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La tragicomedia de las cafeterías de hospital

Tranquilo, los médicos están cerca. / HOSPEATAL
Tranquilo, los médicos están cerca. / HOSPEATAL
Mikel López Iturriaga

No es noticia que la comida que se les echa a los pacientes en muchos centros sanitarios españoles está más cerca del rancho carcelario que de la cocina digna, y más ahora gracias a los malditos recortes. Sin embargo, pocas veces se habla de la maravillosa oferta gourmet de las cafeterías de dichos centros. La razón dicta que estos locales deberían dar ejemplo con platos frescos y sanos, y que los pobres parientes de los enfermos tendrían que hallar en ellos un pequeño consuelo a sus desdichas. La realidad es otra. En demasiadas ocasiones, justo la contraria.

Harto de ver los infames bodrios que circulaban por la cafetería del hospital en el que estaba ingresado un familiar, el bloguero y tuitero salmantino David Monaguillo abrió hace dos semanas la cuenta de Twitter @hospEATal, en la que describe la oferta gastronómica de estos establecimientos. "La idea surgió mientras me servían un paella con claros síntomas de haber sido perpetrada con las sobras de la cena del día anterior", recuerda. "Levanté la cabeza del plato y pude observar como casi todo el mundo allí tenía la misma cara de asco y los niveles de vergüenza ajena disparados. Bocadillos pringosos, pescados y carnes resecos, y unas natillas para pegar rodapiés. Nadie pide florituras, pero por esos precios al menos se debería servir una comida digna. Así que lo vi claro, alguien tenía que retransmitirlo porque son miles de personas las que lo sufren a diario".

En la cuenta se denuncian las bazofias hospitalarias con un sentido del humor que yo calificaría de agudo, sangrante y más negro que el carbón. "No hace falta tener un doctorado en Nutrición para darse cuenta de que un hospital es el último lugar donde se deberían servir este tipo de comidas. Pero la experiencia me ha demostrado que la mejor forma de tratar los asuntos delicados es con un poco de humor; así las cosas además de llevarse mejor, consiguen más visibilidad. La idea es que la gente se sume a este 'movimiento”.

Entre los greatest hits de la comida de cafetería de hospital, Monaguillo destaca los arroces o la pasta con las sobras del día anterior y las patatas fritas "grasientas y morcillonas hasta en el postre". "Es terrible que haciendo cientos de kilos semanales, no sean capaces de obtener un resultado medianamente decente". Recuerda con cariño el filete empanado sin carne: "Más de la mitad de su superficie era solo rebozado. Pura magia". Y tiene especial simpatía por los cruasanes crudos, "que se sirven así para que el comensal los termine de hacer a su gusto con el calor del café, en lo que vendría a ser un desayuno en versión Shabu Shabu". Pero lo más brillante que se ha encontrado ha sido un San Jacobo requemado por fuera y aún congelado por dentro. "Imagino que lo harían por eso que ahora llaman 'el contraste de temperaturas. Lo bauticé como el Superchoc”.

Monaguillo sabe de lo que habla porque ha tenido que pasar temporadas en distintos hospitales, y en todos se ha repetido el mismo bochorno. "Da la sensación de que las cafeterías también siguen un protocolo al milímetro. En este caso, buscando dilapidar la salud de la persona que está cuidando al enfermo, para asegurarse futuros clientes. Sembrar para recoger".

Resulta difícil explicarse por qué en lugares situados en hospitales, teóricamente consagrados a la salud, no se cuenta con ninguna sensibilidad ya no gastronómica, sino nutricional. ¿Falta de presupuesto? ¿Pura desidia? "A día de hoy no he llegado a una conclusión", confiesa Monaguillo. "Si un establecimiento en cualquier parte sirviera este tipo de comidas, estaría condenado a cerrar por falta de clientes. Precios altos, mala calidad de los ingredientes y elaboraciones garrafales. No sé muy bien cómo van este tipo de concesiones, pero de lo que sí estoy seguro es que el sistema no funciona y alguien debería poner cartas en el asunto, asumir la culpa y arreglar este desaguisado. Así que aceptemos desidia como animal de compañía, aunque la sombra del dinero siempre parece sobrevolar".

Puede que las cafeterías de hospital sean tan malas por el mismo motivo que las de aeropuertos, áreas de servicio o comedores universitarios: cuentan con un cliente cautivo que está obligado a tragar porque las circunstancias no le dejan otra opción. "Pero éste es sin duda el caso más flagrante", apunta Monaguillo, "por el componente humano intrínseco. Se puede decir abiertamente que se lucran traficando con miserias de la gente".

HospEATal se centra por ahora en las cafeterías, pero David no descarta ampliar el foco a los comistrajos que se dan a los pacientes. "Escuchando a la gente que me escribe y se presta para enviarme sus propios documentos gráficos, posiblemente tenga que abordarlo también. En los hospitales no solo curan enfermos, sino que forjan auténticos espartanos. Es una paradoja, pero al salir de allí, tienes que recuperarte de la comida del hospital".

No sé si esta cuenta de Twitter servirá para que las cosas mejoren en los centros sanitarios, pero al menos nos queda el consuelo de reírnos con ella mientras soñamos con unas cafeterías con comida limpia. Para Monaguillo, no serían necesarios grandes alardes en la cocina, ni en el servicio, ni en el ambiente del local, sino simplemente lugares "que cumplieran aquello de 'las penas con pan son menos penas". "Comida completamente normal, casera, con ingredientes frescos y a ser posible con sabores reconocibles. Algo como ese local en la autovía en el que siempre hay muchos camiones parados porque la comida es muy buena. La del plato".

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Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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