Andrew Parker Bowles, el hombre que permitió el romance de su esposa y Carlos de Inglaterra
El exmarido de Camila, de 80 años, acaba de superar como el príncipe heredero el coronavirus. Una vez más el destino les ha unido
Andrew Parker Bowles, durante más de dos décadas marido de Camila, hoy duquesa de Cornualles, dio positivo en la prueba del coronavirus. El antiguo brigadier ha confirmado que pasó la enfermedad. “Me he sentido condenadamente mal con el virus. Por las mañanas se está mejor, y empeora según el día avanza. Tenía toses muy malas y he estado agotado. Duermo el doble de lo normal”, ha explicado al diario The Telegraph.
Parker Bowles, de 80 años, acudió hace un par de semanas a Cheltenham, un festival de cuatro días y uno de los eventos de carreras de caballos más importantes del Reino Unido. La celebración tuvo lugar a mediados de marzo, cuando Boris Johnson aún no había tomado medidas de confinamiento para reducir el ataque del Covid-19. Sin embargo, este oficial retirado le quita hierro al asunto: “Era opcional acudir o no. Aquello estaba lleno de gente. No se le puede echar la culpa a Cheltenham. Para ser justos, la cantidad de público bajó un 10%, pero conozco a bastante gente que lo cogió allí”.
El caso es que precisamente en Cheltenham coincidió en dos días distintos Parker Bowles con una buena amiga: la princesa Ana. Allí saludó a la segunda hija de Isabel II, que parecía visiblemente congestionada, pañuelo en mano. Junto a Ana estaba su hija, Zara Tindall, que es a su vez ahijada de Andrew.
La historia de la princesa Ana y Parker Bowles corre paralela a la de Carlos y Camilla. Desde su juventud todos se mueven en un círculo muy pequeño, de orígenes aristocráticos. Los padres de Parker Bowles eran amigos de Isabel II y Felipe de Edimburgo, y el propio Andrew fue paje en la coronación de la reina. Esas coincidencias se mantendrían en el tiempo: en su juventud, Andrew y el príncipe Carlos jugaban en el mismo equipo de polo. En los sesenta y setenta, el joven oficial Parker Bowles era uno de los hombres más cotizados de todo Londres, con novias por todas partes. La más oficial de todas ellas era Camilla Shand. Los dos eran juerguistas, divertidos, bailongos, la sensación de la ciudad.
Sin embargo, los continuos flirteos del entonces capitán con muchas mujeres terminaron por cansar a la joven Camila. A principios de los setenta, Andrew salió con la princesa Ana, 11 años menor que él, y que para ella se convirtió en su primer novio. En ese impasse, Camilla empezó a verse con el príncipe Carlos, que descubrió en ella a una joven divertida, alegre, parlanchina, alejada del estereotipo de damisela con las que juntaban al joven heredero.
Carlos y Camilla pasaron tiempo juntos hablando, cenando en palacio y conociéndose. Tenían veintipocos años. Les presentó Lucía Santa Cruz, hija del embajador de Chile y vecina de Camilla, que harta de las penas de amor de su amiga le buscó un nuevo romance. El príncipe y Camilla conectaron inmediatamente. Al parecer, él se enamoró de ella. Ella, en cambio, no llegó a tanto: se lo pasaba bien, disfrutaba con Carlos. En cualquier caso, a principios de los setenta, todo acabó. Las versiones varían: unas dicen que la familia real británica decidió cortar ese romance de raíz; otras, que fue la propia Camilla quien se cansó y agobió al pensar en un futuro como reina consorte; otras, que Carlos vio que debía alejarse.
Fue entonces cuando la joven Shand volvió con Parker Bowles. Se casaron en 1973: él se acercaba a los 34 años, ella estaba a punto de cumplir 26. Fue la boda del año, con 800 invitados, entre ellas la Reina madre de Inglaterra y la propia princesa Ana. Entonces, ninguno de los contrayentes era ajeno a la vida que había tenido el otro, ni lo fueron durante los 22 años que estuvieron juntos. La pareja tuvo dos hijos, Laura (ahora apellidada Lopes) y Tom, y cinco nietos.
En esas dos décadas de matrimonio, Camilla siguió al lado de Carlos. Nunca rompieron su vínculo; al principio amistoso, más tarde romántico. Ella le consoló cuando su tío, lord Mountbatten, fue asesinado por el IRA en 1979, y acudió a su boda con Diana Spencer en 1981. Una década después, sería lady Di quien desvelaría que Camilla llevaba años siendo la amante de Carlos: “En mi matrimonio siempre fuimos tres”.
Andrew, mientras tanto, callaba pero lo sabía todo y también mantenía su buen puñado de amantes. En diciembre de 1994, el mismo año en el que el brigadier se retiró de la vida militar, la pareja pidió el divorcio, que llegó tres meses después. Alegaron que hacía tiempo que no vivían juntos; de hecho, él aseguró que desde 1986 su matrimonio estaba roto.
Parker Bowles volvió a casarse un año después, en 1996, con quien era su amante desde hacía años, la paisajista Rosemary Pitman. El matrimonio mantuvo una estrecha amistad con Camilla y su nuevo esposo, el príncipe Carlos, pasando temporadas y vacaciones juntos, en Sandringham y en el Caribe. De hecho, acudieron a la boda de Camilla y Carlos, en 2005. Rosemary falleció en 2010 a los 69 años a causa de un cáncer de mama.
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