Un bazar sostenible chino en América Latina
El gigante asiático abastece a la región de placas solares, baterías y vehículos eléctricos para afianzar nuevas oleadas de inversiones tecnológicas
China quiere cambiar el chip en América Latina. Tras convertirse en una pieza fundamental para el desarrollo de la región, forjando alianzas durante las últimas tres décadas y estrechando lazos con los países del subcontinente, ahora el gigante asiático busca expandirse en el ámbito de las nuevas tecnologías: desde las energías renovables y los sistemas de 5G, hasta los centros de datos, los vehículos eléctricos y las baterías recargables. Anteriormente, su estrategia se enfocaba en asegurar materias primas —en Perú, con sus inversiones en las minas de cobre; en Argentina, en el comercio de soja; en Venezuela, en la explotación de petróleo, o en Brasil como el principal socio comercial—, pero hoy Pekín apunta a liderar en innovaciones emergentes.
“La inversión de China en la región se ha vuelto decididamente más verde en los últimos años”, afirma Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del Diálogo Interamericano. A medida que China ha dado prioridad al desarrollo de baterías, energía solar y vehículos eléctricos, su inversión ha pasado en muchos casos de proyectos de infraestructura a gran escala y petróleo hacia acuerdos en el desarrollo de energías renovables y la construcción de fábricas de automóviles eléctricos orientadas a captar mercado, explica Myers, vía correo electrónico. Estas áreas prioritarias han sido descritas por el país asiático como “nueva infraestructura”, que, según detalla Myers, es un término que engloba diversas industrias —telecomunicaciones, tecnología financiera y transición energética, por ejemplo— que están ampliamente relacionadas con la innovación, pero que de igual forma son componentes clave de la estrategia de crecimiento económico del gigante asiático.
Myers y dos expertos más —Ángel Melguizo y Yifang Wang— han desgranado en el informe Nueva infraestructura, de Diálogo Interamericano, los pasos dados por China en la región y su inversión o interés en la fabricación de vehículos eléctricos (incluida la fabricación de baterías, automóviles y autobuses), manufacturas de alta gama (que incluyen la fabricación de maquinaria y productos médicos), las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), las energías renovables (incluida la hidroelectricidad) y la infraestructura urbana (por ejemplo, el ferrocarril y otros medios de transporte urbano y las líneas de transmisión de ultra alta tensión). “China busca fortalecer sus empresas mientras avanza en sistemas sostenibles”, agrega Evan Ellis, especialista sobre América Latina del Colegio de Guerra de los Estados Unidos. “China es consciente de que el futuro está en los vehículos eléctricos, por ello está posicionándose para que sus compañías se consoliden en la región”, abunda Ellis. Dichas inversiones incluyen la fabricación de baterías y automóviles por parte de empresas como BYD, Beiqi Foton y Chery, con un enfoque especial para Brasil, México y Argentina.
Interés al alza
La inversión extranjera directa (IED) china en esta “nueva infraestructura” ha ido en ascenso. En 2022, la cifra llegó a más de 3.700 millones de dólares (unos 3.400 millones de euros al tipo de cambio actual), lo que significó un 58% del total de recursos del país, que se han expandido por la zona en ese ejercicio, según los datos recabados por los expertos de Diálogo Interamericano. La actividad en la región es particularmente notable en las TIC, mediante inversiones en nuevos equipos, electrónica de consumo, satélites, servicios y sistemas informáticos. Las condiciones en el entorno latinoamericano son favorables, pues se cuenta con una amplia base de consumidores locales que demanda equipos y servicios digitales accesibles.
Y a medida que la situación geopolítica dificulta la expansión tecnológica de China en mercados desarrollados, empresas del país asiático dedicadas a las TIC y manufacturas de alta gama han fortalecido su enfoque en la región y otros países del sur global, explica el informe.
A pesar de este cambio hacia sectores tecnológicos y sostenibles, el stock total de inversión de China en América Latina sigue concentrándose en las industrias tradicionales que han marcado profundamente a la región, como el petróleo, la minería y la infraestructura de transporte. “Estas han tenido y siguen teniendo efectos descomunales en el medio ambiente.
La inversión minera desde el gigante asiático está creciendo, y no solo en la industria del litio. La inversión en oro también ha aumentado en los últimos años, ya que China y otros países buscan protegerse contra el dólar”, destaca Myers. Las industrias extractivas también representan una parte significativa de las exportaciones totales de la región al Estado asiático; el legado, en parte, de los acuerdos de préstamo respaldados por el petróleo, abunda la especialista.
Dinero a los países grandes
Los anuncios de proyectos de China en América Latina han retomado los niveles previos a la pandemia por primera vez desde 2019, con un incremento del 201% en 2023, alcanzando los 14.377 millones de dólares y posicionándose como la tercera mayor fuente de anuncios en la región, según las cifras más recientes publicadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Dicho repunte se debe, principalmente, al renovado interés en los sectores automotor y energético, tanto renovable como no renovable, siendo México, Brasil y Argentina los principales receptores de estas iniciativas. Entre los anuncios más destacados en México resaltan dos proyectos automotores: uno liderado por SAIC Motor, que planea construir una planta para MG Motor, y otro de Beiqi Foton Motor, que proyecta una segunda fábrica en el país norteamericano para producir camiones eléctricos destinados a la exportación hacia Estados Unidos.
Además, grandes inversiones chinas se dirigieron al sector químico, como la anunciada por China Potassium Chemical Group, que invertirá 1.250 millones de dólares en una planta en Argentina, y la de China National Offshore Oil Corporation, que planea un proyecto de extracción de petróleo en Brasil. En promedio, la IED china alcanzó los 14.200 millones de dólares anuales entre 2010 y 2019, pero cayó a un promedio de 7.700 millones entre 2020 y 2021, según Diálogo Interamericano. Luego, en 2022, la IED llegó a solo 6.400 millones. Esta caída refleja una recalibración significativa por parte del Gobierno y las empresas del gigante asiático, en lugar de una falta de interés en la región, dicen los expertos del organismo. Actualmente, en muchos casos, las empresas chinas están buscando un mayor compromiso con los países de la zona, aunque a través de acuerdos de menor envergadura y en sectores fronterizos que están directamente alineados con los objetivos de crecimiento económico de Pekín. “Ecologizar la Iniciativa de la Franja y la Ruta será un esfuerzo a largo plazo”, concluye Myers.
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