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Transición a ninguna parte en la semana de la moda de Milán

Del lujo silencioso al exuberante, las primeras jornadas de la pasarela italiana, protagonizadas por los desfiles de Fendi, Max Mara, Prada o Diesel, demuestran que la industria busca nuevos mercados y elucubra sobre quiénes son sus nuevos clientes

Semana de la Moda Milan
Desfile de la colección de Prada para la próxima primavera, el 21 de septiembre de 2023 en la semana de la moda de Milán.ALESSANDRO GAROFALO (REUTERS)

El debut de Peter Do como director creativo de Helmut Lang, hace dos semanas en Nueva York; el primer desfile de Sabato de Sarno en Gucci, previsto este viernes 22 de septiembre en la semana de la moda de Milán; el último show de Gabriela Hearst en Chloe, la próxima semana en París; o el esperadísimo lanzamiento de la marca homónima de Phoebe Philo (con fecha sorpresa), entre otros estrenos y despedidas, hacen que este mes de desfiles sea uno de los más noticiables de las últimas temporadas. Y, sin embargo, en estas primeras jornadas de la semana de la moda milanesa, que suelen anticipar lo que, salvo excepciones, será la tónica general en los siguientes días, hay poca sensación de sorpresa o de emoción. Tampoco hay rastro ya de la incertidumbre que impuso el parón forzado de la pandemia, porque la industria de la moda en general, y la del lujo en particular, han disparado sus facturaciones anuales a niveles, en muchos casos, superiores a los de 2019. Pero sí se respira una especie de resignación resultado de una transición inevitable. La moda no sabe muy bien hacia dónde va, pero sabe que tiene que ir hacia algún lado.

Son los primeros desfiles en tres años con el retorno completo del mercado asiático en las gradas, pero los analistas estiman que la que fuera la gallina de los huevos de oro durante la década pasada, en esta parece haber perdido fuelle debido a la incertidumbre económica. De ahí que desde la temporada pasada muchas firmas, y muy distintas entre sí, han apostado por eso que ahora llaman lujo silencioso y que se resume en prendas discretas, funcionales y de alta calidad, una suerte de exclusividad que se desprende de los matices. Una dosis de realismo en la pasarela que responde a la única certeza de los últimos años: la polarización social. Los ricos cada vez lo son más y buscan distinguirse del resto con pequeños y carísimos matices.

No es de extrañar, por tanto, que Kim Jones, director creativo de Fendi, la casa italiana que fue durante todo el siglo XX sinónimo de opulencia burguesa, haya basado su colección para la próxima primavera en “el estilo de las mujeres romanas que veo caminando por las mañanas cuando estoy en la ciudad”, cuenta el diseñador. Una idea que Jones traslada a prendas básicas que se ciñen al cuerpo, se moldean de forma casi artesanal (algunas de ellas con el pespunte a mano típico de sus bolsos) y lo apuestan todo a los materiales (sedas, cachemir o finísimo cuero) y a una paleta de colores contundentes combinados en bloque.

Varias modelos en el desfile de Fendi, en la semana de la moda de Milán, el 20 de septiembre de 2023.
Varias modelos en el desfile de Fendi, en la semana de la moda de Milán, el 20 de septiembre de 2023.Pietro D'Aprano (Getty Images)

El color, del rosa al azul eléctrico, ha protagonizado la colección presentada en Milán por Max Mara. Esta vez sí, una marca tradicionalmente silenciosa que ha decidido teñir de optimismo sus clásicas prendas camel. Hasta Emporio Armani, la línea casual de Giorgio Armani, ha presentado íntegramente prendas en colores pastel, con una última parte en el que la estética árabe se fusionaba con lentejuelas rosas y celestes. En este último año de contrastes, donde las tendencias reinantes han sido la discreción y el retorno a los exuberantes y coloristas primeros años del 2000, parece que el próximo año el color será la única concesión festiva a una moda, por otro lado, demasiado realista como para generar emoción.

El diseñador Giorgio Armani saluda tras el desfile de la colección para la primavera / verano 2024 de Emporio Armani, celebrado este jueves 21 de septiembre en Milán.
El diseñador Giorgio Armani saluda tras el desfile de la colección para la primavera / verano 2024 de Emporio Armani, celebrado este jueves 21 de septiembre en Milán.CLAUDIA GRECO (REUTERS)

La fiesta, en mayúsculas, la puso Diesel el miércoles por la noche, con una rave que duró seis horas bajo una lluvia torrencial y a la que estaban invitadas 7.000 personas que adquirieron en la web de la marca su entrada gratuita. Su director creativo, el irreverente Glenn Martens, lo llama “democracia”, moda con precios medios que pueden vivir y disfrutar todos. Moda, en realidad, que ha seducido en fondo y forma a la generación tiktok, que poco tiene que ver con el hipotético nuevo cliente del lujo sobre el que elucubran las firmas tradicionales. La clienta de Fausto Puglisi en Roberto Cavalli tampoco invierte en sutilezas para minorías; el diseñador la imagina como un trasunto entre el brillo eterno de Cher y la rebeldía sofisticada de Bianca Jagger, con microsujetadores y transparencias bajo túnicas vaporosas, como si Bob Mackie y Ossie Clark colaboraran en 2023. Porque la moda exuberante, pensada con nocturnidad y alevosía, también existe y también tiene su público.

Tres de las propuestas para la próxima temporada de la colección de Diesel, durante su desfile el 20 de septiembre de 2023 en la semana de la moda de Milán.
Tres de las propuestas para la próxima temporada de la colección de Diesel, durante su desfile el 20 de septiembre de 2023 en la semana de la moda de Milán.imágenes cedidas por la firma

Y en este momento de transición hacia alguna parte, de búsqueda de nuevos mercados y nuevos perfiles de clientes, de jugar el ensayo/error con la logomanía, la discreción, la madurez adinerada y una generación Z que consume moda para triunfar en la pantalla del móvil, Prada vuelve a ser Prada. Un escenario rosa pastel, el color protagonista de estas jornadas y que Miuccia Prada logró desembarazar de sus clásicos prejuicios hace años, sobre el que caía una cascada de blandiblú, como ya ocurrió en su desfile masculino el pasado julio. De fondo, bandas sonoras de las películas de Hitchcock, y sobre la pasarela, todos los estereotipos que la diseñadora milanesa ha roto en estos cuarenta años: vestidos en tonos pastel que jugaban con la idea de lo romántico y lo vaporoso para subvertirlo, chaquetas armadas (esta vez inspiradas en las Barbour) que redefinían la manida sastrería femenina y prendas con pedrería años veinte que, como suele ser habitual en ella, fusionaban a la flapper con la institutriz. Prada vuelve a ser Prada porque, por primera vez en tres años, no se nota tanto la impronta de Raf Simons, su codirector creativo, que ha dotado a la enseña de una especie de cohesión uniforme (en todos los sentidos de la palabra) que tiene más de visual que de conceptual.

Desfile de la colección de primavera/verano de 2024 de Prada, en la semana de la moda de Milán el 21 de septiembre de 2023.
Desfile de la colección de primavera/verano de 2024 de Prada, en la semana de la moda de Milán el 21 de septiembre de 2023.Alessandro Garofalo (Reuters)

Quizá esta vuelta a los tiempos prepandémicos de la marca se deba a la marcha de Fabio Zambernardi, la mente (muy) pensante tras la mística de la firma, su director de diseño desde hace más de dos décadas y que este jueves, por primera y única vez, ha salido a saludar tras el desfile junto a Miuccia y Raf. Quizá, en definitiva, esta vuelta a la complejidad y a las referencias múltiples de Prada se deba a la marcha de la propia Miuccia, ahora que se ha reestructurado toda la cúpula directiva y ella se encuentra completamente centrada en su fundación artística. Esa sí sería la transición que lo cambiaría todo, porque la moda, casi tanto como de la novedad, vive de las costumbres, y una moda sin Miuccia Prada cambiaría en buena parte la estructura estética y económica del lujo europeo.

De izquierda a derecha, Raf Simons, Miuccia Prada y Fabio Zambernardi saludan en la pasarela tras el desfile de Prada en la semana de la moda de Milán.
De izquierda a derecha, Raf Simons, Miuccia Prada y Fabio Zambernardi saludan en la pasarela tras el desfile de Prada en la semana de la moda de Milán.Daniele Venturelli (WireImage / getty)

Hay cosas, sin embargo, que nunca cambian aunque la opinión pública se empeñe: pocos desfiles (Etro y Alberta Ferretti) han contratado a modelos de tallas superiores a la 36. Tras la pandemia a todos se les llenaba la boca con la diversidad, apostando por una moda más realista. Ahora que las ventas han vuelto a sanearse, la diversidad ya no es un problema. La pasarela solo mira a la calle para seducirla, no para reflejarla.

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