Incendio de Torre Ámbar
Madrid. Dulce Chacón, 17
29 de agosto de 2020
Una barbacoa en un ático calcina nueve viviendas en las cuatro plantas superiores.
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HORTALEZA
Madrid
Hace un año, España contemplaba horrorizada en directo cómo ardía un edificio de viviendas en Valencia con vecinos dentro, y Noelia Lozano lloraba frente al televisor recordando cómo ella escapó de un incendio parecido. Aquella tarde, Lozano no pasó por alto que el fuego se expandía por la fachada del edificio tan rápido como en el bloque del que ella salió con lo puesto, la Torre Ámbar, en Madrid.
Madrid. Dulce Chacón, 17
29 de agosto de 2020
Una barbacoa en un ático calcina nueve viviendas en las cuatro plantas superiores.
HORTALEZA
Madrid
Origen del
incendio
Valencia. Calle Rafael Alberti Poeta, 2
22 de febrero de 2024
El fuego se origina en la octava planta y se propaga por todo el edificio en menos de una hora. Mueren diez personas.
CAMPANAR
Valencia
Origen del
incendio
En cuestión de dos horas, las llamas envolvieron el edificio de Valencia, un complejo de 138 viviendas en el barrio de Campanar. Diez personas acabaron calcinadas aquel 22 de febrero. Al cabo de los días, se supo que la fachada del edificio valenciano fue construida con el mismo revestimiento combustible que Ámbar, un edificio en el noreste de Madrid. En aquel otro incendio, el sábado 29 de agosto de 2020, una barbacoa mal apagada en el ático provocó el fuego. Las llamas devoraron las cuatro plantas justo debajo. La actuación de los bomberos fue aplaudida, aunque hubo quejas porque ese sábado faltaba personal. No hubo víctimas.
Antes del incendio en Valencia, Lozano había contado muchas veces la historia de cómo salió corriendo de un edificio en llamas y de cómo un bombero madrileño le había dicho con cara de alucinación que era un milagro que no hubiera fallecidos. Después de la tragedia valenciana, su relato cobró una nueva dimensión: “Yo misma a veces dudaba de si estaba exagerando. Pensaba que me creía la última Coca Cola del desierto, pero cuando vi eso, pensé, ‘¡hostia, de la que nos hemos librado!”
La vida sigue en la Torre Ámbar como si el incendio de 2020 hubiera sido solo un mal sueño. Cientos de personas duermen a diario en este rascacielos de 21 plantas cubierto por láminas color gris claro. Son chapas de aluminio rellenas de polietileno como las usadas en otros edificios siniestrados. Entre ellos se encuentran, además del bloque en Campanar, la Torre Grenfell de Londres, que dejó 72 muertos en 2017 y que hizo saltar la alarma mundial sobre este material, o la Torre dei Moro, en Milán, arrasada en 2021.
Ámbar no es un caso único de edificio habitado a pesar del riesgo. Los paneles con polietileno han sido prohibidos en la construcción de nuevos edificios de altura, pero se permite conservarlos en inmuebles ya existentes. El problema es que nadie sabe cuántos edificios residenciales de España contienen estos materiales. Tras la catástrofe de hace un año, comunidades como Madrid, Valencia o Cataluña anunciaron inventarios de fachadas con materiales combustibles, pero nadie ha revelado los datos.
Es un enfoque muy distinto al de Reino Unido, donde tras el incendio en Grenfell las autoridades iniciaron un proceso de mapeo y retirada. Los últimos datos publicados, que se actualizan mes a mes, indican que se han detectado 5.011 edificios residenciales con revestimiento peligroso. De ellos, 2.403, casi la mitad, habían iniciado o completado obras de renovación gracias a un programa de ayudas públicas.
Los paneles de Campanar, Ámbar y Torre dei Moro son todos del mismo fabricante, el gigante español del aluminio Alucoil, y se llaman Larson PE. Son un sándwich de 0,5 milímetros de aluminio, 3 mm de polietileno y otros 0,5 mm de aluminio. El polietileno es un derivado del petróleo tan combustible que ha sido llamado “gasolina sólida”. Se instalan en lo que se conoce como “fachadas ventiladas”, denominadas así porque dejan una cámara de aire entre el muro interior y el revestimiento. Este sistema constructivo se popularizó a principios de siglo porque favorecía el aislamiento térmico, aumentando el confort de las viviendas, pero en caso de incendio, ese hueco se comporta como una “autopista de fuego”.
La fusión de los paneles, el goteo del polietileno (altamente combustible) y el efecto chimenea en la cavidad interior provocaron un fuego tan veloz que todavía sorprende a los expertos.
(Larson PE de Alucoil)
Aislamiento
térmico
Pared
original
Revestimiento
de la fachada
Dos láminas
de aluminio
de 0,5 milímetros
de espesor
Anclaje
Núcleo de
polietileno
3 mm
Cámara de
ventilación
Las tres capas del panel están unidas con un adhesivo de uso común
Pared
original
(ladrillo)
Aislamiento
térmico
(lana de roca)
Revestimiento
de la fachada
Dos láminas
de aluminio
de 0,5 milímetros
de espesor cada una
Anclaje
Núcleo de
polietileno
3 mm
Cámara de
ventilación
Las tres capas del panel están unidas con un adhesivo de uso común donde el análisis policial ha detectado presencia de estireno
Aislamiento
térmico mineral
(lana de roca)
Pared
original
(ladrillo)
Revestimiento
de la fachada
Dos láminas
de aluminio
de 0,5 milímetros de
espesor cada una
Anclaje
Núcleo de
polietileno
3 mm
Cara
exterior
Cámara de
ventilación
Las tres capas del panel están unidas con un adhesivo de uso común donde el análisis policial ha detectado presencia de estireno
Los hechos de Milán están siendo juzgados en Italia. Dos empleados de Alucoil están imputados por vender estos paneles en ese país. Se les acusa de participar en un delito de desastre culposo: la fiscalía sostiene que los Larson PE conllevan “riesgos muy previsibles de rápida propagación del fuego” por su composición.
La fachada de Torre dei Moro se empezó a revestir con los paneles a finales de 2009. Los comercializadores de Alucoil los ofertaron con una calificación contra incendios de 1984, entonces todavía en vigor. Según correos internos aportados a la causa a los que ha accedido EL PAÍS, la empresa evitó conseguir un certificado europeo más actualizado porque les habría dado la peor nota de seguridad en un rango que clasifica los materiales en siete niveles.
Cuando se obtuvieron licencias para el edificio de Valencia y la torre Ámbar, en 2005 y 2006, estaba por entrar en vigor la actualización de la normativa europea de resistencia a incendios de materiales de construcción. Los Larson PE se vendían desde 2001 amparados en la normativa anterior y entonces en vigor, de 1990.
En un correo interno desvelado por la fiscalía italiana los empleados de Alucoil reconocieron ante clientes que, tras el incendio de Londres, las cosas han cambiado: “Para fachada ya no recomendamos los PE... al final es un material combustible y no se debe usar en ningún edificio”. El correo es de febrero de 2020, un año antes del incendio de Milán y cuatro antes del de Valencia. Alucoil le dice a EL PAÍS que a partir de 2018 se centraron en paneles ignífugos.
Según Ignacio Grau, abogado de siete de las diez víctimas en Valencia, “el material era válido cuando se instaló, pero desde Londres sabemos que no es ignífugo, sino que provoca incendios muy violentos. ¿Por qué nadie pidió retirarlo?”. Lo compara con un medicamento: si se descubren efectos adversos graves, lo normal es sacarlo del mercado.
Muchos residentes de Ámbar desconocen su pasado siniestro y los materiales peligrosos que lo revisten. Casi todos son inquilinos, porque el bloque está en manos de inversores. Tras el incendio de 2020, muchos afectados se marcharon por el trauma, cuenta Lozano, que se mudó a un edificio en la misma calle.
Los nuevos moradores llegaron atraídos por precios algo más bajos que en los rascacielos cercanos. Una tarde reciente algunos reaccionaron con alarma cuando se les contaba lo que pasó. Otros lo saben pero no les importa el riesgo. Una joven residente que conoce la historia antepone el bolsillo. Paga “solo” 850 euros.
Cuando pasó el desastre de Valencia, muchos propietarios se alarmaron y pidieron una reunión. Quien mejor podía aclarar lo sucedido era un propietario que fue uno de los arquitectos de la Torre, Carlos Verdasco. Aseguró que no había nada que temer. Les dijo que El Campanar y Ámbar no eran idénticos.
Pero realmente el edificio madrileño también lleva paneles Larson PE, salvo en las cuatro plantas afectadas por el fuego. Como ha podido comprobar este periódico, en febrero de 2008, en las primeras fases de edificación, los responsables de la construcción pidieron un presupuesto para instalar un modelo resistente al fuego, el Larson FR (Fire Resistant). Pero poco después, la obra se detuvo durante meses. Comenzaron a sentirse los efectos de una grave crisis económica. La promotora, Proinlasa, cambió a una nueva constructora, que empezó a colocar a principios de 2009 paneles Larson PE, una solución más económica. Verdasco dice que se había producido una desviación del coste de los 15 millones de euros previstos a algo más de 17 millones.
Verdasco, que hoy ejerce como presidente de la comunidad, no está preocupado. Asegura que Ámbar tiene medidas de seguridad superiores a muchos otros edificios residenciales: columnas secas (tuberías verticales que permiten a los bomberos conectar sus bombas a nivel de calle y distribuir el agua a las alturas), dos ascensores de emergencia, escaleras de incendios, dobles puertas, detectores de humos y extintores. Cuando algún vecino pregunta, él le tranquiliza: “Ámbar ha tenido una prueba de fuego en sus propias carnes y todo funcionó bien”.
Sin embargo, ingenieros y bomberos que han estudiado el siniestro de Ámbar advierten de que los residentes tuvieron suerte porque el incendio empezó en el ático. “En una planta inferior las llamas se habrían propagado más rápido y la evacuación habría sido más complicada”, dice Antonio Roda, bombero jubilado y asesor de la Fundación Fuego. En Torre dei Moro, donde tampoco murió nadie, el fuego empezó en una planta superior. En dos siniestros con víctimas, Grenfell y Campanar, el origen se produjo en pisos más bajos.
España está a la cola de Europa en regulación contra los incendios en vivienda, según el Observatorio de Nuevos Riesgos de Incendio, una entidad que nació en junio del año pasado y agrupa a 19 organizaciones del ámbito privado. En 2006 y 2019 se endurecieron las normas, contenidas en el código técnico de la edificación, pero no llegan al punto de excluir el uso de materiales combustibles. De hecho, el polietileno se emplea aún combinado con aditivos que retardan la expansión de las llamas, advierte el presidente del observatorio, Andrés Pedreira. Además, ha surgido un nuevo problema por la popularización reciente de los SATE, siglas de Sistemas de Aislamiento Térmico por el Exterior, que son capas adosadas a fachadas de edificios ya existentes, con la idea de mejorar su eficiencia energética y reducir la factura eléctrica. Algunos materiales empleados en el SATE son derivados de plásticos combustibles.
“Pasamos de tener un edificio incombustible de ladrillo a uno combustible con SATE”, resume Pedreira. “En lugar de descender, el número de edificios peligrosos está creciendo”.
Sin embargo, nadie ha publicado censos de inmuebles con fachadas combustibles. Se suponía que esto iba a cambiar tras la desgracia en El Campanar, pero no ha sido así, a pesar de las promesas de las administraciones. “Las autoridades en este país suelen hablar en caliente, pero luego se olvidan hasta la siguiente tragedia”, lamenta Pedreira. Este experto considera que los ciudadanos tienen derecho a saber: “A menudo me acusan de alarmismo, pero yo respondo que lo alarmante es que la gente desconozca el riesgo al que se expone”.
Lo único que ha trascendido es un documento de Alucoil que detalla 14 edificios con paneles Larson PE. Fue revelado por la agencia EFE y a él ha tenido acceso EL PAÍS. En él aparecen hospitales, centros comerciales o bloques residenciales.
Cuatro días después del incendio en El Campanar, el Gobierno de la madrileña Isabel Díaz Ayuso anunció que haría una “radiografía” de los edificios con materiales combustibles. Según reflejaron los medios, el Consejero de Vivienda, Jorge Rodrigo, precisó que colaborarían con el Colegio de Arquitectos, el COAM, para que los madrileños puedan conocer la situación y los materiales de los bloques en los que residen. La Comunidad adjudicó un contrato de 18.029 euros al COAM para que abriera en sus dependencias del barrio de Chueca una oficina de asesoramiento, que operó durante tres meses.
EL PAÍS ha enviado al Ejecutivo de Ayuso dos solicitudes para conocer el listado de los edificios peligrosos detectados. La primera fue rechazada de plano y la segunda fue respondida con una sola línea. Solo informa de que la oficina recibió 32 consultas.
Fuentes del COAM responden que, además de atender a madrileños preocupados, la oficina identificó proactivamente edificios peligrosos, pero añaden que no pueden facilitar esa información porque es propiedad de la Comunidad.
La Generalitat valenciana anunció en las semanas posteriores al incendio un “mapeo” de los edificios con fachadas de riesgo. Sobre esto, una portavoz del Ejecutivo de Carlos Mazón dice que han identificado 25 inmuebles construidos entre 2020 y 2024 “en los que puede ser recomendable un análisis más detallado de sus fachadas”. Agrega que han hecho medidas como atención a la ciudadanía, jornadas de sensibilización y colaboración con el Ministerio de Vivienda en una reforma de las normas constructivas.
Y nada se conoce sobre el “inventario” de edificios peligrosos en Cataluña que iba a estar listo entre abril y junio de 2024. Una portavoz responde que un grupo de expertos “lleva trabajando, en diversas reuniones, desde hace casi un año, pero aún no ha concluido, por lo que no podemos avanzar nada ahora mismo”.
Pedreira cree que la razón de esta opacidad es sencilla: el dinero. “Hay miedo a que se devalúe la propiedad”. En Ámbar no esconden que el coste es la causa por la que no han cambiado las chapas combustibles por unas seguras. “Si en 2008 costaban 1,2 millones de euros, imagínate ahora”, dice el presidente de la comunidad, que tampoco oculta su preocupación por el daño que producen los artículos sobre la torre. “En vez de pasar a la historia por ser un edificio en el que todo funcionó perfectamente, lo haremos como uno que tiene una chapa igual que la de Valencia”.
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