Ir al contenido
_
_
_
_

Vox alimenta ante el centro de acogida de Hortaleza la ola antiinmigración y reta al Gobierno: “Si es delito de odio, que denuncien”

Tras prohibir la Delegación la concentración del partido ante la instalación por la violación de una niña, la formación convoca en el mismo lugar una rueda de prensa, lo que resulta en ocho personas propuestas para sanción

Varios manifestantes durante la concentración frente al Centro de Primera Acogida en Hortaleza (Madrid), este martes. Foto: Samuel Sánchez | Vídeo: epv
Juan José Mateo

Es una tarde de gritos, protestas y proclamas durísimas ante el centro de primera acogida de menores de Hortaleza, en Madrid. Una tarde de tensión. Y de silencios. Una y otra vez le preguntan a Isabel Pérez Moñino, la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, si condena la agresión sufrida el domingo por la noche por dos menores migrantes residentes en la instalación. Y una y otra vez la política regatea la respuesta, vierte mil acusaciones sobre los migrantes que viven en el edificio que le sirve de telón de fondo, y se aferra a su tarea de este martes: denunciar la detención de uno de los residentes tras la violación de una niña en la madrugada del viernes, y alimentar así la ola antiinmigración que se propaga por España. Ocurrió este verano en Torre Pacheco, Murcia, al calor de una agresión. Y vuelve a ocurrir ahora en Madrid: la extrema derecha aprieta para movilizar a su electorado con su discurso contra los extranjeros que han llegado ilegalmente a España, lo que le sirve para desgastar por igual al PSOE (titular del Gobierno central) y al PP (al frente del regional).

“¡Aquí no hay hueco, los menas a Marruecos!”. “¡Sin miedo a nada ni a nadie!. ¡Arriba España!" “¡Nuestras hijas tienen miedo!" “Deportaciones=seguridad” “¡Fuera el psicópata de Sánchez!“.

Los gritos y carteles que acompañan a las declaraciones de Pérez Moñino retumban con la fuerza de la música de una discoteca vacía. Apenas un centenar largo de personas acompañan a la portavoz en su visita a Hortaleza, segunda del verano, y quinta de un representante de Vox desde 2022. La delegación del Gobierno, como adelantó este diario, ha prohibido la concentración convocada por el partido bajo el lema Vecino: exige seguridad. Teme que pueda incitar un delito de odio. Y por eso hay que hacer un cambio de planes: se convocan simplemente unas declaraciones, lo que no evita que la policía identifique a ocho personas como “los que han liderado” la cita y las proponga para sanción, según una fuente de alto rango consultada por EL PAÍS. “En principio ningún cargo nuestro”, ha explicado un portavoz de Vox.

En todo caso, en el instante en el que no hay concentración y sí declaraciones, lograr una escenografía de impacto pasa a ser el objetivo principal del partido liderado por Santiago Abascal. Y Vox lo intenta hasta donde puede.

—Entiendo que el centro queda un poco lejos [del punto autorizado para las declaraciones], pero tiene que ser así. Hoy no podemos hacer otra cosa. Se tiene que permitir el libre acceso peatonal. No les podemos dejar. Si no, vamos a tener que movilizarnos y va a ser más complicado.

Quien habla así es el policía nacional al cargo de un importante dispositivo con casi una decena de furgonetas y una veintena de agentes preparados para todo. Quien le escucha es Juan E. Pflüger, responsable nacional de prensa de Vox, que intenta que la intervención de su portavoz sea a las puertas del centro de menores de Hortaleza. Pero no. No es posible. El punto de las declaraciones se fija bien lejos de la puerta, al otro lado de la inmensa rotonda que dirige el tráfico, para evitar cualquier problema.

“Ilegales fuera. Delincuentes fuera. Misóginos extranjeros, fuera”, rompe a hablar Pérez Moñino, flanqueada por la diputada Rocío de Meer, que en julio se mostró abierta a deportar a siete u ocho millones de personas de origen extranjero, y este martes no interviene. “Invito al delegado del gobierno [Francisco Martín] a que si esto lo considera un delito de odio, interponga las denuncias que quiera, pero no nos van a silenciar”, añade. “Han intentado por todos los medios que hoy no estemos aquí protegiendo el centro de ilegales, ya le hubiera gustado a la niña violada el sábado haber tenido la misma policía para protegerla”, sigue. Y remata: “Tenemos un gobierno que protege a los delincuentes y abandona a los españoles”.

Pérez Moñino habla mientras los seguidores de Vox se agolpan en la acera y pasan peligrosamente cerca los coches, de los que salen manos haciendo el signo de la victoria, y, sobre todo, miradas curiosas. Se agitan las banderas de España que portan varios de los presentes. También las del sindicato Solidaridad, vinculado al partido. O los carteles pidiendo más seguridad. Y entonces llega el intento de que la portavoz condene la agresión sufrida el viernes por dos menores residentes en el centro a manos de dos encapuchados. No tiene éxito.

Primer regate: “La puesta en marcha de estos centros lo único que genera es violencia. No sabemos si ha sido una ajuste de cuentas o una pelea entre bandas”.

Segundo regate: “Desde luego, lo que condenamos fuertemente son esas políticas del PP y el PSOE que abren las fronteras a misóginos extranjeros, que ponen en peligro a todos los españoles, y especialmente a las mujeres”.

Tercer regate: “La violencia es lo que traen estos centros de ilegales. Lo estamos viendo todos los días”.

Las palabras de Pérez Moñino se mezclan con gritos de muy distinto tipo. Unos son de sus seguidores. Otros, de los chavales del centro, que en una proporción abrumadora son extranjeros, según datos del gobierno vistos por este diario, que conviven normalmente con dos o tres niños españoles.

Ambiente durante la concentración en Hortaleza, este martes.

Los más rezagados han sido escoltados antes del acto de Vox al interior de la residencia por policías nacionales que incluso detienen el tráfico para que puedan pasar más rápido y evitarse problemas.

—¿Qué está pasando?, le preguntan dos adolescentes a uno de los agentes que les ha ayudado a cruzar, sorprendidas por la marabunta de cámaras que se agolpan sobre la acera.

—El tema que tenéis aquí, les contesta el policía.

No hace falta decir nada más. Hay veces en las que diciendo poco se dice mucho.

Para cuando termina de hablar la portavoz de Vox, y se quedan protestando los rezagados ante las cámaras que les azuzan a protestar, ya se sabe que las rejas que han colocado los policías para proteger los cristales de sus furgonetas no eran necesarias. Al tiempo, ese gesto preparatorio resume la tensión ambiental. Es una jornada de idas y venidas policiales en los aledaños del centro, donde varios agentes se apostan antes incluso de que los residentes tengan permiso para salir a la calle.

Así se protege un centro bunkerizado para que por unos días no salgan a la calle los muchos problemas que alberga, esos chavales conflictivos que conviven con otros que no lo son. La convocatoria de Vox coincide con los juegos organizados por una educadora en el patio. Durante un rato se oyen los gritos de los residentes desde la calle, no como en la visita de Pérez Moñino de julio, cuando los adolescentes salieron al exterior, se quejaron a gritos, e incluso se agarraron los genitales mientras protestaban. No este martes. Este martes, mientras la portavoz de Vox se prepara para hablar, ellos terminan de jugar al fútbol.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Comunidades y está especializado en información política. Trabaja en EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_