Los mensajes ocultos que la reina Isabel II desvela con sus broches
Esperanza o desaprobación son algunas de las señales que la monarca británica indica al elegir sus joyas
Tanto en la política como en la realeza, el vestuario no se elige al azar. Se busca transmitir un mensaje con ello; una idea que va más allá de las palabras y que solo los más atentos captan. Este es el caso de la reina Isabel II que, de manera discreta, juega con sus broches para abordar la comunicación no verbal.
En su último discurso, con motivo del 75 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, conmemorado la semana pasada, la monarca lució un vestido azul y un par de broches gemelos, conocidos como los aguamarinas de Boucheron. Fueron un regalo de sus padres, el rey Jorge VI e Isabel Bowes-Lyon, cuando cumplió los 18 años. Entonces el Reino Unido estaba sumido en el conflicto bélico. Tanto ella como la princesa Margarita habían sido enviadas al castillo de Windsor para protegerse de los bombardeos en Londres. Casi un año después, la mayor de las hermanas ingresó en el Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres.
Una época que ha querido recordar en una fecha tan señalada y más si se tiene en cuenta la difícil situación que también vive su país actualmente por la crisis del coronavirus. Lo mismo hizo un mes antes para transmitir un mensaje positivo en medio de la pandemia. Desde el castillo de Windsor y vestida de verde, el color que se asocia a la esperanza, Isabel II dio un discurso a través de la cadena BBC en el que se la vio con un broche de turquesa y diamantes. Esta pieza perteneció a su abuela paterna, la reina María de Teck, quien durante la Primera Guerra Mundial se preocupó por la salud de su marido, el rey Jorge V, y visitó en varias ocasiones a los heridos en el hospital. Un momento histórico en el que el odio a los alemanes se intensificó en el país, por lo que la familia real decidió ocultar sus orígenes germanos al cambiar el nombre de su casa, Sajonia-Coburgo-Gotha, por Windsor.
Pero la reina no solo guarda mensajes para su pueblo, también le dedica alguno a los políticos. Con motivo de la visita oficial de Donald Trump al Reino Unido en 2018, la monarca sacó la artillería pesada para demostrar su descontento con el actual presidente de Estados Unidos. La reina no desvela en público sus opiniones políticas, pero la colección de broches que mostró durante aquellos días fue una declaración de intenciones. El día que el magnate inmobiliario aterrizó en suelo británico, Isabel II acudió a un evento con el arzobispo de Canterbury y el imán de Al Azhar ataviada con un broche en forma de flor que le regalaron Barack y Michelle Obama siete años antes. Un obsequio que compraron en la joyería Tiny Jewel Box, de Washington.
Ya en su encuentro con Donald y Melania Trump, la monarca se puso un broche de diamantes con forma de hoja de palma que heredó de su madre. Esta joya es conocida como el broche del dolor, debido a que fue la pieza que usó la reina madre para el funeral de su marido, en 1952. Una elección que no agradó a los acompañantes del presidente.
En otra jornada en la que se reunió con los reyes de Bélgica, Isabel II se decantó por un broche de zafiros de diferentes tonos de azul que forman un copo de nieve. Un regaló del gobierno de Canadá por el Jubileo de Zafiro de la reina Isabel, que se festejó en 2017. El país vecino de Estados Unidos ha sido muy criticado por Trump desde que comenzó su mandado; y ahora durante la crisis del coronavirus las relaciones con Justin Trudeau se han enfriado aún más.
Este mismo broche lo llevó al poco de que conocer que los duques de Sussex abandonaban sus funciones como miembros de la casa real británica. El príncipe Enrique y Meghan Markle decidieron regresar a Canadá para comenzar su nueva vida. Este gesto de la monarca no es tan claro: se desconoce si fue una señal de aprobación o un agradecimiento al país de la Commonwealth por acoger a la familia de su nieto.
Tampoco se sabe con seguridad qué pensó Isabel II al elegir un broche de menos categoría para su segundo encuentro con el presidente estadounidense, en 2019. Se trata de una pieza que también heredó de la reina madre, compuesto por una esmeralda rodeada de diamantes.
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