Nueva York se reivindica como polo creativo y potencia comercial en su semana de la moda
Del estreno de Peter Do en Helmut Lang a la celebración de los 10 años de Stuart Vevers en Coach: en las primeras jornadas los creativos homenajean a la ciudad. A su pasado, pero también a su presente diverso.
“Nueva York es moda y la moda es Nueva York”, sentenciaba el alcalde de la ciudad, Eric Adams, en el cóctel que organizó la tarde del pasado jueves el Consejo de Diseñadores de Moda Americanos (CFDA, por sus siglas en inglés). La cita marcaba el inicio de una semana de la moda en la que se presentarán más de 80 colecciones para la próxima temporada primavera-verano 2024 y buscaba marcar el tono de esta nueva edición. Celebrado en la residencia oficial del regidor, Gracie Mansion, el evento reunió en pocos metros cuadrados a los nombres más poderosos de la industria que escucharon entregados al político: “Los trozos de tejido que nos ponemos sobre el cuerpo tienen un peso que nos define. Nos dan confianza y significan mucho para esta ciudad, porque la industria genera millones y millones de dólares”. En forma de ventas directas o de repercusión en la imagen de la metrópoli, que solo durante esta semana atraerá a unos 80.000 visitantes relacionados con la New York Fashion Week.
Tras unos años marcados por la inestabilidad, el sector aquí combina con orgullo creatividad y negocio. También su papel como poderoso transmisor de valores, como recordaba Adams: “La interseccionalidad de todas nuestras culturas es el corazón de la moda aquí. La forma en la que nos vestimos, cómo hacemos negocios o cómo pensamos es, en gran medida, parte de lo que hace que esta ciudad sea grandiosa”. Una diversidad que Nueva York ondea como ventaja competitiva y que se traslada ya a diseñadores, invitados o casting (mientras que este último en Europa da pasos atrás en la asignatura de la inclusión).
La energía de esta urbe cosmopolita ha servido de hilo argumental para varias colecciones; esa que cala al recorrer sus calles, pero también los túneles del metro, cuyos sonidos fueron banda sonora en el desfile de Helmut Lang. “Creo que la semana de la moda de Nueva York es cada vez más relevante, su mensaje y su visión son muy distintos”, defendía el español Alejandro Gómez Palomo, que ha vuelto a elegir Manhattan para celebrar el nuevo desfile de su firma, Palomo Spain. El calendario oficial se abría con un peso pesado en la cuenta de resultados de la moda americana, Coach, y vivía el momento de mayor expectación durante el estreno de Peter Do al frente de Helmut Lang, precisamente la firma que en los años noventa elevó la pasarela de Nueva York a la altura de las de París o Milán.
Peter Do era casi un niño cuando Lang abandonó su marca en 2005, dejando huérfana a una comunidad amante del minimalismo cool, pero descubrió la etiqueta años después buceando (como buen milenial) en la red social Tumblr. De origen vietnamita, llegó a Estados Unidos con 14 años y aprendió a coser en una máquina rosa de segunda mano, en la cocina de su madre. Una madre que el pasado viernes asistía entre lágrimas al estreno de su hijo capitaneando Helmut Lang. Se llevó un abrazo del diseñador al final del desfile y el aplauso del público entregado al electrizante momento.
Sobre un poema del escritor Ocean Vuong, estampado en el suelo, la colección abría con la modelo Vaiora Stroganoff llevando en la mano En la tierra somos fugazmente grandiosos, la primera novela del también vietnamita Vuong. La condición de inmigrante de Do estuvo muy presente. Lo recordaba en la nota que dejó en los asientos y en la voz proyectada de Vuong al inicio del espectáculo. Cargó de emotividad su propuesta, que estéticamente reverenciaba y referenciaba al fundador de la enseña, propiedad del grupo japonés Fast Retailing (Uniqlo o Theory).
Do no es nuevo, trabajó en el Céline de Phoebe Philo y hace dos años montó su firma homónima que esta temporada desfilará en París. Seguidor de nombres como Margiela, pasó varias semanas buceando en un archivo de Lang antes de desarrollar esta colección que retoma la deconstrucción y las superposiciones. No es el único que había recuperado el pasado, entre los invitados se divisaban numerosas prendas de la era dorada de la enseña. Do aspira, como esas piezas de Lang con segundas y terceras vidas, a perdurar, para que dentro de unas décadas sea otro enamorado de la moda el que descubra sus creaciones. Prendas funcionales destinadas a sobrevivir a las temporadas, un uniforme para la tribu urbana.
Moda que busca ser parte de la vida de la gente: “En Nueva York hay un culto a la moda que no se da en otros sitios de Europa”, defendía Alejandro Palomo, “aquí la gente no tiene miedo a expresarse a la hora de vestir y es algo que ves por las calles”. Por eso quizá ha tenido tanta aceptación su propuesta, que vende en un 80% en Estados Unidos. “De una forma muy espontánea desde el principio inventamos un mundo donde mucha gente que estaba por ahí perdida sintió que encajaba”, decía el día previo a su presentación. El suyo es un ejemplo de cómo la moda en ocasiones se adelanta a los avances sociales, proponiendo un camino estético en el que muchos pueden verse reflejados.
Su colección, Cruising in the Rose Garden, retomaba varios de los recursos que han dado forma a su lenguaje: sensualidad y sexualidad, referencias historicistas y básicos del armario femenino despojados de clichés de género. Sujetadores y corsés, camisas con encajes y vestidos bordados con transparencias con el sello de calidad de su taller en Posadas. También hubo muchas flores, estampadas, bordadas o dando forma a varios accesorios realizados en colaboración con Bimba y Lola. Forman parte de una cápsula que saldrá a la venta en octubre en la cadena.
La ciudad que no duerme también sirvió de inspiración en Coach, que abría la semana en la emblemática Biblioteca Pública de Nueva York, celebrando los 10 años de su línea de moda y de Stuart Vevers dirigiéndola. “Vine a Nueva York por Coach y aquí he creado mi familia”, reconocía el diseñador al finalizar su desfile, que no se perdió Jennifer Lopez. “Quería hacer una colección muy personal que capturase los arquetipos de la moda neoyorquina. La primera vez que vine de joven era un momento muy específico, en los noventa, pero más que mirar al vintage de aquellos tiempos, quería recordarlo a mi manera”.
Un recuerdo tamizado por el favorecedor paso del tiempo. Además de muchos bolsos, la estrella de la casa, hubo alusiones al grunge, con vestidos lenceros en cuero, trajes de chaqueta ligeros y comfortables y vestidos de punto en rejilla. La repetición de varios pases en distintos cuerpos (de talla o género) hacía la propuesta más real. “La celebración de la inclusión es una de las cosas de las que estoy más orgulloso de haber podido traer a Coach. Estoy muy orgulloso de cómo hemos avanzado, más allá de las normas de la industria y de la cultura que existía hace 10 años”. Había mucho que celebrar: Coach es propiedad de Tapestry y el grupo estadounidense acaba de convertirse en el rey de la moda americana al comprar Capri Holdings (Michael Kors, Jimmy Choo o Versace) por 7.700 millones de euros, algo que le permite entrar en la conversación de los dos cabeza de carrera por el lujo, los franceses LVMH y Kering.
Eckhaus Latta, que mezcla en su ADN las dos costas de Estados Unidos, volvió a demostrar que la moda puede ser gamberra y llena de contenido. La etiqueta de Mike Eckhaus y Zoe Latta experimentó con los acabados y con las siluetas y se adentró en el territorio de la tecnología con una colaboración con la compañía Unspun, que fabrica nuevos tejidos a partir de deshechos textiles, con una especie de impresora en 3D que, en vez de imprimir, teje. También jugó con tejidos y texturas, pero partiendo de una base antagónica, Prabal Gurung. El diseñador mezcló influencias neoyorquinas con sus raíces nepalíes, también drapeados en seda, microplisados, gasa y jacquard o plumas y punto, apostándolo todo a esa noche que tantas alegrías le ha reportado.
Con otro discurso creativo muy distinto, centrado en actualizar el minimalismo que encarnó hace tres décadas Nueva York, Khaite se limitó a la sobria paleta que tan bien le funciona. En esta ocasión ha propuesto prendas que se acercan (con fruncidos y drapeados) o se alejan (grandes mangas que reclaman espacio) del cuerpo. También hombreras que se exageran, especialmente en varias prendas de abrigo de cuero negro que hicieron suspirar a varias invitadas: gabardina cruzada, perfecto, americana y abrigo largo. Sin grandes alardes Catherine Holstein, creadora de la firma, ha ido acumulando a una tropa de fans de la generación de Instagram. Por eso es fácil rastrear la estela de sus diseños por cualquier calle de la ciudad.
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