Inteligencia artificial bajo tutela familiar
Una preparación parental básica en esta nueva tecnología ayuda a reforzar el buen uso por parte de los estudiantes
María Carmen Morillas estaba satisfecha de las presentaciones que era capaz de hacer con su ordenador cuando su hija, alumna de 4º de la ESO, le mostró la que había realizado ella para un trabajo de clase. “Era espectacular, dinámica, con imágenes en movimiento”, recuerda. Le preguntó, asombrada, cómo había conseguido semejante maravilla, a lo que la joven respondió: “Pues con inteligencia artificial (IA), mamá”. Morillas, presidenta de la Federación de la Comunidad de Madrid de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado Francisco Giner de los Ríos, lo reconoce: “Nuestros hijos nos dan cien vueltas”, pero reivindica el papel de las familias para guiar y espolear el sentido crítico de las nuevas generaciones respecto a esta tecnología. “Ante todo, debemos acompañar a nuestros hijos”, insta Sara Osuna, catedrática de Didáctica, Organización Escolar y Didácticas Especiales de la UNED. A su juicio, penalizar o prohibir resulta contraproducente, y no sirve de nada.
María del Mar Sánchez, pedagoga y experta en tecnología educativa de la Universidad de Murcia, coincide en que la clave estriba en el acompañamiento. Para ello, los adultos han de informarse, por canales fiables, y acceder a recursos formativos que hay en la red (por ejemplo, el Instituto Nacional de Ciberseguridad, Incibe, cada vez trata más la IA en su iniciativa Internet Segura for Kids), y a charlas y talleres que organizan centros educativos, AMPAS o ayuntamientos.
“Todavía hay poca formación”, lamenta Osuna, que percibe carencias en las familias en cuanto a alfabetización mediática. Cree que una medida muy eficiente serían las acciones desde el propio centro educativo, pero tampoco están preparados, observa. Sánchez aboga por que padres e hijos desarrollen juntos alfabetización informacional, fundamental en un mundo de noticias falsas. Mientras que Juan Ignacio Rouyet, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (Unir) experto en inteligencia artificial, considera que las familias han de mostrar a sus hijos cómo hacer buenas preguntas, instrucciones o prompts a la máquina, igual que las generaciones anteriores aprendieron a buscar en una enciclopedia.
Interés creciente
El 78% de los padres se muestra muy interesado en ampliar conocimientos en la materia, y son los que apoyan en mayor medida la introducción de herramientas de IA en el currículo académico de sus hijos, según el estudio El impacto de la IA en la educación en España, elaborado por Empantallados y GAD3. La investigación evidencia cómo los progenitores, el sector de la comunidad educativa que más abrumado se siente y menor entendimiento de la IA tiene en comparación con profesores y alumnos, son, también, los más entusiastas en cuanto a las posibilidades educativas del invento: el 57% cree que tendrá un impacto positivo en la educación de sus hijos, frente al 39% de los profesores.
“No consiste en que todos tengamos que ser expertos técnicos, pero sí es necesario alfabetizarnos en algunos aspectos básicos sobre cómo funcionan estas herramientas, cómo se entrenan, o qué sesgos tienen”, apunta Sánchez. Es importante, por ejemplo, saber que usar GPT como sustituto del buscador de Google tiene sus limitaciones, por sus fallos y sesgos. A Osuna le parece grave el hecho de que los algoritmos estén multiplicando los sesgos, y cree que en cuestiones como las de género se están perdiendo logros alcanzados por generaciones anteriores.
“Cuando los padres ayudan a sus hijos con la tarea, y utilizan GPT, han de ser conscientes de que la IA alucina y tiene inexactitudes que no se corresponden con la realidad, aunque parezcan verosímiles”, plantea Osuna. Por lo que procede contrastar la información por otras vías. “Usa lo que te diga la herramienta como punto de partida; no hagas un copia-pega; sé crítico y elabora tu propio mensaje. Lo que dice ChatGPT no va a misa”, subraya Rouyet, que asume que en algún momento los estudiantes van a utilizar ChatGPT o similar para hacer los deberes, igual que él, en sus tiempos, tiró de calculadora aunque estuviera prohibida.
Osuna revela que a las familias les inquietan las mermas que la IA pueda hacer en el pensamiento crítico, la creatividad o la concentración de sus hijos. También la salud emocional. “No hay control parental en estos sitios”, advierte. “Los profesores consideran adecuado el uso de la IA, con supervisión, a partir de los 13 años”, desvela el informe de Empantallados. La propia empresa de GPT, Open AI, indica que este tipo de herramientas no es recomendable para menores de 12 años y se requiere el consentimiento para autorizar el uso a menores de esa edad. “Si queremos usarlas por algún motivo justificado deberíamos hacerlo desde nuestra cuenta y nunca proporcionar información de los menores; debemos cuidar su identidad digital, y eso pasa por no exponerlos”, señala Sánchez. La experta aconseja a los adultos un análisis previo de las herramientas para ver si, efectivamente, son seguras.
Poder bajo control
Vaya por delante que a Morillas, la IA generativa le parece “una herramienta muy poderosa; una vuelta de tuerca más”. Pero le preocupa que no todo el mundo tenga acceso, y cree desigualdades. Y la privacidad, por supuesto. Sus hijas toman precauciones como tener el micrófono de sus portátiles apagado y la cámara tapada. “Los sistemas actuales han sido posibles por la gran cantidad de datos que existen en la red. De manera consciente o inconsciente hemos proporcionado multitud de información con la que se entrenan estos sistemas; resulta importante que tomemos las riendas”, recomienda Sánchez. Por ejemplo, consultando los términos y condiciones de la tecnología utilizada. “En sistemas de IA es más relevante aún saber si se podrán entrenar, por ejemplo, con los datos que incluyamos”, explica.
“Lo primero para alertar a los menores de los riesgos es que las propias familias sepan que existen”, precisa Rouyet. Los peligros de que alguien suplante la voz o la imagen de otra persona están ahí. Tanto que hay que llegar, incluso, al punto de confirmar la información que ha llegado por vía digital con el mundo físico. “Si ves que una amiga te llama pidiéndote algo fuera de lo normal, como dinero, cuelga y llama a esa amiga para confirmar que realmente es ella”, pone como ejemplo. “Usa GPT pero desconfía” es su mantra. Sobre todo de lo gratis, aún más de lo que ofrece dinero. Tenemos que saber por qué y a quién ofrecemos nuestros datos personales, que van más allá de la dirección de e-mail o móvil, y pueden ser, también, la cara, la huella digital o el iris del ojo. “¿A que no le das tus datos personales a alguien que te encuentras en un semáforo, por muy guapo y simpático que sea? Pues en el mundo digital, igual”, remacha.
Un gran reto social
En opinión de Sánchez, las familias, la sociedad en general, han de “reconocer que esto es algo nuevo y que es un reto social y familiar y que lo vamos a afrontar juntos”, lo que significa plantear y reflexionar sobre los dilemas éticos que surgen. “Hablar en casa de educación, y de la actualidad, es importante”, valora. A la experta le resulta casi distópico el hecho de que se esté debatiendo sobre la prohibición del uso de la tecnología a los jóvenes y encontrar, al mismo tiempo, noticias que informan de que son esos mismos jóvenes quienes están acudiendo a escanearse el iris para la Fundación Worldcoin de Sam Altman (fundador de Open AI) a cambio de criptomonedas. “El escaneo de iris supone proporcionar datos biométricos especialmente sensibles; no sabemos qué se hará con ellos. Ya hay denuncias sobre este asunto. Es imprescindible que los acompañemos y les hagamos entender el riesgo de participar de acciones tan cuestionables como esa”, concluye.
Explorar, reflexionar y actuar
En noviembre de 2021, Unicef lanzó una guía sobre inteligencia artificial para padres en la que anima a las familias a explorar, reflexionar y actuar, por este orden. “Piense de forma crítica en las posibles repercusiones, con respecto a los datos y la intimidad, de los sistemas de IA que se utilizan en su hogar, en los centros educativos de sus hijos y en los juguetes infantiles”, recomienda. “Tenga en cuenta de qué forma y por qué se utilizan los datos recabados”, sugiere. La agencia de la ONU para la protección de la infancia invita a enseñar a los hijos sobre las oportunidades y los riesgos que representan estas tecnologías, y sobre la importancia de no compartir más datos de los que deseen o necesiten compartir. Anima a preguntar en el centro escolar de sus hijos de qué manera están utilizando estas herramientas, y cómo eligen las aplicaciones. Insta, por último, a averiguar qué organizaciones locales promueven el uso responsable de la IA, y de qué manera puede implicarse en ellas, para colaborar y formarse. Los expertos consultados coinciden en que las familias están hoy más concienciadas respecto al impacto de la inteligencia artificial de lo que lo estuvieron en la anterior oleada de las redes sociales. “Saben que la IA ha llegado para quedarse, y que es importante prepararse, y preparar a sus hijos, para usarla como la herramienta poderosa que es, de manera ética y segura”.
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