la que jugaron a describir cada uno sus mejores habilidades. “A ti se te da muy bien limpiar los baños”, sugirió Charles a su esposa india cuando le tocaba a ella hablar. Le amenazó con arrojarle encima la salsera con ketchup si no retiraba sus palabras. Como no dejaba de reírse, toda su cabellera blanca acabó pringada de rojo. “No pensé que me atrevería a hacerlo”, reconoció más tarde la madre.
Marina Wheeler publicará el próximo mes de julio The Lost Homestead (La última finca), su viaje personal en el tiempo a la búsqueda de sus orígenes familiares, pero, sobre todo, a la búsqueda de su madre. “Quería rescatarla de la sombra de la enorme fama de mi padre”, admite. La tentación del paralelismo es muy fuerte. Difícil no imaginar que el libro es el particular modo de Marina de embadurnar de salsa la famosa pelambrera rubia del primer ministro del Reino Unido. Y de abandonar la sombra de quien fue malévolo corresponsal en Bruselas del The Daily Telegraph, provocador director del semanario conservador The Spectator, popular alcalde de Londres, ministro de Exteriores y, finalmente, primer ministro. En todo ese camino, amantes, escándalos, abortos, hijos secretos, rupturas y reconciliaciones en las que Marina cambió en más de una ocasión la cerradura de la casa familiar.
Durante los últimos meses, su vida ha sido una constante tormenta. Fue diagnosticada con un cáncer de cuello uterino cuando se disponía a emprender un proyecto soñado durante años, el libro que finalmente ha escrito. Murió su adorada madre, llegó la pandemia, y tuvo que hacer frente a la enfermedad mientras su exmarido se mudaba al 10 de Downing Street junto a su nueva pareja, Carry Symonds (de 32 años, 26 más joven que Johnson), con quien tenía un nuevo hijo. La ola del Brexit se quedó pequeña cuando llegó la ola de la pandemia. Mientras el político ingresaba en la UCI víctima de la covid-19, bregaba con una crisis para la que nunca se preparó (y para la que no dispone de la suficiente habilidad, según señalan incluso algunos de sus compañeros conservadores) y veía cómo su popularidad se hundía, Marina encontraba la calma en un pasado que ya solo existe en su imaginación y en los recuerdos heredados. “Ha sido un momento clave y de cambio en mi vida. Terminó mi largo matrimonio, mis dos hijos menores se fueron a la universidad, mis padres ya no estaban, cambié de casa... Me tomé un descanso del Derecho y ahora he vuelto. Me siento libre para elegir a qué dedico mi tiempo como no me había sentido en décadas”, admite Wheeler.
La verdadera historia detrás de esa madre añorada es que Dip Singh se licenció en Filología rusa, y años más tarde en Psicología experimental a través de la universidad a distancia. Que trabajó durante años como investigadora para Amnistía Internacional, y que vistió durante años el sari tradicional y cocinó para su familia platos indios. Pero nunca quiso hablar ni recordar su pasado de ruptura y desarraigo. “Creo que la técnica de mi madre no está mal. Decidió a lo largo de muchos años que no iba a hablar de lo que le había ocurrido. Algunas cosas necesitas apartarlas a un lado, como algunos documentos que maneja el Gobierno, y no volver a ellas hasta que hayan pasado al menos veinte años”, explica la abogada a la periodista de The Times.
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