Menú semanal de El Comidista (17 al 23 de octubre)

El contraste dulce-salado de ambos ingredientes le viene fenomenal al combinado de la patata y el puerro, que no es que sea el festival de la diversión.

Muchas de las sobras que acaban orbitando por la nevera pueden convertirse en deliciosas tortillas. Dales una segunda oportunidad en menos de 20 minutos.

Un básico de entretiempo que reconforta y abriga el estómago, como la manta en la cama y la gabardina. Fetén para ir calentando los motores otoñales. 

Apostamos por el horno como herramienta para conseguir unas verduras sabrosas, caramelizadas y sin calorías añadidas. 

Basta ya de dulces viejunos. Abrimos el baúl de los recuerdos para desempolvar una receta salada que merece nuestro respeto y homenaje. 

Su explosión en la boca compensa con creces el peñazo de pelarla. Queda sorprendentemente bien con pescados grasos crudos y en salazón.

En esta crema, la acidez del yogur y la frescura del hinojo logran evitar que empalague, mientras que los condimentos la sacan del sopor macrobiótico.

La clave para que la receta salga bien está en el tiempo de asado del pescado. Éste dependerá del tamaño de las doradas, pero rondará los 5 minutos. 

Un bizcocho hiperjugoso gracias a la presencia de la verdura, acompañado de dos frutas en diferentes formatos. Un desafío irresistible. 

El jachapuri es uno de los iconos gastronómicos de Georgia, el país del Cáucaso, y no necesitas horno para sacar este panazo.

Se puede preparar con judías de bote, pero si son compradas a granel o cocidas en casa, el 10 está asegurado.

Aparte de comértelo tal cual, una vez le oí a Ferran Adrià que proponía tomarlo como el tomate, con sal y aceite de oliva, y confirmo que está buenísimo.

Cambiar el relleno natural de la burrata –llamado 'stracciatella', como el helado– por otro dulce o salado permite conseguir un plato sorprendente.

Hay pocas recetas menos complicadas y más resultonas que estas codornices, que pueden acompañarse con cuscús y uvas.

Recuperamos unos pasteles madrileños de principios del siglo pasado. Porque los postres en peligro de extinción nos dan casi la misma pena que las ballenas.

Un plato italiano tradicional que tiende un puente hacia Oriente gracias a uno de sus ingredientes más refrescantes: el jengibre.

Un tartar de pescado con frutas de temporada, facilísimo de convertir en ensalada añadiéndole un lecho de hojas verdes y una vinagreta sencilla.

Muchas frutas combinan bien con el queso feta, que es perfecto para ensaladas por su sabor salado y su facilidad para el desmigado.

Su ejecución no puede ser más simple: se marina el lomo con pimentón, comino y cardamomo, se rehoga cebolla, se corta la calabaza y al horno. Punto final.

Siempre has deseado probar la bebida que trasiegan Harry Potter y sus amigos. Ahora tienes la oportunidad y además con sello de autenticidad adulta.