Sharon Stone: “No me importa si me dan una palmada en el trasero”
La actriz, de 62 años y gran activista del MeToo, considera que hay luchas más importantes dentro del feminismo y reflexiona sobre los nuevos métodos de conquista a través de Internet
A sus 62 años Sharon Stone no tiene nadie quien la frene. La actriz que sigue en busca de su reinvención en un Hollywood que la descubrió tarde y que no la trató demasiado bien se encuentra promocionando su regreso a las pantallas en la serie Ratched, la precuela de la mítica Alguien voló sobre el nido del cuco que Netflix estrena este viernes 18 de septiembre. En una de esas entrevistas la protagonista de Instinto Básico se muestra nostálgica con cómo antes surgían las relaciones entre los hombres y las mujeres. “Me he dado cuenta de que ya no te silban por la calle. Era muy divertido poder silbar y coquetear, aunque ahora eso ya ha pasado”, dice a The Telegraph Magazine quien ha sido una gran activista y defensora del movimiento Me Too.
Stone asegura que hay luchas más importantes que atajar dentro del feminismo y resta importancia a muchos actos hoy denunciados por gran parte del colectivo. “Francamente, no me molesta que me digan ‘cariño’ o me den una palmada en el trasero. […] Tal vez es porque tengo 62 años y he pasado por tanto que soy capaz de resolver lo que realmente necesita mi atención”, y añade: “A veces puede ser algo pequeño, una mirada o un gesto y simplemente tienes que pasar o reírte, pero otras veces tienes que ponerte firme”.
La que durante años ha sido considerada como una sex symbol de la industria gracias en parte a su ya mítica escena del cruce de piernas de la película que la catapultó a la fama sabe de lo que habla. Fue precisamente tras el estreno de Instinto básico cuando la actriz no dudó en abofetear al director Paul Verhoeven por sentirse engañada y utilizada. El cineasta propuso a Stone grabar la erótica escena sin ropa interior aludiendo a que el color de la prenda podría estropear la imagen. Ella aceptó y cuando analizó el plano en cuestión comprobó que, efectivamente, no se veía nada. Por aquel entonces los monitores no tenían una alta definición y apenas se podía apreciar el detalle que sí quedó reflejado cuando la película se proyectó en la gran pantalla. “Me quedé en estado de shock. Al termina la película me levanté, me acerqué a Paul y le di una bofetada”, contó en una ocasión la actriz, quien también denunció que un director le pedía que se sentara en su regazo durante los ensayos.
Una actitud que la actriz no dudaría en repetir si se diera el caso, pero que ahora observa muchos de esos aspectos desde la perspectiva que le ha ido dando la edad y la experiencia. Nominada al Oscar y ganadora de un Globo de Oro por Casino reflexiona también sobre la importancia de la belleza en Hollywood. En su opinión, que la apariencia física no importa “es una enorme y estúpida mentira. Y, por cierto, no te das cuenta de lo mucho que la apariencia importa hasta que empiezas a perderla”. Algo que los años también le han enseñado a mirar de otra manera. “Ya no me importa que otras personas me digan cómo está mi cara o mi cuerpo. No tienes que seguir siendo una chica bonita siempre y tenemos que empezar a lidiar con el hecho de que es genial ser una mujer adulta e inteligente. Si tu pareja no entiende eso no deberías estar con él”, dice la actriz, que realiza 30 sentadillas al día para mantenerse en forma.
Stone ha estado casada en tres ocasiones. La primera vez que pasó por el altar fue con el director y productor Michael Greenburg, en 1984. El matrimonio duró solo tres años y el divorcio se efectuó en 1990. Después se casó con el productor de televisión William J. MacDonald, cuya relación finalizó al año siguiente. Se llegó a comprometer con Bob Wager, el segundo asistente de dirección en su película Rápida y mortal, pero pronto le devolvió el anillo. Lo hizo por correo. Su tercer matrimonio duró seis años. Fue con el periodista Phil Bronstein, con quien adoptó a su hijo Roan, de 19 años. La actriz, que tiene otros dos hijos adoptivos, Laird, de 14, y Quinn, de 13, sigue soltera pese a sus intentos frustrados de encontrar el amor en las aplicaciones de citas. Cuenta que guarda anécdotas como para poder escribir un libro —en una ocasión le llegaron a bloquear su usuario pensando que se trataba de un perfil falso—, sin embargo considera que este tipo de conexión a través de estas webs no permiten desarrollar una química real entre las parejas. “La verdadera química, ese escalofrío que sientes en el estómago, eso ocurre en el aire, no en un sitio forzado. Y la gente se está volviendo socialmente inepta debido a estas plataformas”, concluye.
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