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Vuelta de tuerca al sistema híbrido

Tras un año de clases a distancia, los centros afinan el cómo y cuándo compaginar el uso de la tecnología con el modelo presencial

ESPECIAL FORMACIÓN Education
IESE

Afrontan las grandes escuelas de negocio españolas la incorporación de las tecnologías online, y su mestizaje con la educación presencial, con una certeza: la crisis ha sido un acelerante de la hibridación que la mayoría de ellas ya había iniciado. Y con una convicción: la formación blended se va a quedar cuando se retire la marea de la covid-19 y no sea necesario trabajar en remoto por culpa de los confinamientos. Cómo va a hacerlo, y con cuánto porcentaje de online y de offline, es, actualmente, objeto de reflexión. “Ahora hemos de decidir qué tecnologías se quedan y cuáles se utilizaron por una situación excepcional, y no son necesarias”, lo expresa María García Feijoo, coordinadora de Innovación Docente y Online en Deusto Business School. También para qué perfiles son aptas. No es lo mismo un taller para una formación executive que un primer curso de grado con seis asignaturas y un alumnado de 18 años, según diferencia.

Antes de ponerse al teléfono para esta entrevista, la directora del MBA de IESE, Marta Escardó, resolvía el problema de un alumno por videollamada. “Cinco minutos hemos tardado”, subraya. La tecnología agiliza y flexibiliza las tutorías, posibilita que un ponente dé una charla sobre liderazgo desde la otra punta del mundo o permite seguir una clase a un estudiante con fiebre o limitaciones de movilidad en su país de origen. “Antes, se perdería la sesión”, apunta Escardó, que cree en la aportación de la pata online incluso en un programa como el MBA, donde, según defiende, el método del caso, práctico y colaborativo, requiere una presencialidad a la que su escuela de negocios regresó “en tiempo récord”. Con lo online como fiel escudero. “Puede aportar a esa actividad que no es la clase en sí”, concede Escardó.

“Este tipo de educación ha llegado para quedarse. Se trata de una nueva forma de afrontar la formación. Seguimos siendo presenciales con la ventaja de que, en momentos puntuales, tenemos la capacidad tecnológica de adaptarnos. Lo presencial no desaparecerá, pero la tecnología nos dará un mayor acceso a los alumnos y una mayor calidad docente”, aporta Virginia Horcajadas, subdirectora de ICADE Business School. “Muchas de las innovaciones de los últimos meses se incorporarán de manera permanente en el próximo curso académico”, avanza Joan Rodón, vicedecano de Profesorado de Esade Business School. Como las plataformas de videoconferencias y reuniones virtuales para las sesiones síncronas o las herramientas para fomentar la interacción con los alumnos: aplicaciones móviles para realizar votaciones o retos, sistemas de proctoring para la supervisión de exámenes.

IESE ha creado un grupo de trabajo de Ambidestreza para abordar el proceso. “Al principio de la pandemia nos esforzamos por mejorar la experiencia educativa tanto de quienes acudían a la escuela como de quienes participaban desde casa: cambiamos las aulas, pusimos micros potentes en el techo, colocamos cámaras autónomas que siguen al profesor y enfocan lo que está apuntando en la pizarra”, enumera Edi Soler, integrante de este comité. “Esa fue la parte fácil. El reto gordo consiste en adaptar nuestra metodología docente, en ser capaces de generar discusión y participación independientemente del formato”, admite.

Distinciones necesarias

A García Feijoo le gusta distinguir entre formación online y en remoto, que otros expertos llaman de emergencia y consiste en llevar la clase a la pantalla gracias a todo un aparataje audiovisual. Le parece un “gran error” trasladar, sin más, lo offline a lo online. “En remoto, las sesiones son síncronas; en online, mucho trabajo es en asíncrono, y el docente ha de gestionar mejor el trabajo autónomo de los estudiantes, y asegurarse de que, por separado, todos han llegado más o menos al mismo nivel”, explica. El diseño de materiales y las herramientas colaborativas (como Google Drive) permiten compartir y avanzar a la vez.

“En las sesiones online se preparan contenidos más teóricos para que los estudiantes puedan consultar antes de clase, y otros más interactivos en distintos formatos, como vídeos o píldoras, para que practiquen y adapten su ritmo de aprendizaje, y, a su vez, faciliten al profesor identificar aquello en lo que necesitan un refuerzo”, apunta Rodón, que remacha la “apuesta por la transformación digital en el modelo educativo” de Esade, bajo el formato de hibridación. Comunidades de aprendizaje, seguimiento personalizado, interacciones con los profesores, gamificación, dinámicas síncronas y asíncronas de aprendizaje. Y mucho énfasis en la formación en competencia digital del claustro, y del alumnado. “Se están desarrollando competencias como la capacidad de trabajar con equipos localizados en distintas geografías y la habilidad de liderar en remoto; son imprescindibles para gestionar de manera efectiva en entornos complejos e inciertos como los actuales”, asegura.

“Este contexto ha demostrado la importancia de contar con unas infraestructuras digitales sobre las que innovar en los modelos docentes”, que vienen acompañadas de “una evolución en el uso de los espacios en el campus, en el concepto de asignaturas y en el rol de los docentes”. Cuando a Rodón se le pregunta si la formación blended es el futuro, responde: “Existe otro reto más importante, que es el de la innovación educativa, que trasciende la traducción del modelo pedagógico tradicional a uno híbrido más eficaz y que pasa, entre otros, por rediseñar las asignaturas y los planes de trabajo de los alumnos”.

'LIQUID LEARNING'

Dice Nick Van Dam, presidente del IE University Center for Liquid Learning, que los formatos –presencial, online o híbrido– son solo una dimensión del modelo de aprendizaje líquido o liquid learning, la experiencia educativa desarrollada por IE que promueve el aprendizaje activo, introduce distintas herramientas pedagógicas y concibe la educación como un continuo en el que las barreras entre lo online y lo offline se difuminan y se ponen al servicio de cuatro pilares fundamentales: con quién, cómo, dónde y qué se aprende. Cada formato se elige en función no solo del contenido, sino del perfil de alumno. “No es lo mismo un joven de 18 años sin cargas familiares que uno de máster que quiere compaginar estudios con trabajo”, compara. Para que el proceso sea eficaz, y eficiente, hay que plantearse no solo lo que se aprende, sino cómo se aprende, según ahonda. “La pandemia ha acelerado muchas tendencias, como la digitalización, la automatización, la sostenibilidad o la transición energética, y esto, a su vez, cambia la forma en la que trabajamos y vivimos, también en la que aprendemos y educamos”, reflexiona. “Esta metodología de aprendizaje ayuda a los estudiantes y profesionales a desarrollar la experiencia, las habilidades y la mentalidad necesarias para los trabajos del futuro”, afirma.

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