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El inesperado retorno del sofá modular: multifuncional, práctico y setentero

La necesidad de crear espacios multiusos (que el salón sea también oficina) junto con la problemática de acceder a una vivienda (y, por tanto, de vivir en el mismo lugar de manera permanente) definen el triunfo de este mueble como la solución de espacio definitiva

Sofa modular
Sofá Lea de la firma española Really Nice Things.

Tres factores principales han provocado el creciente éxito de los sofás modulares. El primero tiene que ver con la usabilidad actual de los espacios, especialmente la del salón. El segundo es estético, y está estrechamente ligado con el imparable regreso de las tendencias de los años setenta en lo que a materia de decoración se refiere. El tercero, sin embargo, le resta un poco de optimismo al asunto, y consiste en la imposibilidad que enfrenta gran parte de la población (no solo las generaciones más jóvenes) de encontrar un lugar en el que vivir con proyección estable en el tiempo. Existe todo un relato secuencial para explicar el éxito de un mueble como el sofá modular en clave socioeconómica.

Tanto las razones de usabilidad como las estéticas detrás de su triunfo hunden raíces en las consecuencias domésticas de la pandemia. De entre los muchos efectos colaterales del confinamiento, uno de los más curiosos, y tal vez menos negativos, fue la reinvención de los espacios del hogar. Pasar más tiempo en casa se convirtió en el detonante para encontrar errores de distribución, aspectos que mejorar en la utilización de los espacios y claves para hacerlos más agradables. Redes sociales como Instagram, TikTok o Pinterest se hicieron eco, a través del diseño de su algoritmo, del creciente interés entre sus usuarios en estas materias, transformándose en fuentes de ideas y de inspiración.

Una respuesta de funcionalidad

Al convertirse el trabajo en remoto en una reivindicación que vino para quedarse, se hacía también imperante la necesidad de encontrar un área en el hogar que se pudiera recodificar fácilmente como una zona de oficina o estudio. Hibridar espacios de una manera funcional pero agradable, y bajo un sentido estético, se colocó para muchos en un humilde objetivo interiorista que llevar a cabo. Pero no solo se trata de hacer del salón un lugar apto para el trabajo que antes se desarrollaba en la oficina, también puede (y debe) ser un sitio de ocio: desde una sala de cine a un centro de juegos y aprendizaje, pasando, por supuesto, por la prioridad de ser un área de descanso y socialización fundamental.

Las palabras de Manuel Delgado, responsable estratégico de interiorismo de Ikea España, sirven para contextualizar el triunfo de los modelos de sofá modular: “El salón es una de las estancias de las casas que más ha evolucionado y actualmente es la estancia donde más actividades y usos se realizan. Esto es variable en función de la hora del día o día de la semana. Por ejemplo, podemos teletrabajar por la mañana, comer al mediodía, hacer los deberes con los hijos, maratón de series, ver el móvil o desconectar y, por supuesto, la siesta”. La serie de sofás Jättebo del gigante sueco, divididos en módulos individuales con almacenaje bajo el asiento, manifiesta tanto esta relevancia creciente del sofá modular como esta evolución de los usos del salón. Cada módulo de asiento o chaise longue se puede adquirir de forma individual y usarse bien de manera separada o combinada, de distintas formas, según las exigencias del espacio.

Sofá Jättebo de Ikea.
Sofá Jättebo de Ikea.

“Como consecuencia de la vida líquida en el salón, el diseño está evolucionando hacia un mobiliario multifuncional, versátil y modular”, explica Delgado, que señala que este es el propósito de un sofá modular como los que se pueden configurar bajo la mencionada serie. Desde un rincón de lectura para un espacio por aprovechar hasta una solución para salones pequeños, pasando por la posibilidad de utilizarlo para dividir espacios diáfanos cuando no van colocados contra la pared.

La aspiración de crear un remanso de paz

Los seguidores de las tendencias de decoración imperantes estarán al tanto del regreso de la estética de los años setenta. Se aprecia en un mobiliario que, aunque funcional, no abandona la persecución de acabados de calidad y de una cierta aspiración estética que, bien observada, redunda en la búsqueda de una sensación de calma y de espacios acogedores para quienes los habitan. Es algo notable por la preferencia de los acabados de madera, la presencia de las plantas o la inclinación por las declinaciones más apagadas y serenas del color verde, pero que también se traduce en una elección concienzuda de muebles para el descanso como el sofá y los sillones.

El perfil de Instagram Circa 70s Interiors se hace eco de cómo las publicaciones de interiorismo de la época se recreaban con las posibilidades de unos sofás modulares que, en ocasiones, se sucedían hasta la exageración, o en los curiosos diseños multifuncionales de los diseñadores, que hacían piezas extravagantes con las que convertir un sofá en un centro de ocio, descanso y socialización. Es el caso del experimental diseño de la Pleasure Island de Aaron Donner, una cama de agua que incorporaba todo un centro de ocio para escuchar música sobre su mullida superficie. O del diseño de sofá modular pensado para cerrarse sobre sí mismo, en un trazado circular, Safari de Archizoom, un colectivo de diseño vanguardista italiano. Ejemplos peculiares y nada representativos de la realidad de los hogares, incluso de los más modernos y privilegiados de la época, pero que sí sirven para poner sobre la mesa cómo la cuestión de la usabilidad, de la comodidad y del salón como centro neurálgico del hogar pasaron a estar en el centro de la planificación de espacios. Como en 2023, la década de los setenta perseguía un hogar acogedor y tranquilo, pensado para estancias prolongadas y para la versatilidad de actividades.

Really Nice Things es una firma española de diseño de mobiliario y objetos de interiorismo que también ha apostado por el sofá de diseño modular en su catálogo con los modelos Lea y Harper, que intercalan módulos individuales con o sin reposabrazos junto a la opción de la chaise longe. Su fundador, Andrés Gramage, reconoce las virtudes del diseño inspirador de los años setenta. “Nos encantan los setenta por su estilo divertido, colorista y ecléctico. Fueron una década prodigiosa, cargada de cambios culturales”, destaca Gramage, que encuentra esa vocación por la calma del mobiliario setentero en el sofá Harper de Really Nice Things. “El sofá está basado en líneas contundentes y geométricas capaces de transmitir serenidad. Tapizado en pana, sinónimo de calidez, para reforzar el toque retro pero contemporáneo”.

Un diseño a propósito de un mal contemporáneo

Cada vez son más las mudanzas, con su correspondiente desgaste emocional, las que se echan a la espalda de una población que ya no es tan joven. Ante la imposibilidad no solo de adquirir una vivienda propia sino de encontrar una en alquiler que poder asumir en solitario, sin compartir piso, el número de casas por las que las personas dejan un pedazo de la historia de su vida continúa creciendo, incluso superada la barrera de los 30 años.

Ante las constantes mudanzas de un piso de alquiler a otro, el mobiliario propio se ha convertido en un lujo de nuestro tiempo. Incluso de adquirirse, este debería contar con la cualidad de ser lo más ligero y fácil de transportar posible. Nada de ensamblajes que puedan fallar al montarse en una nueva ubicación. Esta es otra razón, una menos optimista, por la que los sofás modulares viven un momento dulce destacado como solución de mobiliario. Encierran la promesa de que sabrán adaptarse a nuevas condiciones espaciales, y están diseñados para reconfigurar su posición y ser fáciles de trasladar.

Sofá Jättebo de Ikea.
Sofá Jättebo de Ikea.

Al preguntar a Delgado por la adaptabilidad de los sofás modulares, como es el caso de la serie Jättebo, saca a colación lo que define como mundo nómada y su creciente relevancia. Los espacios pequeños se pueden aprovechar y optimizar mejor con un diseño modular: “La modularidad y multifuncionalidad es la clave para planificar espacios pequeños, por lo que Jättebo es un sofá muy recomendable para este tipo de casas. Al ser modular, puedes crear sofás mínimos, de una sola plaza o un solo módulo de chaise longe, para hogares habitados por una sola persona, a otros más grandes”.

Con el encarecimiento de los alquileres (más de un 50% en la última década), los espacios en los que acomodar los objetos se vuelven cada vez menos diáfanos. El mobiliario y las opciones de interiorismo de las que nos envolvemos dan cuenta de ello, se vuelven espejo de una realidad social y económica más grande. El relato del triunfo del sofá modular es solo uno de ellos. El pico del iceberg que habla de grandes aspiraciones estéticas en los espacios más reducidos.

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