Los bomberos de Madrid apagaron el peligroso incendio en la torre de 20 plantas “con recursos de miseria”
Los intervinientes dentro del edificio tardaron una hora en recibir refuerzos. Ese día la plantilla municipal era insuficiente, una carencia que ha puesto al cuerpo en la peor situación de su historia reciente
La foto de un grupo de bomberos de Madrid hace dos semanas evoca la épica de las películas de héroes de la vida real. Están sentados en el suelo, agotados tras dos horas peleando con las llamas de un peligroso incendio. “Imágenes de los compañeros recuperando fuerzas en la planta 19″, dice el tuit del oficial que publicó la instantánea.
Lo que no cuenta la escena en lo alto de una torre de viviendas en el norte de la capital es que durante largos minutos esos bomberos pidieron refuerzos sin éxito. Aquel sábado 29 de agosto la plantilla volvía a trabajar bajo mínimos. Según documentos internos vistos por EL PAÍS, ese día había disponibles 205 bomberos de atención directa en siniestro, menos de la cifra de 223 estipulada en la Carta de Servicios del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid. Este es un documento público por el que los políticos locales se comprometen a prestar el servicio con estándares de calidad.
El fuego devoró parcialmente tres plantas superiores del edificio. No hubo víctimas, pero varios bomberos que han hablado con este periódico así como el parte de intervención indican que hubo serias irregularidades. Durante la primera hora intervinieron menos vehículos y bomberos de los prescritos en los protocolos y quienes entraron en el edificio eran tan pocos que no tuvieron tiempo de repasar puerta por puerta si había supervivientes.
“Un día vamos a tener un grave problema”, advierte uno de los que llegó en los primeros dos camiones y habló bajo condición de anonimato para evitar represalias. Muchos se han acordado de la tragedia en 2017 de la torre Grenfell de 24 plantas en Londres, donde murieron 72 personas. Como aquel edificio, la fachada de la torre madrileña también tiene material combustible.
“El sargento no paraba de pedir relevos a la central pero parecía que no le hacían caso”, añade el bombero que estuvo en lo alto. “No habíamos estado tan pelaos en un edificio nunca, nunca”.
No habíamos estado tan pelaos en un edificio nunca, nuncaUn bombero que intervino en la operación
Formaba parte de un grupo de 16 bomberos que luchaban en dos grupos en primera línea, en las plantas 18 y 19. A los bomberos que atacaban el fuego en el interior les apoyaron en la calle dos vehículos con brazos articulados de 75 y 54 metros de altura. Pero nadie más subía. Los males no paraban de acumularse. Un compañero quedó atascado en el ascensor. El fuego descendió por la fachada hasta la planta 17, así que por momentos estuvieron casi rodeados por las llamas. Aguantaron como pudieron tratando de apagar aquella antorcha. “Tú estás ahí reventado y a la media hora te miras y caes en que sigues ahí y sigues reventado”.
El Ayuntamiento de Madrid se niega a difundir las comunicaciones con la central. Un portavoz del área de Emergencias dice que nunca revelan a la prensa esas grabaciones.
Los bomberos recibieron a las 6.48 la llamada de alarma por un fuego en las alturas de la Torre Ámbar, un edificio construido en 2009 en la calle Dulce Chacón. Varios vecinos han denunciado que el incendio tuvo origen en las brasas de una barbacoa tras una fiesta el viernes por la noche en uno de los áticos.
Faltos de personal, los bomberos no tuvieron tiempo para comprobar si había supervivientes atrapados en las viviendas. Un vecino del ático se encargó de llamar a las puertas de las plantas 20 y 19. Pero no llegó a la planta 18 donde Clyo Gutiérrez y su pareja siguieron dormidos hasta las 7.15, cuando las llamas comenzaron a devorar su vivienda. No la despertó un bombero, sino su gata Kira que saltó sobre la tripa de su pareja hasta que abrió los ojos. Tenían el baño en llamas y el humo se expandía por las salas. Salieron del domicilio y se toparon con un bombero sorprendido que le preguntó si había más gente en los pisos. Se pusieron a aporrear otras puertas, y tras comprobar que no había nadie el bombero les ordenó que debían irse: “vete, vete, vete, desaloja ya”, le urgió.
Llegaron otros vehículos de jefes de grupo, una bomba forestal para apagar la vegetación que empezó a arder a nivel de suelo. Pero hasta las 7.51 no salió hacia el incendio un tercer camión bomba para apoyar a los dos grupos que estaban en lo alto de la torre, según el parte de intervención. Fuentes del cuerpo dicen que el protocolo con el “tren de ataque” para un edificio de esa altura exige la activación inmediata de tres camiones bomba.
El Ayuntamiento informó de que intervinieron más de 20 dotaciones de bomberos, pero esa cifra enmascara la realidad, dicen bomberos consultados. “De nada sirve enviar al séptimo de caballería a una batalla si llega tarde“, critica uno.
La falta de bomberos en Madrid es en parte consecuencia de los años de ajuste tras el batacazo de la crisis financiera de 2008. También la plantilla de policía municipal lleva años menguando.
El portavoz del Ayuntamiento le echa la culpa a las restricciones para reponer plantillas de funcionarios que impuso el Gobierno central tras aquella crisis y que aún perduran. Pero aunque eso es verdad, también ha habido falta de voluntad de los últimos equipos de Gobierno del Ayuntamiento. Durante años ni siquiera se han convocado las plazas que podían ser repuestas por ley.
Los bomberos de Madrid ciudad tienen que hacer cada vez más con menos. Si en 2011 la plantilla tenía 823 bomberos especialistas (la categoría básica), en 2019 esa cifra había bajado a 545, según datos del sindicato Comisiones Obreras (CC OO) basados en las memorias anuales del cuerpo.
Los Acuerdos de la Villa del alcalde José Luis Martínez-Almeida y la oposición de este verano hacen referencia al problema de plantilla de los bomberos en una de sus 352 medidas y propósitos para afrontar la crisis del coronavirus. Pero a pesar de la fuerte caída de efectivos el texto no transmite urgencia. El punto 160 pide un análisis de los recursos y negociar con el Gobierno central para que permita un aumento de plantilla en un horizonte de cinco años.
Solo unos días después del incendio, el viernes pasado, el alcalde participó en el homenaje anual a los 10 bomberos muertos en el incendio de Almacenes Arias, en 1987, una tragedia que puso de manifiesto la escasa plantilla del cuerpo y muchas otras irregularidades.
Comisiones Obreras, el sindicato mayoritario en el cuerpo de bomberos del Ayuntamiento, ha dicho que no pueden esperar que ocurra una nueva calamidad para actuar. “Manejamos recursos de miseria que están afectando a la calidad del servicio y nos exponen a una desgracia nuestra o de los ciudadanos”, advierte su portavoz, David Gómez Herrador.
Dice que el cuerpo solo ha cumplido con los mínimos de calidad de la Carta de Servicio en un día en todo 2020, el 28 de enero. Las carencias se cubren asignando horas extra, pero son parches insuficientes. El ciudadano lo acaba pagando con retrasos cada vez mayores, que a veces pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte, alerta CC OO.
Cuando hay incendios, los jefes suelen enviar menos dotaciones de las reglamentarias para no dejar descubiertos los parques. Esa cautela puede explicar por qué no salió el tercer coche de bomberos hasta una hora después en el incendio de la Torre Ámbar. “Llevamos años alertando al Ayuntamiento pero nadie hace nada”, se queja.
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