Ahora los martes son por Palestina: las asociaciones de padres de Madrid realizan acciones de denuncia todas las semanas
Pintadas, creación de carteles y minutos de silencio han marcado la primera de las jornadas con las que las familias plantarán cara a las restricciones de la Consejería de Educación


La entrada a clases en el CEIP Perú la mañana de este martes ha sido un poco diferente. Los pequeños han llegado más temprano, con las manos llenas de dibujos de banderas, corazones y sandías. Sus padres han sacado la cinta y han comenzado a pegar en la entrada del centro carteles con letras torcidas en los que se lee: “En Gaza hoy no hay cole”, “Paz y justicia para Palestina” o “Stop genocidio”. Pequeños como Bruno o Julia, aun en Infantil, no entienden qué significa esa palabra, por eso sus padres les explican que hay un país en el que los niños no pueden ir a clases ni tampoco al hospital, donde hay muchas injusticias, y que eso no puede seguir sucediendo. Los niños corretean mientras los adultos continúan colgando kufiyas y banderas de los muros.
Como el cole Perú, ubicado en Carabanchel, otros colegios madrileños han comenzado o terminado la jornada lectiva con acciones por Palestina, una iniciativa convocada por las asociaciones de madres y padres que la han llamado “Martes por Palestina”. Unos han hecho un minuto de silencio, otros, la lectura de unas palabras o el despliegue de una bandera verde, roja, negra y blanca y hubo también pintadas con tiza en la calle. “Desde la semana pasada empezamos a barruntar la idea de hacer algo a las puertas de los colegios”, dice Lucía de la Fuente, madre miembro del AFA del CEIP Perú. “Llevamos dos años [desde que comenzó la invasión de Israel a la Franja de Gaza] haciendo ciertas acciones de vez en cuando, pero los ‘Martes por Palestina’ vienen por lo que dijo de la presidenta de Madrid”.
La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, no solo ha negado que en Gaza exista un genocidio, sino que se ha apartado incluso de la postura, un poco menos intransigente, de la cúpula de su partido, que admitió que la “masacre de civiles” debería parar en Gaza. Al margen de esa postura de la presidenta, lo que provocó la indignación de las familias fue que el Gobierno regional llamara la atención a varios colegios para que no exhibieran ningún símbolo relacionado con Palestina y que eliminaran cualquier actividad relacionada con la guerra en Gaza, en la que ya han muerto más de 18.000 menores de edad. Ayuso argumenta que la educación no es un terreno donde quepan “ideologías” y que es su deber abrazar la “libertad”.
Sin embargo, Lucía cree que esa palabra ―libertad― para la presidenta tiene diferentes significados, que entre ellos se contradicen. “Cuando [Ayuso] se presentó a las elecciones nos envió una carta a todos los madrileños en la que resaltaba esa palabra. A nosotros lo que está haciendo nos parece más bien una agresión a la libertad”, señala Lucía. “Frente a una situación tan fuerte como la que hay en Gaza, las madres y los padres no podemos hacer otra cosa que enseñarle a nuestros hijos que aquí no cabe la indiferencia”.
A las nueve de la mañana se abren las puertas del colegio y deja de sonar la canción Libre Palestina, Palestina Libre por el altavoz que llevó una madre. Alguien pide a los profesores que acompañaban los cánticos con palmadas que entren a las aulas también. La directora, que prefiere no dar su nombre, responde a las preguntas de este diario con que lo que hagan fuera del colegio no les preocupa, pero que de puertas para adentro son “apolíticos” y que la Consejería de Educación ya ha dado las “instrucciones”.

El claustro de otros colegios como el CEIP Virgen de la Paloma, en el distrito Centro, sin embargo, ha desafiado las restricciones. Su directora, Sandra Valiente, explicaba a este diario recientemente que en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, con la prohibición de hablar de Gaza, “no se dan cuenta de que van a provocar una rebelión”. A través de sus ventanas se ven sandías pegadas al cristal y en el árbol que está en la entrada han colgado barcos de papel y más banderas.
Esta martes por la tarde, al salir de clases, muchas de las familias cruzaron la calle y se pusieron a pintar con tiza las escaleras, los muros y el suelo de la plaza de Los Carros con más simbología en alusión a Palestina. “Esto no es política, esto es defender los derechos humanos. Y quiero que mi hijo el día de mañana sepa que no estábamos a favor del genocidio”, dice Wanda Obreke, madre miembro de la AFA del centro.
Ana, otra madre que prefiere no decir su apellido, añade que no es fácil hablar del conflicto a su hijo pequeño, cuando hay niños como él que están muriendo y cuyas imágenes puede ver algún día en la televisión. “Pero hay que explicarles según su edad y hacerlo de la mejor manera posible”, concluye.

Hasta el momento ya son más de 170 las AFA y las AMPA de distintos colegios madrileños que se han adherido al comunicado que circula desde la pasada semana, en el que se condena el hostigamiento de la Consejería de Educación a los docentes y familias que defienden la causa palestina. Varias de esas asociaciones de familias se han unido a los “Martes por Palestina” con el compromiso de mantener la chispa cada semana, “hasta que esto se acabe”, dice Manuel Martín, padre de dos niños del CEIP San Eugenio y San Isidro, de Arganzuela.
Este colegio ha tenido doble acción, por la mañana y por la tarde. En su caso, pidieron que los pequeños llevaran una sandía, ya fuera dibujada, recortada o incluso una real, para colocarlas una al lado de otra como banderines en la fachada del edificio. Allí estuvieron hasta el final de la jornada, cuando los padres recogieron a sus hijos y se fueron a la plaza de Peñuelas, a pocos metros del cole, para desplegar una bandera de Palestina gigante que alguien les prestó para la ocasión.
Mientras los más pequeños merendaban un batido de cacao y trozos de melocotón que sacaban los adultos del bolso, otros colgaban los banderines por la plaza. “Esta es nuestra respuesta a la Consejería de Educación”, recalca Manuel. Los niños pasan corriendo por debajo de la tela y sus padres siguen ondulando la tela, como una marea de color verde, blanco, negro y rojo.

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