La enemistad que enfrentó a Jackie Kennedy y a su hermana
La escritora Stéphanie des Horts relata en un libro las rivalidades entre la ex primera dama de EE UU y Lee Radziwill en una relación de amor, glamur y odio
Un nuevo libro sobre Jackie Kennedy y Lee Radziwill revive la enemistad generada prácticamente desde la infancia entre las dos hermanas. Una enemistad que perduró en el tiempo pese a que siempre se mantuvieron unidas. En Belles, inséparables, jalouses et... soeurs (Guapas, inseparables, celosas y... hermanas), la escritora Stéphanie des Horts centra su atención en la rivalidad que forjó el duro carácter de cada una de las hermanas Bouvier y la relación entre ambas, marcada también por sus respectivos destinos. Jacqueline se convirtió en primera dama de los Estados Unidos y Lee se casó con el príncipe y aristócrata polaco Stanslas Radziwill, de quien tomó su apellido y por el que fue llamada princesa hasta incluso después de su divorcio.
La autora describe sus vidas entrelazadas, donde las relaciones fraternales a veces desembocaron en celos y envidias, incluso en competencia, pero donde los lazos de sangre acabaron ejerciendo siempre una fuerza mayor. Jackie Kennedy es la mayor. Lee la siguió cuatro años después. A la primera, la escritora la define como una mujer cuadriculada, llena de fuerza, hermosa y calculadora que debajo de su cabellera morena esconde unos grandes ojos que hipnotizan. La segunda es más delicada, más sutil, más elegante. Jackie lo tendrá todo, pero Lee se ganará a la gente con su encanto. Los celos impregnarán su unión, pero no podrán vivir la una sin la otra.
La tensa relación de las hermanas no es algo nuevo. Se remonta incluso a las preferencias de sus progenitores hacia una y otra. Según la biografía no autorizada Las fabulosas hermanas Bouvier: las trágicas y glamourosas vidas de Jackie y Lee, la pequeña era la favorita de su madre mientras que la que luego fue primera dama lo era de su padre. “Siempre me quedó muy claro, pero no albergo resentimientos porque comprendo que tenía razones para ello. No solo le habían puesto su nombre en honor a mi padre, sino que también era casi idéntica físicamente a él, lo que le hacía sentirse muy orgulloso”, manifestaba la propia Lee en su libro Happy Times en 2010. En cambio, Jackie Kennedy sí le echó en cara a su hermana en más de una ocasión que, pese a ser ella quien se ocupó principalmente de su madre, Janet, que falleció en 1989 a consecuencia de complicaciones del Alzhéimer que padecía, cuando aparecía Lee la cara de su progenitora se iluminaba sin recordar quién estaba continuamente a su lado. Así lo recoge el libro Jackie, Janet & Lee, de J. Randy Taraborelli, donde también se publicó que Jackie Kennedy no dejó nada a Lee en su testamento porque alegaba que “ya había sido suficientemente generosa con ella en vida”. Sin embargo, sí se acordó de sus dos sobrinos, Anthony y su hermana Tina, a quienes legó medio millón de dólares.
La contienda entre las dos hermanas también se libró en el campo sentimental, sobre todo por el amor del armador griego Aristóteles Onassis, a quien Lee conoció primero y con quien tenía intención de casarse. Un propósito fallido ya que cuando él enviudó eligió hacerlo precisamente con Jackie Kennedy. Tras haber sido eclipsada por su hermana en la Casa Blanca, Lee volvía a sentir esa rabia interna al ver que su futuro proyecto de vida se derrumbaba. Entonces encontró al mencionado aristócrata polaco, padre de sus dos hijos, con quien conformó su segundo matrimonio, pero no el último. Tras casarse con su novio de juventud, el ejecutivo Michael Temple, y después de divorciarse del príncipe Stanslas Radziwill, Lee volvió a pasar por el altar con el director de cine y coreógrafo Herbert Ross, de quien se divorció en 2001.
Pero el amor y la vida de lujo y excesos combinados con el buen gusto por el arte y las relaciones sociales no fue lo único que las unió, pues ambas estuvieron marcadas también por la tragedia. Cuando asesinaron a John Fitzgerald Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, Lee cerró filas junto a su hermana. Igual que hizo cuando le diagnosticaron un cáncer linfático a Jackie en 1994, que pronto se extendió y causó su muerte en mayo de ese mismo año. Solo cinco años después de perder a su hermana, Lee perdió a su hijo, Anthony Radwizill, cuando él tenía 40 años, también a causa de un cáncer y después de un calvario de hospitalizaciones y duros tratamientos experimentales que no lograron curarle.
A su manera, Jackie y Lee, quien falleció en febrero de 2019 a los 85 años, tenían más cosas en común de lo que en sus múltiples biografías se ha escrito de ellas. “Nunca fue una especie de blanco y negro. Siempre hubo sombras de gris y cuando intentas pintar esa relación con una pincelada amplia, nunca funciona porque hubo momentos en que estuvieron muy unidas”, aseguró el biógrafo de los Kennedy, J. Randy Traborrelli, en People tras la muerte de la pequeña de las hermanas Bouvier.
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