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Ciencia y tecnología: la vía de Euskadi

Empresas e instituciones vascas marcan cifras récord de inversión en I+D+i y dejan atrás el frenazo de la pandemia

EXTRA PAIS VASCO 21/05/23
Busakorn Pongparnit (GETTY IMAGES)

Investigación. Desarrollo. Innovación. Tres palabras para condensar un plan de futuro, el de una Euskadi próspera, vanguardista, bien posicionada en Europa, verde, con bajas tasas de desempleo, una población joven formada en competencias que el mercado reclama y un tejido empresarial sólido y en constante transformación. Tres palabras que, bajo las siglas I+D+i, proponen la investigación para ampliar el conocimiento científico, el desarrollo para mejorar el nivel de vida y la innovación para ganar eficiencia.

Se trata de un recorrido ambicioso, pero que ya se encuentra en marcha. Así lo avalan los últimos datos de organismos pertenecientes a todos los niveles de gobierno: vasco, español y europeo. Es el caso del Eustat, que refleja cifras récord de inversión en Euskadi I+D en 2021 —los últimos disponibles—, cuando se alcanzaron los 1.647 millones de euros. El principal impulso lo recibió de la financiación privada (14,8% de incremento), aunque también las Administraciones públicas —tanto autonómicas como estatales— aumentaron sus fondos dedicados a la I+D. También los datos del INE reflejan un salto importante de Euskadi como comunidad autónoma dentro del ámbito estatal. El peso de la inversión aumentó en 2021 un 14%, hasta situarse por encima de los niveles previos a la pandemia. Gracias a este impulso es ya la cuarta región con mayor gasto total en I+D, solo por detrás de Madrid, Cataluña y Andalucía, y la primera en nivel de inversión en proporción al PIB total de la comunidad.

A estos datos se suman los de Eurostat, que evidencian que Euskadi reduce año a año la brecha de inversión con respecto a la media de la Unión Europea. En 2021, la variación interanual del gasto interno en I+D fue en el País Vasco (10,5%) muy superior a la recuperación económica (5,9%), mientras que en la UE de los 27 ambos datos fueron prácticamente idénticos (6% y 5,4% respectivamente). La inversión alcanzó un porcentaje histórico del PIB vasco, llegando al 2,11% y acercándose así al 2,27% de media de la UE.

Todo ello se traduce en la calificación de Euskadi como “polo de excelencia” innovadora, al ser una región de alta innovación situada en un territorio de innovación moderada, según el último Cuadro de Innovación Regional de la Comisión Europea (2021). Este informe destaca asimismo que, por primera vez, el rendimiento en innovación es superior en Euskadi a la media europea: es la mejor posicionada dentro del conjunto de las CCAA en dicha clasificación y la única situada en el grupo de regiones de alta innovación junto con Madrid.

En cuanto al empleo, los datos señalan que el 2% de la población activa vasca se dedica a actividades relacionadas con la I+D; en cifras absolutas son más de 20.000 personas las empleadas en este entorno laboral. Y la prospección de futuro señala que se trata de un dato que seguirá creciendo, pues ahora el 30% de los nuevos estudiantes universitarios escoge grados STEM —ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas—. No obstante, en el caso de las mujeres ese porcentaje se queda en el 17,9%.

Con esta buena situación de partida, 2023 es un año que tiene sus rasgos diferenciales. En esta época, marcada por un contexto de permanente y acelerado cambio, crece la necesidad de vigilar constantemente el entorno para que las organizaciones puedan estar al tanto de las tendencias y variaciones que marcan tanto su sector de actividad como el mercado global. A tal fin, la Agencia Vasca de la Innovación (Innobasque), elabora anualmente informes de prospectiva sobre las tendencias de futuro con mayor impacto en Euskadi.

Una investigadora en un laboratorio de la Unidad de Tecnología para la Salud de Tecnalia, en el Parque Tecnológico de Miramon, en San Sebastián.
Una investigadora en un laboratorio de la Unidad de Tecnología para la Salud de Tecnalia, en el Parque Tecnológico de Miramon, en San Sebastián. Javier Larrea (TECNALIA)

En primer lugar, el informe analiza una serie de megatendencias determinantes, que son aquellas condicionadas por el contexto socioeconómico y geopolítico y que se presentan en cinco ámbitos. El primero de ellos es el de la geopolítica, donde se advierte el nacimiento de una “nueva globalización”, caracterizada por el desplazamiento hacia el Este del centro de gravedad geopolítico. China, como nuevo superpoder global que aspira a reemplazar a EE UU, emerge como actor principal. Según los últimos datos de organismos internacionales, por primera vez el gigante asiático ha superado a la UE en volumen de inversión privada en I+D.

La segunda gran tendencia es económica. Como consecuencia de la pandemia, países de todo el mundo, empresas y ciudadanía experimentaron por primera vez en décadas la escasez de materias primas o recursos energéticos, con el consiguiente incremento de los precios. La invasión rusa de Ucrania no ha hecho sino acentuar dichas carencias, impulsando la inflación y la subida de tipos de interés. Tendencias, todas ellas, relacionadas al mismo tiempo con el cambio climático y la ineficiente gestión de los recursos naturales.

Cambios sociales

En tercer lugar, el informe detecta una serie de cambios demográficos y sociales relevantes. Entre los primeros destacan la baja natalidad y el envejecimiento de la población en los países más desarrollados, así como las diferencias de hábitos laborales y de ocio entre las distintas generaciones. Entre los segundos se menciona la desigualdad y la creciente brecha en función de la disponibilidad de recursos, pero también su contrapartida: la proliferación de movimientos que apelan a una mayor transparencia y eticidad de las empresas e instituciones o al reparto más justo de la riqueza.

La cuarta megatendencia citada es la revolución digital. “Los datos”, indica el informe, “parecen ser el único recurso que escapa al patrón. Es una nueva materia prima que no se agota con el uso, sino que su generación aumenta con cada actividad e interacción entre personas, empresas, administraciones y objetos conectados”. El rasgo fundamental del ámbito tecnológico es, por tanto, la hiperconectividad que, además, se expande de forma constante. Esta gran revolución tiene consecuencias positivas en la calidad de vida, pero al mismo tiempo plantea nuevas preocupaciones, como los ciberataques, la vigilancia masiva, la existencia de barreras digitales o la desinformación.

Por último, encontramos el cambio climático, cuyo avance no se ha conseguido frenar, pese a haberse adoptado medidas orientadas a la descarbonización de la economía. En este sentido, se alerta sobre los crecientes fenómenos meteorológicos extremos y su efecto en migraciones climáticas. Al tiempo, se confía en la tecnología como aliado para una transición verde que recibe el calificativo de imprescindible.

A partir de estas cinco tendencias globales, el informe esboza un conjunto de tendencias de innovación propias de las organizaciones vascas y relevantes en 2023. La primera es la importancia de adoptar una visión estratégica. Contra el peligro de centrarse en el presente, la incertidumbre obliga a incorporar de manera sistemática la prospectiva estratégica o diseño de futuros. Esta disciplina ha eclosionado en los últimos años como una de las claves para mitigar los riesgos y asegurar el crecimiento de las organizaciones. Todo ello debe encararse con la inteligencia artificial como herramienta para la toma de decisiones y el análisis de datos, y con la cercanía y la confianza destronando a las relaciones puramente mercantilistas y basadas en exclusiva en parámetros económicos.

EXTRA PAIS VASCO 21/05/23
Vithun Khamsong (GETTY IMAGES)

En cuanto a la gestión de la innovación en sí, la clave parece situarse en el salto más allá de la vigilancia, en el uso de la información como base para la toma de decisiones, en añadir a una innovación incremental otra radical y disruptiva. Se trata de apostar por crear mercados, a través de la identificación de necesidades no satisfechas o ni siquiera explicitadas previamente. La innovación incremental aplica la creatividad dentro de estrategias y estructuras que ya existen, mientras que la radical hace emerger nuevas estrategias, sectores y sociedades, requiere gestionar las incertidumbres y se basa en la experimentación. Y es que el emprendimiento ya no es exclusivo de las start-ups, sino que ha conquistado el día a día de empresas en múltiples sectores.

En el ámbito de la tecnología, nuevas tendencias sobrevuelan la apuesta por la innovación de empresas de cualquier sector, relacionado o no con el mundo digital. Y es que la inteligencia artificial se ha convertido en poco tiempo en una herramienta fundamental, especialmente la de carácter generativo, una forma de aprendizaje automático capaz de crear contenido único y nuevo y que tiene usos que van desde el diseño de productos hasta la optimización de los procesos comerciales. En relación con la IA aparecen la supercomputación, la robotización, la realidad aumentada y virtual, el 5G o la ciberseguridad.

Tendencias de mercado

Si nos centramos en los mercados, también detectamos importantes tendencias de cambio. En cuanto a patrones de consumo, por ejemplo, también la digitalización es una de las herramientas clave, en especial para el desarrollo de una experiencia satisfactoria, continuada y global para el cliente. En este sentido, los avances en estudios del comportamiento humano permiten entender las motivaciones del público y perfeccionar la experiencia del usuario. También se consigue con ello la evolución hacia la personalización de la oferta, permitiendo la atención individualizada y una conexión más directa. Los clientes demandan una atención continuada, lo que empuja a las empresas más allá de la digitalización de sus procesos, redefiniéndolos o ajustándolos para favorecer la experiencia de un cliente cada vez más digital.

En el plano de las operaciones, crece la necesidad de reforzar la logística de proximidad, que permite obtener recursos y materias primas a través de proveedores locales, lo que reduce costes de transporte y fomenta la sostenibilidad y la solidaridad. Además de la automatización de los procesos de fabricación, emerge el concepto de logística inversa como estrategia de economía circular clave en la cadena de suministro. Esta práctica abarca el conjunto de procesos dentro de dicha cadena para transportar productos al final de su vida útil o residuos desde el consumidor hasta el fabricante: recuperación y reciclaje de envases, retorno de los excesos de inventario, devoluciones de clientes o productos obsoletos.

Por último, es en lo que se refiere a la organización en sí y a las personas que la conforman donde se han producido más cambios en los últimos años. La pandemia de la covid-19 supuso un punto de inflexión en los hábitos laborales y la conciliación con la vida personal. Tendencias como el teletrabajo han ganado un terreno. Y ahí emerge una tendencia denominada “superconciliación”, un giro en las prioridades de las personas trabajadoras, que buscan algo más en su empleo, una mayor conexión con sus objetivos vitales y una creciente importancia de la vida extralaboral. Estas demandas han tenido su reflejo en la creciente preferencia por trabajar sin oficina. Del otro lado, la formación ha emergido como uno de los elementos imprescindibles para la atracción y retención del talento.

Más apoyo financiero a la innovación

El presente año va camino de convertirse en un ejercicio récord para la inversión en I+D en Euskadi, con incrementos previstos del 7,2% para alcanzar los 1.895 millones de euros. Así lo recoge el informe Estimación de la inversión de Euskadi en I+D para 2023, presentado recientemente por la Agencia Vasca de la Innovación, Innobasque. En su elaboración han participado las 15 empresas líderes en dicho ámbito. Entre ellas, Aernnova, Corporación Mondragón, Sidenor, Iberdrola, Ibermática, Ingeteam o Irizar. En conjunto, el grupo representa en torno a un 40% de la financiación de innovación en Euskadi y es, además, diverso, pues incluye a sectores como la siderurgia, el transporte, la energía o la farmacéutica.
El dato es también positivo a nivel desagregado: se prevé una subida interanual de la inversión en innovación de todos los agentes implicados, tanto públicos como privados. La aportación más cuantiosa provendrá de las empresas, que destinarán en total 1.049 millones de euros a la I+D en 2023, lo que supone un crecimiento del 7,2% respecto a 2022. Sin embargo, la subida más importante será la procedente de la financiación internacional, que ascenderá un 13,5% hasta alcanzar los 160 millones de euros. Detrás de esta importante subida se encuentra la participación de entidades vascas en el Programa Marco Horizonte Europa —instrumento guía de la UE en cuanto a las políticas de I+D+i de los estados miembro en el período 2021/27—.
En el caso de las administraciones públicas vascas y estatales, su aumento será del 7,9%, lo que se traducirá en 639 millones de euros. A la cabeza, el Gobierno vasco, cuyo presupuesto para I+D subirá un 12% debido al inicio de la ejecución de distintos proyectos vinculados a los PERTEs (proyectos estratégicos para la recuperación y la transformación económica del Gobierno central y financiados con los fondos Next Generation de la UE). Por último, otros 46 millones de euros procederán del resto de fuentes, donde se incluyen universidades o entidades sin ánimo de lucro, y cuya trayectoria también es creciente; en este caso, de un 6,5% respecto al año anterior.
No obstante, junto a la apuesta decidida por la I+D, las empresas participantes en el informe destacan “la necesidad de apuestas estratégicas relacionadas con las transiciones digital y verde”, donde detectan una preocupante “falta de marcos regulatorios estables”. Reclaman por ello a la UE cambios en la política industrial y de innovación para que sea más “ágil y generosa” y les permita “competir con Estados Unidos y China en los sectores y nichos de mercado emergentes”. Asimismo, les concierne la “enorme dificultad para captar talento científico-tecnológico”, lo que abre la vía de búsqueda “en otros mercados, especialmente el latinoamericano” y la creación de “centros de I+D multilocalizados”.

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