Paula Vázquez, una feminista alejada de la televisión pero atrincherada en las redes sociales
La presentadora vive instalada en la polémica por proclamar sus opiniones y plantar cara a quienes la critican por sus ideales políticos o sus retoques estéticos
Hace un par de años, a raíz de la sentencia dictada por la Audiencia de Navarra en la que se condenó por abusos sexuales, y no por violación, a La Manada, Paula Vázquez quiso mostrar su apoyo a la víctima. No lo hizo únicamente en redes sociales como otros muchos famosos, sino que aprovechó el espacio de televisión que presentaba por aquel entonces, Fama, a bailar, para denunciar la decisión del tribunal. “No quiero despedirme del programa sin decir dos cosas importantes: no es no y yo sí te creo”, manifestó decidida frente a la cámara, rodeada por las bailarinas del concurso. Aquel gesto no era nuevo para la presentadora, que se define a sí misma como feminista y siempre ha batallado para que en la televisión haya igualdad entre hombres y mujeres.
“Creo que los que tenemos una plataforma y un atril donde hablar tenemos la obligación de hacernos eco de las cosas que, a mi juicio, son justas”, explica durante una conversación telefónica con EL PAÍS. Dicho atril son ahora las redes sociales —en Instagram cuenta con más de 106.000 seguidores, mientras que en Twitter supera los 328.000—, donde expone claramente sus ideas y no se amedrenta ante las críticas, incluso si vienen de otros personajes públicos. Uno de ellos es el periodista Alfonso Ussía, con el que ha tenido varios encontronazos virtuales. El escritor dejó entrever en una ocasión que Vázquez mantenía una relación sentimental con Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. “Me enorgullece que gente como Ussía me pueda ofender porque habla peor de ellos que de mí”, expresa con cierta soberbia, a lo que añade riéndose: “Sigo sin conocer a Pablo Iglesias en persona, pero le admiro muchísimo y a Irene [Montero] también”.
Sin embargo, revelar sus convicciones políticas le ha pasado factura en más de una ocasión por el simple hecho de ser mujer. “He visto poner opiniones muchísimo más brutales que las mías a compañeros hombres y no les atacan. Si nosotras opinamos, es verdad que hay ensañamiento”, cuenta la presentadora, que afirma que ciertos comentarios se han extrapolado a su ámbito laboral. Cuando Vázquez comenzó a trabajar en televisión a principio de los años noventa apenas había mujeres tras las cámaras. Actualmente trabajan más redactoras, técnicas de sonido, regidoras, operadoras de cámara… pero faltan por conquistar los puestos directivos: “Me duele que pasen los años y ver a compañeras que valen muchísimo, que sacan las castañas del fuego, que renuncian a la maternidad, a una vida estable, que tienen que cargar con el cuidado familiar y no mejoran su calidad de vida porque su sueldo no aumenta”. Y aunque ella se siente afortunada desde su posición, reconoce que tampoco es fácil ejercer el papel de presentadora porque “se confía mucho antes en un hombre sin experiencia que en una mujer madura”.
A sus 45 años Vázquez ha sido la cara visible de formatos como El juego del euromillón o Pekín Express, habiendo pisado las principales cadenas de televisión de España. Se aventuró a trabajar en Cuatro a los pocos años de fundarse, concretamente en 2008, cuando todavía no pertenecía a Mediaset. “Mi mánager de entonces me decía: ‘Estás loca, vas a ganar menos’. Y yo pensaba: 'Ya, pero me gusta la línea editorial, el perfil que tiene y lo que están haciendo”, recuerda Vázquez con cierta nostalgia de aquellos años en los que una mujer, Eva Hache, estaba a cargo de un late night, un formato conducido ahora exclusivamente por hombres, como Andreu Buenafuente y David Broncano. Vázquez considera que en la televisión actual no hay cabida para las mujeres, no se crean programas para ellas. Sus últimos proyectos fueron El Puente y Ultimate Beastmaster, ambos en antena hasta 2018. Desde entonces ha recibido pocas ofertas, casi siempre orientadas al mundo del corazón. Como no le agradan, las rechaza. Ahora mismo se lo puede permitir y zanja que solo regresaría a la pequeña pantalla si le ofrecieran un proyecto innovador “porque se sufre muchísimo cuando haces cosas que no te gustan”.
Esto le permite estar centrada en su vida personal y su mayor proyecto ahora mismo es cuidar de su padre, José Ramón, que padece cáncer de pulmón. Su voz, ya de por sí alegre, se anima mucho más cuando le preguntan por él: “Lo está llevando francamente bien. Tiene un par de días al mes que está más pachucho, pero está pudiendo con el cáncer, que es lo importante”. Por su progenitor ha decidido trasladarse un tiempo a Barcelona y agradece no encontrarse en Madrid estos días “por la forma tan desquiciante de hacer política que tiene el PP” ante la crisis del coronavirus. Le acompaña a sus sesiones de quimioterapia y radioterapia y caminan juntos por la ciudad condal: “Mi padre es muy activo en su barrio y cuando salimos a pasear todo el mundo se acerca para comentarle cosas, animarlo, darle cariño… Está siendo muy gratificante”.
Esas caminatas son ahora con mascarilla. Mientras unos piensan que se trata de una medida de opresión, para Vázquez es un sinónimo de libertad. “A mí la mascarilla me ha traído una vida nueva porque te da un anonimato que yo no me esperaba. Así que ahora hago cosas que antes no hacía con tanta tranquilidad”, comenta la presentadora, que antes de la pandemia vivía su propio confinamiento, pues un simple trayecto a la farmacia podía durar dos horas por la cantidad de personas que la paraban por la calle.
Donde no puede evitar pasar inadvertida es en las redes sociales. Un lugar en el que recibe críticas hasta por su aspecto, algo a lo que está acostumbrada desde joven: “Me operé la nariz con 22 años y para entonces se me crucificó como si yo fuera Cher”. Esta semana ha vuelto a ser protagonista de otra polémica. “Esta mañana me he despertado con la cara algo hinchada y casi me crucifican aquí en Instagram. Cuelgo esta para que podáis ampliar a gusto, esto va para las cotillas criticonas”, escribía Paula junto a las etiquetas #CuantaSororidad #NoDejaisDeSorprenderme. Y con una advertencia: “Ah, y pienso retocarme todo lo que el presupuesto me permita”.
Desde aquella ocasión en que se operó la nariz asegura no ha pasado por el quirófano, simplemente se aplica tratamientos de belleza, como bótox. Sostiene que para la sociedad está mal visto envejecer, pero también intentar frenar el paso de los años, algo incongruente. No ocurre lo mismo con los hombres: “Si ellos lo hacen, es un retoque y si nosotras lo hacemos, es cirugía estética”. Pero desde su atril Paula Vázquez seguirá denunciando esta discriminación en cualquier ámbito, a pesar de las consecuencias.
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