Crema de castañas con setas

Si tuviera que clasificar el plato de hoy, lo denominaría "comida confortable". Sé que es una mala traducción del comfort food inglés, pero creo que define muy bien la agradable sensación casera, cómoda y cálida que transmite esta contundente crema.
Esta sopa te produciría un jamacuco hipercalórico en cualquier otra época del año, pero para cuando llega el frío es simplemente perfecta. Tras haberla tomado un par de veces, puedo afimar sin temor a exagerar que devolvería la vida a un hombre prehistórico de esos que de cuando en cuando se encuentran momificados en la nieve.
No me quiero poner poético, pero de la unión de las castañas, el puerro y las setas nace un sabor que yo utilizaría para explicar lo que es el otoño a un extraterrestre o a un ser humano que sólo haya vivido en zonas tropicales. El toque final se lo da el regustillo ligeramente malteado de la leche evaporada, que para mí funciona bastante mejor que la nata (y es menos engordante, algo muy apropiado en un plato que ya de por sí va fuertecito de hidratos de carbono).
Si no sabes qué demonios es la leche evaporada, no entres en pánico, porque se vende en muchísimos supermercados de España junto a la condensada. En cuanto a las setas deshidratadas, yo usé las de una tienda clásica de Barcelona, Bolets Petràs, pero cada vez son más fáciles de encontrar en toda clase de establecimientos.
Dificultad: Para australopithecus.
Ingredientes
Para 4 personas
- 600 g de castañas
- 50 gramos de boletus deshidratados (en su defecto, cualquier otra seta al gusto)
- 1 patata pequeña
- 1 puerro grande
- 1 litro de caldo de pollo
- 100 ml de moscatel o vino dulce
- 100 ml de leche evaporada (tipo Ideal)
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta negra