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¿Pintar el techo de un color distinto al blanco es una buena idea?

El temor a empequeñecer o sofocar la habitación suele frenar el impulso de romper la norma del acromatismo para la parte superior de las estancias. Pero existen varios argumentos a favor de esta tendencia: esconder imperfecciones y aportar personalidad a los espacios son solo algunos

Además de aportar un nuevo nivel de diseño a la casa, darle color al techo puede ayudar a esconder imperfecciones y potenciar el efecto creado por la luz natural o artificial de la estancia. Foto cedida por Somos Nido.
Además de aportar un nuevo nivel de diseño a la casa, darle color al techo puede ayudar a esconder imperfecciones y potenciar el efecto creado por la luz natural o artificial de la estancia. Foto cedida por Somos Nido.JEAN LOZADA (Foto cedida por Somos Nido)

¿Debe el techo ser siempre de color blanco? O, por el contrario, ¿podría beneficiarse de una nota de color? Puede que sea algo sobre lo que no se debate ni se reflexiona demasiado a la hora de abordar una renovación en casa, dado que el consenso en torno a la elección del color blanco está más que asimilado. Además, pueden surgir dudas naturales sobre el efecto visual fruto de apostar por otro tono. ¿Es recomendable en los supuestos en los que la casa no tiene unos techos especialmente altos? ¿Podría surtir el efecto óptico de encoger habitaciones que de por sí no sean muy espaciosas? El atrevimiento puede saber a osadía ante todos los condicionantes que parecen entrar en juego. Nadie quiere equivocarse con algo que verá cada día y que, en ocasiones, será lo primero que vea al despertar. Aun así, en una época marcada por los interiorismos que salen de la zona de confort, se multiplican los ejemplos de inspiración deco en redes sociales como invitaciones para dar el paso. ¿Qué beneficios estéticos se pueden desprender de este gesto de interiorismo?

Las tendencias de decoración de los últimos años hablan por sí solas: se ha producido un viraje en los preceptos estéticos que entusiasman a los expertos en interiorismo, y se trata de un giro muy colorido. Atrás parece quedar la querencia por aquellos espacios casi clínicos, de un blanco inmaculado, en los que los tonos tierra se deslizaban como una licencia, por aquellos materiales que desplegaban un cierto aspecto natural como el bambú o el lino, e incluso por aquellos objetos ornamentales que aspiraban a colores lisos y a la pulcritud en las líneas.

Todo eso, podría decirse, forma ya parte de un ciclo de tendencias que se aparta en favor de otro nuevo. Ahora el interior de los hogares, si se observan las plataformas y cabeceras de decoración, parecen querer manifestar una personalidad propia. Una intención que se ha vuelto tan importante como la cualidad de saber dosificarla, y realizar una labor curatorial de objetos. Ha sido la consecuencia estética de una época en la que el trabajo en remoto ha intensificado la vida doméstica. En los últimos años, se le ha perdido el miedo al papel pintado, que tantas connotaciones demodé arrastraba; a la inyección de color en las paredes; se ha producido una reconciliación oficial con el sufrido, sostenible y austero terrazo; y trazado una afinidad con el más inesperado de los matices del verde, los muebles parecen tener siempre algo que decir de los habitantes. Teniendo en cuenta todo esto, no resulta tan extraño que la posibilidad de dotar de color los techos sea tenida cada vez más en cuenta.

Los beneficios estéticos

Un celeste de matiz grisáceo cubre, como una bóveda, el techo del apartamento del consultor creativo Michael Dansk, que ha aparecido en varios medios especializados en interiorismo. Sirve como nota de color para aderezar una composición cromática de estilo escandinavo, dominada por el blanco, junto a algunos muebles de madera Mid-century y una selección de piezas de arte y objetos de diseño. En este caso, el tono de azul elegido tiñe también las molduras del techo de manera uniforme, dulcifica el conjunto que, de otra manera, sería de un blanco deslumbrante.

Desde su apartamento en alquiler en el Reino Unido, siempre plagado de color y de detalles, la instagramer Medina Grillo comparte su satisfacción tras tomar la decisión de pintar el techo de su dormitorio de un amarillo mostaza. “Es una alegría ver este color cada día al despertarse”, cuenta a sus seguidores. Para añadir drama y sofisticación a una habitación, prueba a pintar el techo, titulaba The Washington Post un artículo ya en abril de 2022. “Pintar el techo es la renovación más económica si buscas añadirle un elemento de diseño”, contaba una experta en color a la publicación. “Puede cambiar por completo la apariencia y la atmósfera de un espacio”. Una opción interesante para aquellos que, como los seguidores de Medina Grillo, no cuentan con la posibilidad de acometer grandes reformas.

Pero, además de esta ventaja económica o logística, hay otras estéticas. Un techo pintado de un color que no es blanco causa una impresión en el visitante. Puede contribuir a mantener un hilo conductor, un diálogo cromático con otros elementos decorativos presentes en la estancia. Desde el estudio de arquitectura e interiorismo afincado en Barcelona Somos Nido se confiesan partidarios del empleo del color, también de que esos mismos acentos de color lleguen hasta el techo. “Es una herramienta que nos ayuda a aportar calidez y personalidad a los espacios”, explica a EL PAÍS Giulia Mora, responsable de interiorismo del estudio. Ella aboga por el efecto del color en los techos para “generar una historia más profunda en cada una de las habitaciones”.

Un techo pintado de un color que no es blanco puede contribuir a mantener un diálogo cromático con otros elementos decorativos presentes en la estancia, como se muestra en esta imagen cedida por Somos Nido.
Un techo pintado de un color que no es blanco puede contribuir a mantener un diálogo cromático con otros elementos decorativos presentes en la estancia, como se muestra en esta imagen cedida por Somos Nido.

Ideas útiles antes de pintar el techo

Al igual que a la hora de apostar por un color nuevo en las paredes, habitualmente se recomienda realizar una prueba en el techo. Puede ser un gesto de cautela y planificación útil para adquirir perspectiva del futuro resultado y, si es necesario, cambiar de idea. Sin embargo, la decisión requiere de un mínimo sentido de atrevimiento, crear esa oportunidad para dejarse convencer. Mora apunta a uno de los principales temores de los clientes de Somos Nido: “La gente, por lo general, tiene miedo a pintar de color los techos bajos de sus estancias, por ejemplo. Sin embargo, se les olvida que eso dará lugar a un espacio atractivo, especial, acogedor.” La responsable de interiorismo pone un ejemplo. “Imagina un baño de cortesía pintado todo de amarillo. Puede parecer una marcianada, pero ya dejará de ser el baño con el techo bajo y pasará a ser el baño amarillo”. Destaca también el carácter que adopta el espacio, sugiere imaginar una foto en blanco y negro colgada sobre ese fondo amarillo. En algunos casos, como el descrito por ella, el color del techo se coordina con el de las paredes, generando un “efecto envolvente que produce y refuerza el concepto que desarrollamos desde el inicio del proyecto”. Esta decisión no tiene por qué empequeñecer el espacio, esa uniformidad de color puede lograr expandirlo visualmente, aunque depende de las condiciones de cada estancia y de la luz.

Interior de un baño completamente pintado de rosa, en una imagen cortesía de Somos Nido.
Interior de un baño completamente pintado de rosa, en una imagen cortesía de Somos Nido.

Además de aportar un nuevo nivel de diseño a la casa, darle color al techo puede ayudar a esconder imperfecciones, destacar elementos arquitectónicos o detalles como molduras y vigas, y potenciar el efecto creado por la luz natural o artificial de la estancia. “Siempre hay condicionantes, depende de lo que nos encontremos en cada proyecto y de lo que transmita la vivienda al abrir por primera vez la puerta”, desgrana Mora, citando las molduras de los techos altos del Eixample barcelonés y las vigas negras vistas y el ladrillo de las casas del barrio del Born. “Si hay espacios que ya tienen una personalidad muy marcada, intentamos respetarlo.”

Se trata de una decisión personal en la que impera lo que quiere transmitir cada cual con su casa y, sobre todo, las sensaciones con las que quiere convivir en el interior de su hogar. Eso sí, la experta aporta un consejo para quien esté decidido: pintar todo, “hasta las rejillas de los aires acondicionados o los radiadores. Así, haréis que las instalaciones desaparezcan”.

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