¿Es bueno comer en boles o sólo la última tontería de Instagram?
Comer en un cuenco está de moda, desde batidos hasta platos japoneses pasando por simples desayunos. ¿Es tan sano como dicen? Analizamos con expertos la tendencia del momento.
Ante el último "alerta tendencia" del que venimos a hablar hoy pueden alzarse unas cuantas cejas escépticas. ¿Pero cómo va a estar de moda comer en boles? ¿Qué quiere decir eso, que si en vez de servir unos callos en plato hondo los pongo en un cuenco ya estoy siendo moderno y eterno? Pues podría ser -ojalá los callos bien hechos estuvieran en todas partes-, pero no. Lo de la comida en boles no se refiere solo al recipiente, sino a lo que se sirve en él, que deben ser una serie de cosas bastante concretas y que nos permitan, ahora sí, ¿preparados?, lanzar el ¡alerta, tendencia!
Como tantas cosas en esta vida, esta costumbre gastronómica viene del mundo anglosajón, donde el concepto bowl food (comida en un bol) es ya un género en sí mismo. Comenzó a asomar y empezamos a ser conscientes de su existencia en el sitio en el que tantas veces descubrimos las cosas hoy: Instagram. Las cuentas de gurús de estilo de vida y de vida saludable se llenaban de boles coloridos llenos de alimentos que en algunos casos no lográbamos identificar y en otros sí, pero parecían mil veces más apetitosos que cuando los servíamos nosotros en la pocha intimidad de nuestro hogar. Lo de que la comida entra por los ojos adquiría en estos casos todo su significado.
La primera elaboración que dio protagonismo y prestancia al cuenco fue la de los smoothie bowls. Vamos, los batidos de frutas "con algo más" que al servirse en un cuenco en vez de en un vaso resultaban más llamativos y sobre todo mucho más sencillos y fáciles de comer. Hoy hay más de un 1.200.000 publicaciones con la etiqueta #smoothiebowl en Instagram, y explorarlas supone un chute de colorín y una inmediata ola de nostalgia por el verano y sus dones.
Pero el tema no se ha quedado ahí. La prueba de que los boles no viven solo en publicaciones de Instagram y Pinterest como otros conceptos chocantes por lo visual pero irrelevantes en el fondo como… ehh… la hamburguesa de ramen o la comida color arcoíris es que -pronúnciese con voz de Carol Anne-corre-hacia-la-luz- ya están aquí. Se han hecho tangibles en forma de libros de recetas y, sobre todo, de locales que basan su oferta en esta idea. Lugares de desayuno fino sirven boles de açaí o de yogur y muesli, mientras restaurantes especializados en comida en boles son una realidad en las grandes ciudades y, cada vez más, en las no tan grandes.
A su popularización ha contribuido que ciertos platos asiáticos que estamos introduciendo con asiduidad en nuestra dieta, como el chirashi y el sukiyaki japoneses o el bibimbap coreano, se sirvan de este modo. Pero tal vez sea otra "nueva comida", la del poké -que ya se trató aquí-, uno de los antecedentes más claros de lo que estamos hablando. Todo esto son comida en boles, sí, pero el rey del movimiento, lo que ha unificado y dado prestancia a la moda, es el buddha bowl, healthy bowl o power bowl. Una combinación servida en un cuenco bien repleto de distintos ingredientes, sobre todo vegetales, mezclados con cierto gusto y sentido estético.
Rosanna Anson, del madrileño Abolea -restaurante especializado en este concepto- lo ve así: "A nosotros nos gusta pensar que nuestros boles son la versión sana y cuidada de los platos combinados. Intentamos que tengan dos características: la primera, que combinen de forma equilibrada hidratos, proteínas y grasas saludables para obtener una comida completa, nutritiva y saciante. La segunda, que el plato sea visualmente atractivo, lo que intentamos conseguir con las combinaciones de ingredientes, colores, texturas y el formato bol que nos ayuda a realzar esta presentación".
"Es otra forma de comer, tenemos los menús tradicionales de tres platos y postre, los menús de tapas, el plato combinado y ahora tenemos los boles", nos explica María Llinares, al frente del espacio gastronómico Pork & Tuna de Barcelona, donde sirven como menú de mediodía boles cuyos ingredientes elige el consumidor de una extensa lista. "Lo que pretendemos con un bol es hacer una selección de ingredientes que compongan los macronutrientes adecuados para una comida, servirlos todos juntos y consumirlos en un plato único. Hay infinidad de combinaciones y nos permite de forma rápida tener una comida equilibrada. Destacaría tres ventajas de ellos: la rapidez tanto para el servicio como para comerlo, el equilibrio nutricional del plato y la ventaja de poder elegir uno mismo los ingredientes".
¿Qué tiene que tener el bol perfecto para lograr ese equilibrio que se le supone? Rosanna de Abolea nos chiva su estructura básica:
- Proteínas: imprescindibles para el correcto funcionamiento del organismo. Pueden ser proteínas tanto de animal, como vegetal (legumbres, tofu, tempeh, seitán...).
- Cereales: son los que aportan energía de largo recorrido (arroz integral o de grano largo, couscous, bulgur, centeno, quinoa, freekeh, cebada, espelta, mijo...).
- Hojas verdes: contienen agua, minerales y vitaminas (batavias, espinacas, berros, rúcula, lechuga hoja de roble...).
- Vegetales: aportan vitaminas, minerales y fibra. Los vegetales de raíz, además, contienen azúcares, son saciantes y eliminan las ganas de picar algo dulce después de las comidas. Los distintos vegetales se pueden presentar de diferentes formas: asados, al vapor, encurtidos, salteados, etc.
- Semillas, germinados y frutos secos: aportan grasas saludables.
- Aderezo: vinagretas, patés vegetales, hummus… además de aderezar, aportan armonía y sabor a los diferentes elementos del bol.
¿Es tan megasano como dicen?
El resultado de estos pasos es que, por una vez, la mezcla de verduras, semillas, proteínas magras y cereales en vez de fritos, rebozados y grasas animales aparece ante nuestros ojos como deseable, apetecible e incluso sexy. Los fanáticos lo ven como una opción megasana por sus elementos, más completa y más llamativa que una clásica ensalada. Pero, ¿cuánto de verdad hay en ello y cuánto de postureo a golpe de #? Consultamos al nutricionista de cabecera de esta santa casa, Juan Revenga, que nos responde: "Ya sea con fines artísticos -para hacer la foto- o para comérselo, tiene una proporción importante de alimentos de origen vegetal, lo cual ya es un paso desde el punto de vista de organizar comidas más coherentes o alineadas con las recomendaciones dietéticas más actuales. También es probable que en el planteamiento de comer en boles se tienda o se favorezca el comer menores cantidades que en una comida típica de primero y segundo".
Con lo que sí se muestra escéptico es con otra moda gastronómica que a veces va de la mano de la de los boles, que es llenarlos de ingredientes con supuestas propiedades mágicas como el açaí, la maca, el kale o las semillas de chía. "La mayor parte del conocimiento de esta tendencia se debe a la creciente corriente exhibicionista en la que estamos inmersos", explica Juan. "De este modo hay un plus de impacto añadido si los ingredientes son relativamente exóticos o desconocidos. Bien entendidos, los superalimentos serían los que tomaran Spiderman o Batman: para el resto de los mortales hay alimentos más o menos válidos y punto. Además en la mayor parte de esa categoría se justifican precios desorbitados e innecesarios, pasando por encima de productos de locales o de cercanía igualmente válidos e infinitamente más baratos".
Además, parece ser que no es lo mismo consumir un yogur con fruta y cereales, un poké o un plato de zanahorias, quinoa y aguacate en un plato llano que en un bol. "Hay bastantes estudios que ralacionan la vajilla que usamos con las elecciones y cantidades de alimentos ingeridos", recalca nuestro nutricionista. "Cuestiones como el color, el tamaño, y la profundidad de los recipientes importa, así como la utilización de unos u otros cubiertos".
Así que, por una vez, agradezcamos que la tendencia nos lleve a algo en lo que las protagonistas son las frutas, las verduras o los cereales, que modas absurdas y poco equilibradas hemos visto pasar unas cuantas.
Hazlo en casa
Como entendemos que la inspiración de un bowl clásico puede sacarse de forma sencilla de Instagram (al fin y al cabo es mezclar con un poco de gracia los ingredientes que prefiramos), incluimos estas versiones digievolucionadas de recetas sacadas de libros especializados. Como por ejemplo:
- Mi bol saludable, de Nik Williamson.
- La comida en boles, de Nina Olsson.
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