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¿Quieres añadir color al jardín? Incorpora plantas de hojas rojas

En la lista de plantas de colores rojizos que cultivar se puede añadir iresines, cóleos, shiso rojo japonés o amor de hombre púrpura

La iresine de hojas rojizas contrasta enormemente con las plantas de color verde
La iresine de hojas rojizas contrasta enormemente con las plantas de color verde.Angie Cottingham (500px Plus/ Getty Images)
Eduardo Barba

Las composiciones jardineras con plantas suelen buscar distintos efectos. Uno puede ser el de la armonía tonal, donde las hojas o flores compartan una gama de color. Evidentemente, el verde será el que amalgame todo, en el caso de floraciones blancas o azuladas, por ejemplo, y serán las hojas las que unifiquen el repertorio cromático. También se puede perseguir el efecto contrario, aquel en el que un tono destaque sobre los demás. Esto se consigue con facilidad con las plantas variegadas, aquellas que tienen más de un color en sus hojas o tallos, fruto de muy diversas causas, como la falta de clorofila, que proporciona pigmentaciones blanquecinas o amarillentas de lo más sugerentes. En esas ocasiones, la planta variegada se convierte en un punto focal donde la vista reposa irremisiblemente, atrapada por el influjo enérgico de los colores claros, entre otros más intensos y cargados.

En un balcón, terraza o jardín, incluso en una ventana, también se puede recurrir a cambiar la paleta de los verdes para introducir entre ellos alguna planta con hojas o tallos de tonalidades rojizas. Al hacerlo, no solo destacará esa planta, sino también hará destacar a las de colores verdes, por lo que es todo un acierto añadir estas especies carmesíes en las composiciones.

Si hubiera que mencionar alguna planta como ejemplo de estas tonalidades cálidas, se podría comenzar por la iresine (Iresine diffusa f. herbstii), una especie que instantáneamente dilata las pupilas de quien la observa gracias a la hermosura de sus tonos fuertes. Sus hojas adquieren color bermellón, mientras que sus venas son de color más claro, tirando a rosado o fucsia, lo que convierte cada hoja en una fiesta para la mirada. Hay otra iresine con las hojas verde claro y crema, con la que se suele jugar en las composiciones con estas plantas.

La iresine es perfecta para incluir entre otras macetas ajardinadas o también para plantar al pie de otras plantas más altas, con lo que se conseguirá transmitir la vibración tan poderosa de sus tonos. A esta nativa sudamericana no le gusta el frío, por lo que habrá que protegerla en invierno si la temperatura baja de cinco grados centígrados. Si se cultiva en una terraza con buena orientación, no expuesta a los vientos más fríos, puede resistir incluso algo menos de temperatura. En las regiones cálidas españolas será feliz todo el año fuera, con una iluminación siempre muy intensa. No hace falta que reciba el sol directo —que puede llegar a quemarla si es muy intenso en lugares con menos humedad ambiental—, pero, si le da durante algunas horas, la iresine también lo disfrutará. Una exposición perfecta para esta planta es aquella en la que el sol se entrevere con la sombra, bajo un arbusto o un árbol.

Muchos cóleos también tiñen sus hojas con tonalidades cálidas.
Muchos cóleos también tiñen sus hojas con tonalidades cálidas.John Dreyer (Getty Images)

Una idea estupenda para lucir esta planta en los exteriores de las regiones frías es la de tener una maceta con iresine como planta de interior. Al pie de una ventana aportará su color, crecerá sana y se le podrá cortar esquejes continuamente para reproducirla, ya que enraíza con extrema facilidad, tanto sumergidos en agua como enterrados en un sustrato que se mantenga bien regado. Así, además de tener una planta madre muy ramificada gracias al recorte continuo, se dispondrá de una gran cantidad de esquejes enraizados que se pueden pinchar en las macetas de la terraza donde crezcan otras plantas o al pie de los arbustos del jardín.

La razón por la que esta planta goza, y hace gozar, de sus tonos rojos es la presencia de una pigmentación rojiza que enmascara a la clorofila. Esta clorofila es el pigmento verde responsable de que las plantas hagan la fotosíntesis, el proceso por el cual extraen energía de la luz del sol.

El shiso rojo o perilla en su forma rojiza es un punto focal en el jardín que se resiembra cada año.
El shiso rojo o perilla en su forma rojiza es un punto focal en el jardín que se resiembra cada año.Masako Ishida (Getty Images)

En el iresine, su tonalidad está producida por un pigmento del grupo de las antocianinas, que proporcionan un color rojizo, rosado o anaranjado a las hojas, flores y frutos de muchas plantas, además de otros como los violáceos y azulados. Las antocianinas también están relacionadas con la alimentación humana, ya que tiñen frutos como las manzanas, las uvas o las fresas, con sus colores violetas y rojizos. Por esa misma razón, es un pigmento que interviene en la industria alimentaria con el nombre de E163, para dar color a zumos, golosinas, mermeladas…

La razón de ser de estos pigmentos es para proteger a la planta, ya que se comportan como la melanina en la piel humana, evitando que los tejidos se quemen por efecto del sol. De esta forma, las antocianinas son un fotoprotector que evita los daños que la luz solar pudiera provocar en los tiernos tejidos vegetales. Por esta razón, y como regla general, se podría decir que a las plantas con hojas de colores rojizos les gustan las exposiciones donde tengan una iluminación bastante alta, incluso de sol directo para muchas de ellas. No a todas les va a gustar tener encima el sol desde que amanece hasta que atardece, como sí que le ocurre al ciruelo de hojas rojas o ciruelo ornamental (Prunus cerasifera var. pissardii), un arbolito que también se cultiva como planta arbustiva que decora con sus hojas de color rojo profundo los parques públicos y jardines privados de media España.

En una ligera lista en la que se quisieran contar con otras plantas de colores rojizos que cultivar se podrían añadir los cóleos (Coleus scutellarioides), en los que muchos de sus cultivares adquieren elegantes tonalidades rojizas. Otra planta herbácea muy habitual que cuenta con variedades coloradas es la perilla (Perilla frutescens), el shiso rojo japonés y comestible, que puede llevar a confusión con el propio cóleo por su anatomía similar. Esta planta anual se resiembra allá donde allá crecido una vez, por lo que la hace apropiada para generar ritmos autónomos y naturales en el jardín. Por eso mismo, suele ser sencillo encontrar sobres con sus semillas en las floristerías. El amor de hombre púrpura (Tradescantia pallida) —con su precioso nombre mexicano de “niña en barco”— también sorprenderá a quien lo observe rodeado de otras plantas, con un rojizo que da la vuelta a la esquina para convertirse en un morado. Con esta última especie hay que tener cuidado porque es tremendamente colonizadora, y, aunque su parte aérea pueda morir por efecto de un invierno gélido, rebrotará de su poderosa parte subterránea.

Las hojas del amor de hombre púrpura tienen una pigmentación tan fuerte que pasa a ser morada.
Las hojas del amor de hombre púrpura tienen una pigmentación tan fuerte que pasa a ser morada. Anto sinac (500px Plus/ Getty Images)

Las plantas con hojas rojas son innumerables, y se podría continuar con los cultivares de formios (Phormium tenax ‘Purpureum’ y otros, incluso de pequeño tamaño), los de las heucheras (Heuchera cv.), los de arce japonés (Acer palmatum cv.) o incluso de gramíneas como la imperata (Imperata cylindrica ‘Red Baron’). Cada cual debiera buscar alguno de estos tonos que más le convenzan, para que broten en su propio jardín y alegrar así los ojos con los rojos de sus hojas.

Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.
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